Un niño gazatí amputado sueña a lo grande tras ser evacuado a Qatar

12 de septiembre, 2024 | 08.00

Evacuado a Qatar del caos de Gaza, Mahmoud Youssef Ajjour, un niño palestino de nueve años, sigue soñando con ser piloto algún día, a pesar de haber perdido los brazos en un ataque israelí con cohetes.

En un pequeño apartamento de Doha, capital del rico Estado árabe del golfo Pérsico, la madre de Ajjour le pone lentamente el uniforme para ayudarle a prepararse para el colegio. Tardarán algún tiempo en colocarle las prótesis.

El cohete cayó cuando salía de su casa de Gaza en diciembre con su padre y su madre.

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"Estaba tendido en el suelo, no sabía qué me había golpeado, no sabía que había perdido los brazos", relató Ajjour.

Fue operado en Gaza con anestesia limitada y se despertó de la operación con mucho dolor y sin brazos, contó su madre.

Sin embargo, Ajjour es uno de los afortunados que han escapado del territorio destrozado, donde muchos hospitales han quedado destruidos y los médicos afirman que a menudo tienen que operar sin anestesia, ni analgésicos.

Qatar ha acogido a algunos gazatíes heridos para suministrarles tratamiento mientras intenta mediar en un alto el fuego entre Israel y Hamás, junto con Estados Unidos y Egipto, que supondría la liberación de los rehenes retenidos por Hamás en Gaza y de algunos presos palestinos retenidos en Israel. Aún no hay señales de acuerdo.

Ajjour añora Gaza, que era vibrante antes del conflicto, a pesar de la pobreza generalizada y el elevado desempleo en lo que era uno de los lugares más densamente poblados del mundo.

Su casa quedó destruida en la ofensiva israelí desencadenada por un ataque el 7 de octubre de milicianos dirigidos por Hamás, que mataron a 1.200 personas y tomaron a más de 250 como rehenes, según los recuentos israelíes.

La ofensiva ha matado al menos a 41.118 palestinos y herido a 95.125, según el Ministerio de Sanidad de Gaza. Casi dos millones de personas han sido desplazadas y el territorio se ha convertido en un páramo. Israel afirma que no ataca a los civiles y acusa a los milicianos de Hamás de esconderse entre ellos, acusaciones que los milicianos niegan.

"Quiero que Gaza vuelva a ser hermosa", afirma Ajjour.

En la antigua Escuela Palestina de Doha, se sienta pacientemente mientras sus compañeros escriben cosas y alza la voz junto a ellos cuando responden a las preguntas de un profesor.

La psicóloga de la escuela, Hanin al-Salamat, ve en él una fuente de inspiración. "Nos da fuerza", dice.

Se niega a que las limitaciones físicas le definan.

"Seguiré intentándolo todo", dice convencido. "Llegaré a ser piloto y jugaré al fútbol con mis amigos".

(Escrito por Tala Ramadan; edición de Michael Georgy y Philippa Fletcher; editado en español por Mireia Merino)