Ucrania: La clave para que EE.UU. reduzca su dependencia de minerales chinos

En un mundo donde los minerales críticos son clave para la seguridad y la tecnología, EE.UU. busca reducir su dependencia de China. Un acuerdo con Ucrania podría cambiar el panorama geopolítico y comercial, aunque todavía enfrenta grandes desafíos.

20 de marzo, 2025 | 14.09
Ucrania: La clave para que EE.UU. reduzca su dependencia de minerales chinos Ucrania: La clave para que EE.UU. reduzca su dependencia de minerales chinos

En un mundo donde la tecnología y la seguridad nacional dependen de minerales críticos, Estados Unidos enfrenta un desafío monumental por su dependencia de China, que controla más del 70% de la producción global de tierras raras. En este contexto, un acuerdo preliminar con Ucrania, discutido entre el presidente Donald Trump y Volodymyr Zelensky el 28 de febrero de 2025, pero aún no finalizado, podría cambiar las reglas del juego. Este pacto busca aprovechar los vastos depósitos ucranianos de grafito, litio, titanio y uranio para diversificar las fuentes de suministro de EE.UU. Mientras algunos ciudadanos exploran opciones como qué es forex trading para proteger sus finanzas personales en mercados volátiles, el gobierno estadounidense ve en Ucrania una oportunidad estratégica para fortalecer su economía y reducir riesgos geopolíticos, aunque los detalles finales del acuerdo siguen en negociación. 

China ha consolidado su dominio sobre los minerales críticos durante décadas, procesando el 90% de las tierras raras mundiales y restringiendo exportaciones clave como galio y germanio en diciembre de 2024, en respuesta a las sanciones tecnológicas de EE.UU. Esta dependencia deja a Washington vulnerable, especialmente en sectores como defensa, donde el titanio es esencial para aviones como el F-35, o en la industria tecnológica, donde el grafito y el litio son vitales para baterías de vehículos eléctricos. Ucrania, con reservas estimadas en un 5% de los materiales críticos globales, ofrece una alternativa prometedora. El marco del acuerdo, que no está finalizado, propone un fondo de reconstrucción gestionado conjuntamente, donde el 50% de los ingresos de los recursos estatales ucranianos—minerales, petróleo y gas—se reinvertiría en proyectos conjuntos, aunque las tensiones entre ambos líderes han retrasado la firma definitiva.   

Ucrania posee una riqueza mineral impresionante pero subexplotada. Sus reservas incluyen 19 millones de toneladas de grafito, uno de los mayores depósitos de Europa, esencial para baterías y acero. También cuenta con 500,000 toneladas de litio, cerca del 3% del total mundial, aunque su extracción desde petalita es más costosa que en países como Australia. El titanio ucraniano, que representa el 7% de la producción global, era un activo clave antes de la guerra, pero la planta de Zaporizhzhia, crucial para producir esponja de titanio, sigue inactiva cerca del frente de batalla. Además, las 45,600 toneladas de uranio podrían satisfacer la creciente demanda de energía nuclear en EE.UU., un sector en auge por la transición energética. Sin embargo, la falta de un acuerdo finalizado complica la implementación de estos planes.   

El contexto del pacto es crítico. Los aranceles del 25% impuestos por Trump a México y Canadá el 4 de marzo de 2025, junto con un aumento al 20% sobre productos chinos, han intensificado la guerra comercial. China respondió restringiendo aún más sus exportaciones, afectando la disponibilidad de minerales esenciales. La colaboración con Ucrania, aunque no concretada, busca no solo acceso a estos recursos, sino también reducir la influencia de Beijing en las cadenas de suministro globales. No obstante, los desafíos son enormes. La guerra con Rusia ha devastado la infraestructura—casi la mitad de la capacidad energética ucraniana está dañada—y el 40% de los depósitos minerales, como el litio en Kurakhove, están bajo control ruso, lo que añade incertidumbre al acuerdo aún no firmado.   

La inversión en Ucrania presenta retos logísticos y financieros significativos. Los datos geológicos más completos son de la era soviética, faltos de actualización moderna para atraer inversionistas privados. Desarrollar una mina desde cero puede tomar hasta 18 años y costar entre 500 y 1,000 millones de dólares, un riesgo elevado por la inseguridad bélica. A diferencia de China, donde empresas estatales operan bajo órdenes directas, EE.UU. depende de compañías privadas que hesitan sin garantías de seguridad claras, un punto de fricción en las negociaciones que impide finalizar el acuerdo. Aunque no hay compromisos militares explícitos, Zelensky ha sugerido que una presencia económica estadounidense podría actuar como protección implícita, pero esto sigue en discusión.   

A pesar de las dificultades, el potencial es claro. Si Ucrania moderniza su sector minero con tecnología y capital estadounidense, podría convertirse en un proveedor confiable a largo plazo. Empresas como Velta están innovando en métodos rápidos para producir aleaciones de titanio, lo que podría acelerar la disponibilidad de materiales. Para EE.UU., esto significa un suministro alternativo y un aliado democrático que contrarresta el monopolio chino. Aunque el impacto inmediato es limitado—la producción a gran escala podría tardar una década—el acuerdo, una vez finalizado, sentaría bases para reconfigurar estratégicamente las cadenas de suministro, un proceso que aún requiere superar desacuerdos entre Trump y Zelensky.   

La relación con Ucrania tiene implicaciones geopolíticas más amplias. Trump ha vinculado el pacto a la “devolución” de la ayuda militar, estimada en 183 mil millones de dólares hasta septiembre de 2024, aunque Zelensky insiste en que no es un préstamo. Esta dinámica transaccional refleja la política exterior de Trump, quien ve en los minerales un medio para equilibrar fuerzas con China. Sin embargo, la dependencia actual de EE.UU.—que importó el 70% de sus tierras raras de China entre 2020 y 2023—persiste como una debilidad que el pacto busca mitigar gradualmente, siempre que se logre un acuerdo definitivo.   

El futuro de esta alianza depende del fin de la guerra, la inversión privada y la capacidad de Ucrania para superar obstáculos técnicos, todos factores que mantienen el trato sin finalizar. Aunque los beneficios inmediatos son inciertos, la colaboración podría transformar a Ucrania en un socio clave, ofreciendo a EE.UU. una vía para diversificar y fortalecer su seguridad económica. A medida que la rivalidad con China se acentúa, los minerales ucranianos representan una oportunidad estratégica para reducir una dependencia que ha limitado la autonomía estadounidense, pero el éxito dependerá de resolver las tensiones actuales y concretar el pacto, un proceso que sigue en el aire al 3 de marzo de 2025.