(Por enviado especial, Pedro Fernández M.).- La presentación en el Festival de Teatro de Rafaela de la inquietante e íntima "Un hueco" -en el vestuario del Club Atlético y ante un reducido aforo de 40 personas- a cargo de una compañía mendocina y el estreno de "Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual" por el grupo Teatro Casero de la Comarca Andina, comenzaron a mostrar algunos de los rasgos de una potente escena que se desarrolla en distintos puntos del país.
También se vio en la segunda jornada de funciones oficiales del encuentro teatral que transita su decimoséptima edición y es una referencia para las muestras escénicas de carácter federal "Quería llorar", teatro de jóvenes y "Un poco más", espectáculo circense, desarrollados ambos a partir de los Laboratorios Creativos que produce y promueve Rafaela, con artistas locales y directores invitados.
"Un hueco", con dramaturgia de Juan Pablo Gómez, es una nueva versión de la pieza que con puesta de su autor se vio en este mismo festival 12 años atrás, ahora a cargo de Agustín Daguerre en la dirección y con las actuaciones de Darío Martínez, Marcelo Díaz y Cristian Di Carlo, teatristas mendocinos, además del acompañamiento en guitarra de David Bajda.
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La obra se desarrolló en uno de los espacios no convencionales que propone el festival y que este año abarcan lugares como un museo y el cementerio, en un espacio de escasas dimensiones, con una pequeña grada para 40 personas y creando un clima algo mortecino, íntimo y ruinoso para la historia triste de tres amigos que vuelven a reunirse en el pueblo ante la muerte de un cuarto camarada.
La cuestión es que, debido a la fobia que padece uno de ellos -venido de Buenos Aires-, que necesita "aclimatarse" antes de salir a enfrentar a la gente, los tres se encierran (un hueco físico aunque también anímico donde resguardan un pasado que murió hace rato) en el vestuario del club donde velan al amigo y allí permanecen, siguiendo a distancia los acontecimientos del velorio.
Un tono propio y convincentes performances de los tres actores en escena para una pieza cargada de tensión y donde las cercanías y las demandas se suceden unas a otras con preciso ritmo marcan el tono levemente oscuro de un magnífico texto, lleno de hallazgos dialógicos, creado por Gómez más de una década atrás y que mantiene toda su potencia y actualidad.
De lo que hablan estos amigos, encerrados en un vestuario, ocultos en el hueco que ellos mismos cavan, es no solo del chato horizonte pueblerino que desgasta y somete sino de un sinsentido más general, abstruso, construido imperceptiblemente, que se levanta como un muro sin fisuras y se impone a vidas aún jóvenes pero que parecen ajadas para siempre.
Otras fueron las intenciones, el color, la pulsión y el lenguaje de "Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual", con libro de la chilena Carla Zuñiga y que bajo la forma de una comedia exagerada y sobreactuada siguiendo los cánones del melodrama televisivo, con muchas pelucas, cambios de género y una banda musical ejecutada por los mismos actores se presentó en el teatro La Máscara, uno de los espacios de la escena independiente rafaelina con dos décadas de trayectoria y fuertemente vinculada al festival.
"Yo también quiero..." propone el juego de la desmesura, la falsificación, el decorado, el engaño, y lo lleva a extrema sin traicionarlo nunca, para abordar cuestiones como el transgénero, la violencia sobre las mujeres, los amores callados y posibles y las construcciones identitarias en una puesta que no apunta en una dirección sino que dispara significantes múltiples.
El espectáculo comienza con una canción y hay una banda de música (cantante, batería, bajo, teclados, máquinas y electrónica) compuesta por los mismos actores que dejan sus instrumentos para jugar sus partes dramáticas en un desfile de escenas, a veces al modo de un sketch, que vuelven sobre una idea base de raíz feminista.
La obra está interpretada por los músicos y actores Guido Arena, Leonardo García, Kevin Orellanes y Francisco Pichetto y la actriz y cantante Aravinda Juárez, con dirección de Darío Levin y Luciano Delprato.
En el anochecer y ante un desbordante Cine Teatro Manuel Belgrano con 1100 localidades agotadas se vio la propuesta circense local "Un poco más", con dirección de Ana Gurbanov y artistas locales que habitualmente trabajan semáforos y espacios públicos con sus destrezas.
Bien estructurado, con ritmo, acertado manejo de luces, humor y destrezas, "Un poco más" fue festejado por una platea familiar y rafaelina que colmó la sala y respondió en excelente forma a lo que venía del escenario.
Más temprano se conoció "Quería llorar", con dirección de Francisco Benvenutti y que fue la culminación del trabajo del Laboratorio Escénico Creativo de Jóvenes, que propusieron una pieza con fuertes acentos en las pertenencias histórico geográficas y las biografías personales.
Con información de Télam