Gamer, una vida más, serie de comedia disponible en Flow, se sumerge en el mundo de los e-sports a través de la historia de un cuarentón recién separado y en medio de una crisis personal que intenta recuperar un pasado de gloria en el que fue una leyenda de los videojuegos en la época de los cíber, con la idea de reírse con los gamers y no de ellos.
La idea era no ridiculizarlos, no estereotiparlos, no estigmatizarlos, recuerda en charla con Télam el creador y director de la serie, Jonathan Barg, parte de la productora Planta Alta y partícipe de elogiadas series como Cumbia nena, Broder, Clorofilia y Pepper, todo por un like.
La trama de Gamer, coproducción con el Ministerio de Cultura de la Nación y la Secretaría de Medios y Comunicación Pública tras ganar el concurso Renacer Audiovisual, sigue a Oscar (Nicolás García Hume), que en un mal momento de su vida busca reconectarse con sus años dorados a través de lo que mejor supo hacer.
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Dos décadas atrás fue uno de esos cracks de los videojuegos que congregaban espectadores alrededor de su cubículo en Fénix, el cíber en el que trabajaba y jugaba. Nuevamente en contacto con los comandos del teclado y el mouse, se da cuenta de que es tan bueno como antes, pero el ambiente cambió.
Ahora los gamers pueden ser profesionales y jugar campeonatos por mucho dinero, y el tremendo choque generacional golpeará particularmente cuando se una a los Warriors, el equipo de e-sports conformado por dos chicas y un chico que tienen edad para ser sus hijos.
Con ocho episodios de entre 20 y 30 minutos, la propuesta saca provecho a las dotes cómicas del paraguayo García Hume, que viene de éxitos en roles más dramáticos, como en El reino o El Tigre Verón, y pone el ojo en los vínculos más que en las peculiaridades de los ases de los e-sports (como sí hacía, en una operación que resultaba más burlona, la serie estadounidense anclada en ese mismo panorama, "Players").
Desubicado y aplastado por sus circunstancias en la vida, Oscar se gana -no sin reticencia inicial- un lugar en los Warriors, que ven en él a un viejo pelado que no les puede traccionar seguidores en redes pero sí puede ser la pieza que faltaba para aspirar a ganar títulos.
Junto a él, el elenco presenta a Charo López, Rocío Hernández, Yamila Ostrower, Francisco Bereny y la participación especial de Martín Slipak, que encarna al antagonista del relato un antiguo conocido de Oscar devenido en figura de los deportes electrónicos.
Télam: ¿Cómo nace Gamer?
Jonathan Barg: La serie nace en pandemia; un poco leyendo notas y viendo en ese momento que había algo que empezaba a crecer y de lo que yo no entendía mucho. Me acuerdo de ver una nota que era que había un evento de un juego, creo que de League of Legends, que había superado la audiencia de un evento deportivo tradicional. Me sorprendió y me interesó ese universo.
T: ¿Cuál era tu experiencia con los videojuegos?
JB: La verdad es que jugué juegos de chico en consolas; comparto un poco la generación del protagonista. Nunca jugué demasiado, pero sí tuve un momento ahí en la adolescencia de salir de la secundaria y meterme en los cíber a jugar. Siempre fui bastante malo, pero me gustaba el mundillo. En ese momento yo recuerdo que había pibas y pibes que jugaban bien y la gente se juntaba a ver, los aplaudía, pero el techo era ese. Y hoy con ese mismo talento, con esas habilidades, alguien puede tener un contrato y sponsors, y trabajar.
Y después investigando un poco el mundo tratando de conocerlo, un día que para mí fue bastante clave, fui a Tecnópolis a la feria gamer del año pasado y realmente me sentí un extraterrestre. Me voló la cabeza; me aterró un poco primero y después dije wow, hay que hacer algo con esto y un poco ahí se empezó a gestar.
T: Hubo que hacer entonces una cierta investigación de un mundo que no dominabas. ¿En qué consistió? ¿Tuviste asesoramiento de gamers?
JB: Nosotros también hicimos una serie para Flow que se llama Pepper, sobre los youtubers, cuando muchos todavía no sabían lo que era. Y la idea igual que en ese momento fue ser muy respetuosos, cuidar el verosímil y reírnos con los gamers y no de ellos. Y para eso era clave que la investigación fuera importante. En un momento hasta nos llevó a vincularnos con Krü, el equipo del Kun Agüero, en un proyecto que arrancó como investigación y que terminamos acompañándolos a ellos en el armado del espacio que tienen en su gaming house.
Para la serie tuvimos un coach, un gamer que coacheaba a los actores para ver cómo agarraban el mouse, cómo agarraban el teclado. Fuimos cuidadosos en todo eso y también en acercarnos a los conflictos que están por afuera del solo hecho de jugar.
Hubo de todo: desde ir a ferias, ver competencias, ponerme a jugar. Este es un mundo muy estricto, muy exigente, y entonces una de las elecciones fue inventar un juego para la serie, no usar un juego existente, para poner las reglas que queríamos y hacerla funcional a la historia.
T: ¿Cómo trabajaste ese choque generacional? Porque no ocurre solo en pantalla, sino que de verdad Nico García Hume es mucho más grande que sus compañeros.
JB: Se armó algo que estuvo bueno, y el choque que se veía en pantalla también estaba entre ellos pero de una forma divertida. Pasaba un poco lo mismo; en seguida conectaron y armaron un equipo con mucho amor a pesar de la diferencia generacional. Ya desde los ensayos se veía que iba a funcionar muy bien.
T: En los últimos años se ha vuelto una suerte de subgénero el de las historias de personajes de más de 40 en crisis, desencantados con cómo resultó la vida y ante la necesidad de rearmarse. ¿Por qué creés que se popularizó como tema?
JB: Me parece que es un momento en el que se ve un futuro complicado en todo sentido. Creo que llegar a los 40 por un lado es la caída de los sueños propios para algunos, pero sobre todo está esta cosa de que no cambiamos el mundo, ¿no? Y que tampoco lo mejoramos demasiado.
Y en ese sentido yo creo que la comedia tiene mucho para hacer ahí, porque creo que hay que sacarle el dramatismo, hay que hablar, hay que poner la conversación ahí. Y es un buen momento de la comedia argentina, tenemos un humor a prueba de todo y muy desarrollado un poco a partir justamente de las crisis.
Con información de Télam