El orden multipolar se acelera. La magnitud alcanzada por las dos cumbres paralelas que tuvieron lugar a comienzo de septiembre así lo indican. Una fue el Foro Económico Oriental, inaugurado por el presidente ruso Vladimir Putin, en Vladivostok, donde participaron 75 países, mayoritariamente de la región de Asia y el Pacífico. La otra, que será comentada en esta nota, fue en Beijing, liderada por el presidente Xi Jinping.
Se trata del Foro de Cooperación China-África al que asistieron los cancilleres y los ministros de Economía de 53 de los 56 países que integran Africa, además de representantes de la Unión Africana (UA) y de otras organizaciones regionales e internacionales como las Naciones Unidas, con la presencia de su secretario general, António Guterres.
El 5 de septiembre, en el Gran Salón del Pueblo del Congreso chino, el presidente Xi trazó las primeras imágenes de la futura prosperidad africana. Desde el monumental escenario, anunció su doble compromiso: económico y moral. En los próximos 3 años –aseguró- China proporcionará un apoyo financiero de 50 mil millones de dólares y se compromete a ayudar para que logre no sólo resolver problemas de vieja data que entorpecen su desarrollo sino crecer en forma sostenible con estabilidad política y social.
“Nadie ni ningún país debe quedarse atrás en el camino de la modernización. Aunemos esfuerzos para traer paz, prosperidad y progreso para nuestro mundo”, arengó Xi. Además de esa ayuda (aproximadamente un tercio de los 175 mil millones que Estados Unidos le va a dar a Ucrania para seguir la guerra), China ofreció arancel cero en todos los intercambios que tienen ahora con 33 países.
La metamorfosis que se está viviendo África merece gran atención.
Nuestra incapacidad para levantar la mirada y ver un poco más allá del dictado anglosajón no nos deja reconocer que hay otro mundo en marcha y que África, el continente más cercano a Sudamérica, con el que nos une no sólo el Océano Atlántico sino una cultura mestiza organizada por el conquistador y al que, sin embargo, sentimos distante, es uno de los actores principales de esa mudanza.
Algunos ejemplos de ese cambio son el surgimiento de gobiernos populares antineoliberales; ruptura con la dependencia europea y estadunidense; resurgimiento de la idea de panafricanismo; revalorización de las culturas y lenguas nacionales en desmedro de la lengua impuesta por la antigua potencia colonial y la alianza estratégica con nuevos socios, como Rusia y China, en materia de seguridad, defensa, cooperación y desarrollo.
La riqueza de África es ampliamente conocida. Tiene la mayor megafauna del mundo; un tercio de todas las reservas minerales de la Tierra (90% de los platinoides, 46 % de diamantes y 40 % de oro, 80 % del coltán imprescindible para la tecnología actual, etc); el 24% de tierras cultivables del planeta, petróleo, uranio, entre muchas otras. Es, además, el segundo continente más grande; el segundo en cantidad de habitantes y el promedio de edad más joven a nivel global (19,7 años). ¿Qué no podrían lograr juntos China y África en cooperación?
Un decálogo para el éxito
Las tres palabras claves en el Foro de Cooperación China-Africa fueron: modernización, paz y medio ambiente. “Vamos a fomentar juntos una modernización apuntalada por la paz y seguridad. Sería imposible materializar la modernización sin un entorno pacífico y estable para el desarrollo. China está dispuesta a ayudar a África y (...) trabajar junto con África para salvaguardar la paz y la estabilidad mundiales”, dijo Xi, quien en todo momento recalcó que el objetivo apunta, más allá de Africa, “a ser un ejemplo inspirador para el Sur Global y el mundo entero”.
“China es el primer país en desarrollo y la principal economía mundial en implementar una iniciativa de este tipo”, elogió el Global Times, diario de referencia del Partido Comunista Chino. “No hay ninguna agenda oculta, ningún interés geopolítico propio ni ninguna condición adjunta”, aclaró para luego exhibir su objetivo global: “Este plan de futuro compartido con África no es provisorio. Tiene una importancia global y contemporánea significativa. Los países en desarrollo se enfrentan a una serie de desafíos reales y se ven fácilmente afectados por la compleja y cambiante situación internacional que puede perturbar o incluso obstaculizar el logro de sus objetivos. Si la cooperación entre China y África forja un nuevo camino para la cooperación Sur-Sur, será una demostración y una promoción de iniciativas para los países del mundo”.
Muy al estilo chino, el proyecto está condensado en diez acciones que van desde “la ruta de la seda cultural” hasta la asistencia militar. En el marco de la ruta de la seda cultural (punto 8), China proporcionará 60.000 becas de educación, talleres y capacitación, principalmente para mujeres y jóvenes, “con el objetivo de cultivar una nueva generación de talentos africanos”.
La salud y la seguridad alimenticia (en un continente de epidemias y hambrunas atroces) también son prioridad. La acción sexta del decálogo apunta a alianzas entre hospitales y centros médicos conjuntos y el envío de 2000 médicos chinos al continente.
El punto 7, “agricultura y bienestar”, ofrece asistencia alimentaria por mil millones de yuanes; demostraciones de agricultura estandarizada en 6.670 hectáreas y una alianza de innovación agrocientífica y tecnológica que generaría “no menos de un millón de puestos de trabajo”, según Global Times.
Otras acciones importantes son la de defensa (punto 10: “seguridad común”), que contempla una asistencia militar no reembolsable valorada en mil millones de yuanes; “cadenas industriales” (punto 3) que busca el “empoderamiento” de las pymes africanas con la creación de “una nueva ruta de trabajo de formación industrial y tecnológica”; el deporte (punto 5) que incluye 1000 proyectos de cooperación en la Copa África 2027 y los Juegos Olímpicos de la Juventud 2026 y “el desarrollo verde” (punto 9) que apunta a la creación de “motores de crecimiento verde” y planes para "reducir la brecha de accesibilidad energética” e “impulsar la transición global hacia un desarrollo verde y bajo en carbono”.
Las restantes acciones del decálogo son “aprendizaje mutuo entre civilizaciones" (punto 1); “prosperidad comercial” (punto 2) que se enfocará en una mayor apertura de mercado y “conectividad" (punto 4) que contempla 30 proyectos de infraestructura.
El camino, tanto en la opinión de China como de los africanos, es arduo pero no imposible. África quiere desprenderse de su pasado ominoso. Y China le ofrece esa oportunidad a un continente de 30 millones de kilómetros cuadrados, enormes riquezas y 1.400 millones de habitantes (lo mismo que China). Si se produce el crecimiento soberano de África, ese nuevo orden multipolar, deseado por muchos pueblos del mundo, tendrá ese fuerte impulso que tanto necesita para terminar naciendo.