Con la caída de Assad, una nueva era comienza en Siria mientras el mundo observa

08 de diciembre, 2024 | 23.36

Los sirios despertaron el lunes con un futuro esperanzador aunque incierto, después de que los rebeldes tomaron la capital, Damasco, y el presidente Bashar al-Assad huyó a Rusia, poniendo fin a una guerra civil de 13 años y a más de 50 años de gobierno brutal de su familia.

El avance relámpago de una alianza de milicias encabezada por Hayat al-Tahrir al-Sham (HTS), antigua rama de Al Qaeda, marcó uno de los mayores puntos de inflexión para Oriente Medio en generaciones. La caída de Assad acabó con un bastión desde el que Irán y Rusia ejercían influencia en todo el mundo árabe.

Moscú dio asilo a Assad y a su familia, informaron los medios rusos y Mikhail Ulyanov, embajador de Rusia ante organizaciones internacionales en Viena, dijo el domingo en su canal de Telegram.

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Los gobiernos internacionales acogieron con satisfacción el fin del gobierno autocrático de los Assad, mientras trataban de hacer balance de un Oriente Medio con nuevas perspectivas.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que Siria se encuentra en un periodo de riesgo e incertidumbre, y que es la primera vez en años que ni Rusia, ni Irán ni la organización militante Hezbolá tienen un papel influyente allí.

Estados Unidos, Turquía y Naciones Unidas siguen considerando a HTS un grupo terrorista, aunque lleva años intentando suavizar su imagen para tranquilizar a los gobiernos internacionales y a los grupos minoritarios dentro de Siria.

El secretario jefe del gabinete japonés, Yoshimasa Hayashi, dijo el lunes que Tokio estaba prestando mucha atención a la evolución de la situación en Siria.

El derrocamiento de Assad limita la capacidad de Irán para distribuir armas a sus aliados y podría costarle a Rusia su base naval en el Mediterráneo. También podría permitir que millones de refugiados dispersos desde hace más de una década en campos repartidos por Turquía, Líbano y Jordania regresen por fin a sus hogares.

AHORA A RECONSTRUIR

Los rebeldes se enfrentan a la monumental tarea de reconstruir y dirigir un país tras una guerra que dejó cientos de miles de muertos, ciudades reducidas a polvo y una economía golpeada por las sanciones mundiales. Siria necesitará miles de millones de dólares en ayuda.

"Una nueva historia, hermanos míos, se está escribiendo en toda la región tras esta gran victoria", dijo Ahmed al-Sharaa, más conocido como Abu Mohammed al-Golani, jefe del HTS.

Dirigiéndose a una enorme multitud el domingo en la Mezquita de los Omeyas de Damasco, un lugar de enorme significado religioso, Golani dijo que con trabajo duro Siria sería "un faro para la nación islámica".

El Estado policial de Assad era conocido como uno de los más duros de Oriente Medio, con cientos de miles de presos políticos recluidos en condiciones espeluznantes.

El domingo, reclusos eufóricos, pero a menudo confusos, salieron de las cárceles. Familias reunidas lloraban de alegría. Se filmó a presos recién liberados corriendo por las calles de Damasco con las manos en alto para mostrar cuántos años llevaban en prisión.

La organización de rescate Cascos Blancos dijo que había enviado equipos de emergencia para buscar celdas subterráneas ocultas en las que aún se cree que hay detenidos.

Tras el toque de queda declarado por los rebeldes, Damasco permaneció en calma durante la noche, con las carreteras de acceso a la ciudad prácticamente vacías. Un centro comercial había sido saqueado el domingo, y algunas personas alborotaron el interior de la residencia presidencial de Assad, abandonándola cargadas de muebles.

La coalición rebelde dijo que estaba trabajando para completar la transferencia de poder a un órgano de gobierno de transición con poderes ejecutivos, refiriéndose a la construcción de "una Siria juntos".

Golani es musulmán suní, grupo mayoritario en Siria, pero el país alberga un amplio abanico de sectas religiosas, entre ellas cristianos y alauitas, afines a Assad, una rama del islam chií.

EL MUNDO ATURDIDO

El ritmo de los acontecimientos dejó atónitas a las capitales del mundo y suscitó preocupación por una mayor inestabilidad regional, además de la guerra de Gaza, los ataques de Israel contra Líbano y las tensiones entre Israel e Irán.

El Mando Central de Estados Unidos informó de que sus fuerzas llevaron a cabo el domingo docenas de ataques aéreos contra conocidos campamentos y operativos del Estado Islámico en el centro de Siria.

El secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo el domingo que había hablado con el ministro de Defensa Nacional turco, Yasar Guler, subrayando la importancia de proteger a los civiles y que Estados Unidos está vigilando de cerca.

Durante la guerra civil de Siria, que estalló en 2011 como un levantamiento contra Assad, sus fuerzas y sus aliados rusos bombardearon ciudades hasta convertirlas en escombros. La crisis de refugiados en todo Oriente Medio fue una de las mayores de los tiempos modernos y provocó un ajuste de cuentas político en Europa cuando llegó un millón de personas en 2015.

En los últimos años, Turquía había respaldado a algunos rebeldes en un pequeño reducto en el noroeste y a lo largo de su frontera. Estados Unidos, que tiene unos 900 soldados en Siria, respaldó una alianza liderada por kurdos que luchó contra los yihadistas del Estado Islámico entre 2014 y 2017.

Con información de Reuters