La OTAN fortalece la vigilancia en el Báltico mientras se multiplican las acusaciones de sabotaje

03 de diciembre, 2024 | 05.53

El 18 de noviembre, horas después de que se cortaran dos cables de comunicaciones en el mar Báltico, 30 buques de la OTAN y 4.000 militares se dirigieron a la misma masa de agua para realizar uno de los mayores ejercicios navales del norte de Europa.

El simulacro "Freezing Winds", de 12 días de duración, forma parte de un esfuerzo por reforzar la protección de las infraestructuras de la alianza transatlántica de defensa en unas aguas por las que circula el 15% del tráfico marítimo mundial y que se consideran cada vez más vulnerables a los ataques.

El mar Báltico está bordeado por ocho países de la OTAN y Rusia. Desde 2022, cuando Rusia invadió Ucrania, se han producido al menos tres incidentes de posible sabotaje de los 40 cables de telecomunicaciones y gasoductos críticos que discurren por su fondo marino relativamente poco profundo.

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"La OTAN está intensificando las patrullas. (...) Los aliados están invirtiendo en tecnologías innovadoras que pueden ayudar a proteger mejor estos activos", dijo el comandante Arlo Abrahamson, portavoz del Mando Marítimo Aliado de la OTAN.

Sin embargo, la facilidad con la que el ancla de un barco puede cortar un cable, unida a las a menudo traicioneras condiciones del mar, hace que la prevención real de tales ataques sea casi imposible.

El tercer día del ejercicio, la comandante de la Marina alemana Beata Król intentó lanzar un dron submarino desde su buque de desminado, el Weilheim, para inspeccionar el lecho marino en plena tormenta invernal.

Tras un retraso de 30 minutos en el lanzamiento, el dron se había congelado y no podía funcionar.

"Las baterías se enfriaron", dijo encogiéndose de hombros, mientras esperaba a que el equipo se calentara.

Tras pasar años detonando minas de la época de la Segunda Guerra Mundial en el lecho marino del Báltico, la OTAN está reutilizando su flota de seis buques cazaminas para vigilar también actividades submarinas sospechosas, con su sonar montado en el casco escaneando el lecho marino, drones capaces de tomar fotografías y vídeo bajo el agua y buzos especializados.

Pero sus poderes siguen siendo limitados.

"Somos una alianza defensiva, por lo que al realizar entrenamientos y maniobras, también en zonas cruciales con infraestructuras submarinas, mostramos nuestra presencia y prevenimos en lugar de intervenir activamente", dijo Król.

LAS CAUSAS DE LOS DAÑOS EN LOS CABLES SON DIFÍCILES DE PRECISAR

Fuentes de seguridad afirman que el granelero chino Yi Peng 3, que zarpó del puerto ruso de Ust-Luga el 15 de noviembre, fue el responsable de cortar los dos cables submarinos en aguas de la zona económica exclusiva sueca entre el 17 y el 18 de noviembre al arrastrar su ancla por el lecho marino.

El lunes se encontraba estacionado en aguas de la zona económica exclusiva danesa, vigilado por buques de guerra de miembros de la OTAN, tras haber sido instado por Suecia a regresar para ser investigado. Algunos políticos lo habían acusado de sabotaje, pero ninguna autoridad había mostrado pruebas de que sus acciones fueran deliberadas.

El caso es similar a un incidente ocurrido el año pasado, cuando el buque chino NewNew Polar Bear dañó dos cables que unían Estonia con Finlandia y Suecia, así como un gasoducto entre Estonia y Finlandia. China hizo promesas similares de ayuda, pero el buque no fue detenido y, un año después, los investigadores finlandeses y estonios aún no han presentado conclusiones.

Los daños en los cables no son nuevos. Según el Comité Internacional de Protección de Cables, con sede en Reino Unido, cada año se dañan unos 150 en todo el mundo. Los cables de telecomunicaciones, las líneas eléctricas y las tuberías de gas de las aguas poco profundas del Báltico son especialmente vulnerables debido a su intenso tráfico marítimo, según la empresa estadounidense de investigación en telecomunicaciones TeleGeography.

Si se demuestra que alguno de los recientes incidentes ha sido sabotaje por parte de otro país, supondría el regreso de un tipo de guerra que no se veía desde hace décadas.

"Habría que remontarse a la Primera Guerra Mundial o a la guerra hispano-estadounidense para encontrar un sabotaje de un cable submarino patrocinado por un Estado", afirmó Paul Brodsky, investigador principal de TeleGeography.

Para contrarrestar esta amenaza potencial, la OTAN inauguró en mayo en Londres su Centro Marítimo para la Seguridad de las Infraestructuras Submarinas Críticas (CUI, por sus siglas en inglés), que quiere mapear todas las infraestructuras críticas en aguas controladas por la OTAN e identificar los puntos débiles.

En Rostock, en la costa báltica alemana, se inauguró en octubre un cuartel general naval multinacional para proteger los intereses de los miembros de la OTAN en el mar.

"Lo que creo que podemos conseguir es situar la responsabilidad después de un incidente", dijo a bordo del Weilheim el jefe de división del CUI, comandante Pal Bratbak, haciendo hincapié en el creciente poder de la tecnología.

El Centro de Investigación y Experimentación Marítima de la OTAN en Italia está lanzando un software que combinará datos e imágenes privados y militares procedentes de hidrófonos, radares, satélites, el Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés) de los buques y fibras con la Detección Acústica Distribuida (DAS, por sus siglas en inglés), que las empresas privadas de telecomunicaciones utilizan para localizar cortes en sus cables.

Con información de Reuters