Por Agustina Murcho, Lic. en Nutrición (M.N. 7888 / M.P. 3196), especialista en Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA).
Llegan las fiestas y empezamos a pensar que vamos a tener "atracones", es algo que se escucha por todos lados y hasta nos lo hacen creer algunos posteos en redes sociales o notas en medios de comunicación. Nos meten en la cabeza que en los días festivos la gente tiene "atracones", o consume mucha más comida de lo normal de forma rápida, sin pensar, sin medir y la realidad es que, muchas veces, eso no es así.
Para entender esto debemos saber ¿qué es, en realidad, un atracón? Tener un atracón responde a vivir una situación en la que la persona, en general, come una cantidad enorme de comida y lo hace en soledad, con sentimientos de angustia, enojo, tristeza, culpa, vergüenza. Esto se da muchas veces cuando alguien está intentando "anestesiarse", no pensar, evadir situaciones problemáticas o angustias que se despiertan por determinadas cuestiones propias de cada uno.
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Cuando llegan las fiestas muchas veces uno se enfrenta a situaciones sociales que pueden desencadenar ansiedad y angustia. Se puede dar si una persona se encuentra en un lugar donde no quiere estar, por ejemplo, en casas de familiares donde no se está cómodo, entonces la persona come y come para no sentir.
Para evadir el sentimiento de angustia o de ansiedad que le despierta la situación concreta. Pero al fin y al cabo son situaciones puntuales. Cuando se habla de "atracón" en días festivos, se refieren a una sobreingesta en una situación social, que nada tiene que ver a un atracón: participar de una celebración y disfrutar de una buena comida no tiene por qué ser un atracón.
Tenemos que dejar de ver a las fiestas o fechas especiales como un problema relacionado a la alimentación. De esta manera sólo logramos seguir generando culpa, ese sentimiento que nos lleva tan directamente a la dieta restrictiva -escuchamos cosas como "el lunes empiezo" o "es la última vez que como así"- y después a un descontrol: ese es el verdadero problema. Restringirse nunca va a ser una buena solución, más bien, será lo que desencadene otros conflictos.
Tenemos que empezar a relajarnos y sacarle el foco tan excesivo a estas fechas, porque no nos permite disfrutar y hay personas que hasta piensan en no ir porque tienen miedo de comer mucho. Así nos perdemos eventos y situaciones de la vida que son lindas, sólo por el hecho de no comer o por la culpa de hacerlo "en exceso". Hay momentos que no vuelven y después, probablemente, nos vamos a arrepentir.
Otro tema en el que debemos profundizar es que, sobre todo en estas fechas, se pone el foco a las calorías, o cuánto ejercicio hacer después de comer pan dulce, de cuánto "engordas" después de las fiestas, vemos frases como "en una noche podes comer lo mismo que en una semana" y demás. No se hace más que dramatizar y generar miedos.
Es hora de que se escuche algo distinto, que se escuche lo mal que puede hacernos realizar dietas antes y después, las consecuencias; es necesario que se hable del disfrute, de comer lo que nos gusta y dejar de pensar que las fiestas son peligrosas y que tenemos que "sobrevivir", como si estuviésemos en medio de un accidente.
Obviamente no están buenos los excesos y hay que aprender a estar en los grises, lo cual no es fácil, pero para eso estamos los profesionales que tomamos al paciente como un ser humano y no como un robot que cuenta calorías y que tiene que salir a correr después de comer.
Detrás de cada uno hay una historia, y muchos comen "por esa historia" y no solo por hambre o por puro placer. Entonces dejemos de hacernos tanto drama por algo que tiene que ser lindo, dejemos de pensar que vamos a cometer un delito y cambiemos la cabeza, porque todo esto sólo nos genera obsesiones y una peor calidad de vida.
Con información de Télam