Sensible reivindicación por parte de Irina Alonso de una mujer vulnerada que fue real

24 de junio, 2022 | 12.53

(Por Héctor Puyo).- La actriz Irina Alonso es también dramaturga y directora de "La Mudita", un unipersonal en el que vuelve a hurgar en el pasado de su familia, personificando a una tía abuela de vida atormentada y que con enorme sensibilidad y sentido de lo teatral vuelca los domingos por la tarde en la sala porteña del Celcit.

La pieza forma parte de un cúmulo de investigaciones y recuerdos personales de la intérprete junto a su hermana Ingrid Pellicori -hijas de los recordados Ernesto Bianco e Iris Alonso- que redundaron en el espectáculo-collage "Papá Bianco y los Alonso", estrenado en 2020 en Teatro del Pueblo, donde a través de escritos, cartas, fotos, música y videos se recorría la historia íntima de un numeroso grupo familiar atravesado por el teatro y el arte.

En la oportunidad, Alonso entra en la piel de Inés Bianco, una peluquera de barrio indecisa y torpe, que anuncia al público que aún no tiene abierto su negocio por razones particulares y llena el vacío con conversaciones banales, algo de la indiscreción atribuida a su oficio y en la que compendia los relatos de sus clientas, aunque de entrada se intuye que debe haber algo más.

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Mientras tanto da consejos de belleza, especula sobre qué peinado conviene de acuerdo a la forma de cada rostro –conceptos aprendidos de los cursos de peluquería y maquillaje que recibe por correspondencia-, da consejos sobre elementos de limpieza y pulcritud y comenta las canciones que escucha por radio, aunque no sobre la tumultuosa realidad política del país en el momento; se ve que no es lo suyo.

La puesta ofrece en principio un distanciamiento que se evapora de a poco: hay colores, objetos, un vestuario y hasta entonaciones de un lenguaje que suena pasado de moda, porque la obra se desarrolla determinado día de cierto año, cuando se cumplen dos décadas exactas del hecho que desata la historia.

La acción se desarrolla un domingo –el personaje aclara que no abre los lunes- de 1975 y Alonso se vuelve vulnerabilidad, recato, timidez, ataviada con una peluca posiblemente de "kanekalon" que resalta las características de su criatura y marca la época, del mismo modo que las revistas que aporta para su salón, que hablan de romances y otras particularidades de la farándula.

Todo en ella parece intrascendente, de filosofía barrial expresada a base de complicidad, en un total que si no fuera por lo oculto, lo inconfesado, lo que está por brotar en cualquier momento, se diluiría en lo vano.

Como anécdota, figura el origen de su apodo: de niña, "La Mudita" fue obligada por sus hermanos mayores a presenciar el asesinato de un gato como simple travesura de muchachos y fue tal el impacto que esa imagen impregnó en ella que estuvo muchos períodos sin articular palabra: ese fue el preludio "varonil" de su tragedia posterior.

Alonso aprovecha el físico menudo, la delicadeza de su movimiento de manos, la voz por momentos atorada para dibujar a esa mujer que pasa de lo intrascendente a relatar un hecho escondido que hirió su vida y la persiguió angustiosamente hasta el final: hubo un hombre, el padre de su hija, del que ofrece pequeños pantallazos y que poco a poco se revela como un sujeto violento y tramposo, cuyas huellas aún anidan en la personalidad de la peluquera.

Ese hombre utiliza recursos legales de la época, fragua una escena de infidelidad en la que ella es culpable y se apropia de la niña, la interna en diversos institutos religiosos de la provincia de Córdoba, por los que Inés Bianco ingresa en un peregrinaje infinito, humillante, con esporádicos encuentros con su hija y el consuetudinario maltrato de las monjas que la cobijan.

Es que entonces aún regía la Ley de Patria Potestad que otorgaba la responsabilidad de los menores al padre y para la que la madre era simplemente una acompañante inevitable y menor, con deberes pero sin derechos; esa ley naturalizada por la sociedad argentina rigió hasta 1985, cuando fue derogada por el Congreso Nacional durante el alfonsinismo.

Faltaban aún dos años para que el país consagrase la ley de divorcio vincular, que hizo mucho más ruido por su repercusión en los medios y las conspiraciones inevitables de ciertas instituciones.

La nueva ley se llamó de Patria Potestad Compartida y reconoció los derechos de las mujeres respecto de sus hijas e hijos, aunque desde la aprobación del nuevo Código Civil en 2014 ya no se habla de "patria potestad" sino de "responsabilidad parental".

El drama de Inés Bianco, quien perdió finalmente el rastro de su hija -que podría estar viva al día de hoy-, es significado por Irina Alonso como el de miles de mujeres sometidas a una legislación patriarcal que no tuvo en cuenta a una mitad sufriente de la población, mientras afuera el carnaval del mundo gozaba y se reía. Es el homenaje a la memoria de su tía abuela.

La escenografía de Eva Córdova dibuja un salón de peluquería algo desordenado, previo a un repaso de su propietaria, y coincide con la iluminación de Lucas Orchessi en crear un espacio sin artificios, que le permite a la actriz entrar en el juego de su personaje y explorar la catarsis en una identificación que admira y emociona.

"La Mudita" tiene vestuario de Belén Pallotta, asistencia de dirección de Nury Bertone y dirección actoral de Pablo Caramelo. Se ofrece en la sala de Moreno 431, barrio de Monserrat, los domingos a las 16. El Celcit ofrece entradas sin cargo para menores de 25 años y mayores de 65.

Con información de Télam