Propuesta educativa por el centro clandestino de la ex ESMA "hace a la construcción de memoria"

18 de noviembre, 2023 | 18.11

Estudiantes y docentes de la Maestría en Comunicación y Derechos Humanos de la Universidad de La Plata destacaron el "valor pedagógico" de conocer qué sucedió en los centros clandestinos de detención, ya que "hace a la construcción de memoria y de verdad", tras una visita a la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), de la que participó a la ex jueza María del Carmen Roqueta, quien en 2012 condenó al dictador Jorge Rafael Videla.

El grupo, que nucleaba a unas 40 personas de diferentes edades y nacionalidades, transitaba y "llenaba de vida" cada lugar en donde funcionó el centro clandestino durante la última dictadura cívico-militar, en el que estuvieron detenidas alrededor de 5.000 personas.

"Esto fue una escuela de la Armada que se convirtió en un centro clandestino, lo cual es parte de la resignificación que le queremos dar al espacio, sin olvidarnos nunca de la historia que sucedió acá", contó a Télam Paula Donadío, militante de la agrupación H.I.J.O.S. desde hace más de 10 años, sobre el sitio de memoria que fue declarado este año Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.

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La joven de 38 años comenzó su participación en esta organización por su historia familiar, que está atravesada por el espacio. Su madre es sobreviviente de este centro clandestino, tiene dos tíos desaparecidos y otros dos tíos asesinados por los grupos de tareas de la ESMA.

"Buscamos espacios donde poder contar la historia. Nos parece que eso en sí mismo es una promoción de derechos humanos: dar instancias públicas y gratuitas y de calidad", explicó sobre uno de los trabajos que impulsan desde La Casa de la Militancia de H.I.J.O.S, uno de los 35 edificios del predio de la Ex ESMA. que ocupa 17 hectáreas en el barrio porteño de Nuñez.

Para Donadío, y en relación al estudiantado presente, "el periodismo tiene que atenerse a los hechos, a la verdad, comunicar estas cosas y saber comunicarlas", mientras reconoció que "es difícil hablar de estos temas" pero "hace a la construcción de memoria y de verdad".

En este sentido, destacó que actualmente hay más de 10 juicios por delitos de lesa humanidad que "no están siendo cubiertos por el periodismo", los cuales se pueden conocer en www.juiciosdelesahumanidad.ar.

La visita fue una propuesta de la docente María del Carmen Roqueta para sus estudiantes en el marco del dictado de la Maestría en Comunicación y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de La Plata, dirigida por Flavio Rapisardi, que en esta oportunidad se desarrolla enteramente en la ex ESMA y es 100% becada para el alumnado.

Las y los estudiantes, entre quienes se encontraban personas de distintas nacionalidades, como de Chile, Brasil, Colombia y Paraguay, además de familiares de desaparecidos e inclusive de represores, escuchaban con atención las palabras de Donadío y luego de la guía que acompañó la recorrida.

"La memoria y el 'Nunca más' de Argentina fueron vitales en Colombia para poder pensarnos contando la verdad desde las víctimas del conflicto armado con las FARC que hoy llamamos genocidio", contó a Télam Yesica Jaramillo, de 29 años, una de las estudiantes de la maestría que llegó hace ocho años al país desde Riosucio (Colombia).

"Conocer la historia de las personas que pasaron por este tipo de aberraciones es importante, ya que brinda sensibilidad para seguir aportando a lo que estamos haciendo, una sensibilidad que no debemos olvidar", agregó.

El recorrido por el ex Casino de Oficiales, donde funcionó el centro clandestino de detención, comenzó en una sala de esparcimiento en la planta baja, donde en aquel momento había una barra y un pool, dos pisos abajo del lugar en el que permanecían las personas secuestradas.

Cuando el estudiantado subió hasta ese lugar, que los oficiales llamaron "capucha" ya que las y los secuestrados estaban con una capucha en la cabeza todo el tiempo, pudieron ver las "cuchas" donde vivían de 2 metros de largo por 0,7 de ancho.

Las salas iluminadas con una mínima luz artificial porque las ventanas estaban tapiadas, los rostros tapados y la designación de cada persona por números en vez de nombres formó parte de "una deshumanización, cosificación y tortura psicológica" llevada adelante por los militares, detalló la guía del Museo Sitio Memoria ESMA.

También recorrieron el sector de embarazadas, creado en 1977, por donde transitaron más de 30 mujeres secuestradas en este y otros centros clandestinos durante el terrorismo de Estado; además el 'pañol', nombre con el que la Armada hacía referencia al sitio destinado al depósito de provisiones en un buque, que para esta ocasión fue utilizado para nombrar al lugar donde se almacenaron los bienes que fueron robados a las personas desaparecidas.

Finalmente transcurrieron por la pecera donde se hacía "trabajo esclavo a instancias de carácter intelectual, como redacciones de noticias, gacetillas, traducciones de noticias del extranjero, análisis políticos"; y por el sótano, destinado a practicar la tortura contra las y los detenidos.

A Mercedes Molina, que es docente universitaria y otra de las estudiantes de la maestría, le costó transitar el recorrido, pero quiso hacerlo como parte de un compromiso que siente por ser hija de un genocida, tal como ella lo nombra.

"Por mi educación y formación, viniendo de una familia de un represor, la comunicación me resulta compleja. Es muy difícil romper el silencio. Como es una maestría en comunicación pensé en que era mi oportunidad", compartió la mujer a Télam.

A Molina la "ayudó muchísimo escuchar el testimonio y ver la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo" para animarse a decir "me cruzo de vereda" y repudiar el accionar de sus familiares.

"Asumí el compromiso no solo por mí sino también por otros familiares que no se animan a dar ese paso de ser desobedientes. A los genocidas lo que les molesta es que su propia sangre se haya revelado. Ese pacto de silencio lo rompimos", dijo la mujer, quien considera que es necesario "cuidar la democracia".

La docente de la maestría y ex jueza, María del Carmen Roqueta, quien en 2012 condenó al dictador Rafael Videla por la práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de menores de edad, acompañó el recorrido del estudiantado, como docente a cargo.

Roqueta se jubiló del Poder Judicial en 2017 y dos años después fue distinguida por la Legislatura porteña como personalidad destacada de los Derechos Humanos en reconocimiento a su compromiso en la restitución de la identidad de menores apropiados durante la dictadura, a partir de su rol en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés.

"A 40 años de democracia creo que hay valores que tenemos que seguir sosteniendo y manteniendo: la democracia, la república y la libertad, un término que tenemos que utilizarlo todos. También el votar y ser votados. Y sobre todo, la memoria, la verdad y la justicia", concluyó Roqueta.

Con información de Télam