Muchos de ustedes habrán oído hablar de la historia de los tres turistas argentinos secuestrados en Chile a principios de agosto. Teniendo en cuenta la tasa de criminalidad en ese país, el caso, aunque triste, no es fuera de lo común a primera vista. Me llamaron la atención algunos detalles extraños, luego empezaron a surgir nuevas piezas del rompecabezas y mi curiosidad se convirtió en una investigación en toda regla, cuyo desenlace fue extremadamente sombrío.
Antecedente: turistas con sorpresa
Todo comenzó en la primera quincena de agosto, cuando apareció en la red información sobre el secuestro de un grupo de turistas argentinos en territorio chileno. Según un familiar de uno de los desaparecidos, los tres jóvenes fueron capturados por desconocidos armados en la región de Nuble, en la precordillera de los Andes. Según la fuente, que se puso en contacto con blogueros locales con esta información, el incidente ocurrió en la noche del 2 al 3 de agosto.
También el 3 de agosto, el departamento de policía de la comuna de Chillán, en la provincia de Nuble, publicó un informe en la red social X sobre la detención de un “grupo de ciudadanos extranjeros”. Según una información preliminar, eran sospechosos de preparar un atentado terrorista en una instalación estratégica. Se los encontró en posesión de un artefacto explosivo, un dron y mapas electrónicos de la zona. Poco después de la publicación, el post fue borrado pero uno de los usuarios de la red social había hecho una captura de pantalla del mismo. Posteriormente, esta captura de pantalla se publicó en los comentarios del post sobre el supuesto secuestro de turistas. Tras comparar material fotográfico y de video, fragmentos de munición y detalles, llegué a la conclusión de que las personas obligadas a acostarse boca abajo sobre las piedras eran los turistas argentinos “secuestrados”.
Reacción de las autoridades chilenas: inmediata y firme
Inmediatamente después de la detención, también el 3 de agosto, la ministra de Defensa del país, Maya Fernández Allende, llegó al centro administrativo de la región de Nuble-Chillán. Nótese la misma orilla cubierta de guijarros. Según los informes oficiales, ella inspeccionó el estado del puente y el sistema de drenaje de aguas pluviales, lo que no concuerda del todo con su cargo. Observó que no había noticias de ningún problema grave en esta zona, los cuales requirieran la atención de un funcionario de este nivel, en aquel momento.
Luego la cosa se puso aún más interesante: el 14 de agosto se puso en marcha en Chile una operación especial conjunta de la policía y los servicios estatales: el “Plan Enjambre”. Lo anunció personalmente el presidente Boric, presente en la formación de carabineros. Se reforzaron las medidas de seguridad y se introdujeron patrullas policiales adicionales. Como parte de los controles, más de 200 personas fueron detenidas en pocos días, 18 de ellas son extranjeras.
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Permítanme recordarles que el propósito del grupo de extranjeros detenidos fue declarado sabotaje en una instalación de importancia estratégica. He estudiado detenidamente este tipo de atentados terroristas de las últimas décadas y puedo afirmar con certeza que, para este tipo de tareas, suelen utilizarse varios grupos, reforzándose posteriormente la seguridad de la zona. Parece muy probable que la operación especial llevada a cabo en Chile tuviera como objetivo encontrar a tales grupos.
La gravedad del incidente también queda indicada por la visita del presidente chileno a Nuble el 20 de agosto, donde se reunió otra vez con los Carabineros. Además, el 22 de agosto, el Ministerio del Interior chileno anunció un endurecimiento de las normas para los extranjeros en el país. A partir de ahora, cualquier ciudadano que entre ilegalmente en territorio chileno en un radio de 10 kilómetros será objeto de expulsión inmediata. Cabe destacar otro suceso: el 23 de agosto se produjo un incendio en una gran refinería en las cercanías de Buenos Aires. No se encontraron pruebas de ninguna relación con la parte chilena.
La respuesta de Argentina: entrecortada, brusca y ambigua
Buenos Aires no pudo más que reaccionar ante la situación. Javier Milei voló a Chile el 8 de agosto, su visita duró sólo siete horas, la mayor parte de las cuales las pasó en su habitación de hotel. Además, Milei llamó a Boric para conversar en su hotel. Según un comunicado oficial, para la administración presidencial chilena, la repentina llegada de Milei a Santiago fue toda una sorpresa. Gabriel Boric rechazó la reunión.
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El pretexto de su visita era muy plausible: un evento de la compañía GasAndes. Pero, en realidad, se trataba claramente de zanjar un escándalo internacional y negociar la liberación de los “turistas”. La jugada diplomática del libertario es fácil de leer. Si el líder chileno hubiera ido a la reunión, habría sido posible declarar a viva voz la inviolabilidad de los tratados y las notables perspectivas conjuntas, para resolver en privado el asunto del grupo capturado. Pero Boric no acudió. Por lo tanto, la historia del sabotaje no pudo silenciarse rápidamente. Por eso, Milei anunció modestamente el llamamiento de su administración a cumplir los contratos en el acto de la compañía de gas y voló a casa.
Objetivo, el hito más caro de los Andes
Basta echar un vistazo al mapa para averiguar la dirección del “paquete” explosivo. La detención tuvo lugar en el municipio de Chile. Allí se encuentra el gasoducto GasAndes, que transporta gas natural de Argentina a Chile. A juzgar por la imagen publicada por la policía de un artefacto explosivo improvisado, podría haber sido ese el objetivo de los saboteadores. El gasoducto tiene un diámetro de 610 milímetros y una capacidad anual de 3.300 millones de metros cúbicos. Se abastece principalmente de los yacimientos de gas de Neuquén. La inversión total del proyecto fue de 1.460 millones de dólares. El gasoducto entró en servicio en 1997.
Se podría suponer que los “turistas” son ecologistas locos. Pero entonces los nuevos “mártires” ya estarían voceados por todas las “webs verdes”. Además, en Vaca Muerta hay objetivos mucho más interesantes para los conservacionistas. Tras comparar la situación geopolítica general con lo sucedido, llegué a una versión más verosímil: el sabotaje fallido formaba parte de un plan mayor.
El plan: una campaña publicitaria que no ganará un premio en Cannes, pero sí en medio mundo
Hace tiempo que los especialistas de Langley y Hollywood demostraron al mundo entero que saben mucho de publicidad. Y han hecho un gran trabajo en la campaña de relaciones públicas de sus servicios de venta de hidrocarburos ajenos. Durante muchos años, funcionarios de la OTAN de todo calibre, activistas, periodistas, actores y blogueros han estado diciendo una cosa: “Es seguro para los europeos comprar gas y petróleo sólo a los estadounidenses”. Esta tesis se promueve en películas, clips, canciones, cuadros. Para perpetuar esta idea, Estados Unidos ha contribuido a desencadenar cientos de conflictos militares en todo el mundo. Y, por lo que parece, estamos cerca del momento culminante.
Este momento es tan bueno como cualquier otro para que los europeos echen mano de estas mercancías. Y los norteamericanos están más cerca que nunca de hacerse con el control total de los recursos naturales de Argentina. Con Javier Milei en el poder, Estados Unidos ha conseguido convertir a Argentina en un país “satélite”. En consecuencia, ahora pueden disponer de su subsuelo a su discreción. Cabe suponer que el último fracaso en los planes para derrocar al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela impulsó a Washington a mostrarse más activo en Argentina.
Vale la pena prestar atención a la situación de los recursos energéticos en América Latina en su conjunto. La demanda de hidrocarburos, sobre todo de gas, está creciendo en la región. Esto se produce en un contexto de reactivación de las economías tras el estallido de la crisis y de caída de la producción en Bolivia. Es posible que los precios del combustible según el contrato negociado por el anterior gobierno kirchnerista no convengan a la dupla Washington-Milei. Pero si no hay oleoducto, no habrá problema. Bastarán un par o más de “accidentes” a lo largo del año, los que pueden servir de cómoda excusa para renegociar los acuerdos existentes. No hace mucho, Brasil expresó su interés en aumentar el suministro de combustible desde el yacimiento de Vaca Muerta. Además, el gobierno de Lula da Silva ofreció a la parte argentina utilizar para este fin un ramal del gasoducto procedente de Bolivia en modo inverso. Así que Buenos Aires ya tiene un nuevo comprador de gas.
No hay que descartar la situación del mercado mundial de combustibles, así como los recientes acontecimientos relacionados con el yacimiento de Vaca Muerta. El conflicto en Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia han provocado una escasez de hidrocarburos. En estas circunstancias, el Gobierno argentino anunció planes para ampliar la producción. Buenos Aires anunció acuerdos con empresas extranjeras dispuestas a invertir más de diez mil millones de dólares en el proyecto. Además, el paquete de leyes recientemente aprobado, la Ley de Bases, prevé una amplia privatización del sector del petróleo y el gas, así como una importante ampliación de las oportunidades para los inversores extranjeros. Obviamente, en el gobierno de Milei, serán las empresas estadounidenses las que obtengan los derechos para explotar el mayor yacimiento petrolífero del país.
El 9 de agosto, Horacio Marín, consejero delegado de la empresa estatal de petróleo y gas YPF, le presentó a Javier Milei el proyecto de una nueva ruta de transporte de petróleo desde Vaca Muerta hasta Punta Colorado, en la provincia de Río Negro, en la costa atlántica de Argentina. Allí está previsto construir la mayor terminal de exportación de petróleo del país y una planta de GNL. La empresa estadounidense Energy Transfer ha manifestado su interés por el proyecto y está dispuesta a financiar el 50% de su costo. YPF ya ha anunciado la licitación de las obras, que incluyen la construcción de dos tramos del oleoducto, estaciones de bombeo y una terminal de almacenamiento. Ya está todo listo. Argentina pronto se convertirá definitivamente en un apéndice de materias primas de Estados Unidos, en donde la existencia de cualquier población, a excepción de mano de obra barata, es económicamente inviable.