Junto con el resto de los países del mundo, Argentina recibió un reporte internacional de servicios de inteligencia extranjeros con la advertencia de que podrían registrarse atentados terroristas. Los supuestos ataques incluían a otros países occidentales y podrían ser perpetrados como represalia por la muerte de dos hombres clave del régimen iraní y de la organización terrorista islámica Al Qaeda.
Tanto la Agencia Federal de Inteligencia como la Dirección de Migraciones y el Ministerio de Seguridad recibieron el informe y tomaron resoluciones preventivas. En noviembre, el presidente Alberto Fernández había participado desde la Quinta de Olivos de reuniones con organismos de seguridad porque se había advertido sobre el potencial ingreso ilegal a través de la Triple Frontera de un cargamento de nitrato de amonio que puede ser usado para fabricar explosivos como los que se utilizaron en la voladura del edificio de la AMIA en 1994.
Cabe remarcar que la alerta fue internacional, de tipo genérica y no implicó ningún grado de amenaza contra nuestro país. De hecho, Argentina recibe muchas alertas de este tipo en el año por distintas cuestiones, entre ellas, asuntos de geopolítica.
¿Por qué se emitió la alerta?
Los hechos que habrían empujado a Teherán a tomar represalias contra varios naciones occidentales fueron el asesinato en Irán del número 2 de la organización Al Qaeda, Abu Mohammed al-Masri, en agosto pasado y el del domingo 3 de enero de 2020, cuando en Bagdad, la capital de Irak, un bombardeo ordenado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, terminó con la muerte del poderoso general iraní Qasem Soleimani.
Soleimani era considerada una de las personas más populares en el régimen iraní que preside el ayatolá Alí Jamenei. Desde 1988 estaba al mando de “Fuerza Quds”, poderoso brazo de un ejército paramilitar en Irán y cuyas funciones muchos equiparan con las de la CIA norteamericana.
Cuando Estados Unidos lo atacó con un bombardeo mediante drones en el aeropuerto de Bagdad, a las pocas horas de su muerte, Jamenei dispuso tres días de duelo nacional y prometió “una severa venganza a los criminales” responsables de aquel ataque contra el referente chiíta.