Epidemias por arbovirus: ¿castigo divino o responsabilidad humana?

18 de enero, 2024 | 11.12

Por Dr. en Ciencias Biológicas, Adrián Díaz, especializado en el estudio de zoonosis virales, investigador del Conicet a cargo del Laboratorio de Arbovirus del Instituto de Virología Dr. José María Vanella, que depende de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba.

Antequeras, Barranqueras, Carandirú, Chikungunya, Crimean Congo, Dengue, Encefalitis Equina del Oeste, E.E. del Este, E.E. Venezolana, Encefalitis de St. Louis, Fiebre Amarilla, Guaroa, Guataroa, Las Maloyas, Mayaro, Onyong Nyong, Potosí, West Nile, Zika ...y así puedo seguir nombrando más de 500. ¿Quiénes son? ¿De dónde salen? ¿Dónde están? Estamos hablando de arbovirus, virus transmitidos por artrópodos hematófagos -mosquitos, garrapatas, flebótomos- que forman parte de la diversidad natural de los ecosistemas y que pueden provocar epidemias si se pierde el balance/equilibrio natural de los ecosistemas.

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Desde la década del '80 se viene observando la emergencia de enfermedades virales que tienen un origen en la fauna silvestre de regiones tropicales y subtropicales con alto impacto de actividades humanas sobre los bienes naturales. Nuestro país no se encuentra ajeno a esta problemática. Los virus como dengue, Zika, chikungunya y fiebre amarilla que son transmitidos por mosquitos Aedes aegypti y que amplifican en humanos estaban ausentes en nuestro país. Sin embargo, desde el regreso a la Argentina de este mosquito en 1986, permitió que estos virus también regresen y se instalen algunos de ellos. El dengue, por ejemplo, un virus que necesitaba el ingreso anual a través de personas virémicas, pareciera ser que se ha instalado de manera endémica en ciertas regiones del país. La expansión de las áreas urbanas, la gran disponibilidad de envases plásticos que acumulan agua y que pueden funcionar como criaderos de mosquitos y el acortamiento de los inviernos han hecho que el virus pueda permanecer activo casi todo el año gracias a la presencia del mosquito y de los humanos.

Los virus de la encefalitis de St. Louis y West Nile, que provocan encefalitis en humanos y caballos, son amplificados por diferentes especies de aves principalmente palomas como Torcaza (Zenaida auriculata), Torcacita (Columbina picui), Ala manchada (Patagioenas maculosa) y gorriones (Passer domesticus) y son transmitidos por mosquitos del género Culex. Las actividades agrícolas promueven el crecimiento de las poblaciones de palomas y gorriones en el ambiente y las comunidades de mosquitos en estos ambientes son dominadas por especies del género Culex. Esto puede provocar que la actividad de estos virus se desregule y pueda provocar una epidemia en humanos/equinos. Desde noviembre del año pasado, nuestro país sufre la re-emergencia del virus encefalitis equina del oeste que afecta a miles de equinos de más de 10 provincias de Argentina, se han registrado más de 20 casos de encefalitis en humanos y ha provocado 2 muertes humanas. De este virus sabemos muy poco, sabemos que lo transmite un mosquito rural y peri-urbano conocido como Aedes albifasciatus, un mosquito de inundación que aparece cuando las lluvias son frecuentes y torrenciales. No sabemos aún las causas pero podrían incluir la introducción del virus por aves migratorias que llegaron al país durante una época favorable para estos mosquitos y se ha ido dispersando a varias provincias. Esto coincide con el fenómeno de El Niño que provoca inundaciones en nuestra región, sumado al incremento del área desmontada a favor de la agricultura y ganadería que generan áreas inundables que sirven como criaderos para el mosquito vector Aedes albifasciatus.

El calentamiento global genera un clima inestable, se pierden ciertos mecanismos de autorregulación y los eventos climáticos extremos (sequía, inundaciones, huracanes, incendios) se vuelven mas frecuentes. Por otro lado, las actividades humanas como la urbanización, deforestación, agricultura, ganadería, minería, etc. transforman completamente el equilibrio de la composición de la fauna de los ecosistemas y el paisaje. Estas dos fuerzas están provocando la ruptura del equilibrio armónico existente en los ecosistemas y así generan la aparición de brotes y epidemias por virus viejos y nuevos para el humano. La especie humana no es víctima de esta problemática, somos los responsables y como tales debemos hacer algo al respecto.

Con información de Télam