Conocé la Chaya, el multitudinario festival que es un éxito todos los veranos

Esta mítica celebración cuenta con muchos años, lo que la convierte en un emblema del verano argentino.

11 de febrero, 2024 | 14.32

Como ya es costumbre, el febrero riojano se caracteriza por la celebración de la Chaya en Chilecito, situado en el Valle Antinaco-Los Colorados. Se trata de un carnaval ancestral que con música, corsos barriales, carrozas, comparsas, disfraces, harina y albahaca, reúne al pueblo riojano.

Según cuenta la leyenda, Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Pujllay, joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como ella, al no ser debidamente correspondida, se internó en el monte a llorar sus penas y desventuras amorosas, desapareciendo en él para siempre. Desde entonces, suele retornar anualmente, hacia mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia.

Se trata de un festejo pagano que une las tradiciones carnavalescas de los conquistadores europeos con las celebraciones por las buenas cosechas y el agradecimiento a la Pachamama de los pueblos originarios. En la región, los Diaguitas fueron quienes comenzaron con esta tradición.

En todos los pueblos, los barrios y las calles de la provincia se mezclan harina, albahaca y vino para celebrar una tradición ancestral. Durante el verano esta celebración toda todo el protagonismo en las calles riojanas con coloridos matices y el agregado de una gran cuota de cultura.

En este sentido, se podría decir que es una celebración similar al carnaval del noroeste argentino, ya que se vive en las calles y a cielo abierto. Los topamientos en los barrios, el Festival de la Chaya, las fiestas de harina y albahaca y los corsos carnavalescos se mezclan en cada rincón de la provincia para unir a los pobladores.

Uno de los momentos clave de la Chaya son los topamientos, que son los enfrentamientos amistosos entre los hombres y las mujeres que, al llegar al centro de la calle se arrojan agua y harina como símbolo de confraternidad.

En los topamientos barriales, el Cumpa y la Comadre son los personajes que comandan la ceremonia, que tiene a un muñeco del Pujllay presidiendo la fiesta. Cada barrio tiene su particular liturgia chayera, en la que se incluyen además de los topamientos, las fogatas, los juegos con agua y barro, y la música y el baile.

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