(Por Hernani Natale).- Carlos Vives se convirtió anoche en un encantador guía de turismo que condujo al público que colmó el Movistar Arena, del barrio porteño de Villa Crespo, en un viaje por la tradición musical de su Colombia natal traducida a un lenguaje moderno de sonoridades rockeras, en el concierto ofrecido en el marco de su gira por sus 30 años de recorrido artístico.
En poco más de dos horas de concierto, y acompañado por una descomunal banda, el oriundo de Santa Marta repasó algunas de las páginas más ilustres de su repertorio, en las cuales la cumbia marcó el pulso estilístico, aunque desde la reconocida mirada pop que posicionó a este artista como una pieza clave del vallenato.
Es una herencia que recibí en mi casa y además de ser la música de mi tierra es la que dio lugar al rock de mi pueblo, había señalado el propio Vives en un videoclip proyectado antes de iniciarse el recital, a la hora de definir la búsqueda artística que rigió sus 30 años de trayectoria.
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Pero además de mostrar las cadencias de su tierra, el colombiano también manifestó su admiración por el rock argentino a través de un homenaje a Charly García con una versión de No me dejan salir y a Fito Páez con una de Mariposa Technicolor, en las que estuvo como invitado el power trío local Eruca Sativa.
Justamente, el propio Fito Páez fue el crédito argentino en una larga lista de artistas latinos que desfilaron por videos que se proyectaron en medio del concierto, en la que saludaban a Vives y reflexionaban sobre lo que significó la aparición de La gota fría, su primer gran hit registrado en el disco Clásicos de mi provincia, de 1993, que puso los cimientos de esta corriente musical.
Aunque no lo mencionó de manera explícita, también hubo un velado recuerdo a Diego Maradona cuando en los bises, fuera de programa, el colombiano interpretó Voy a olvidarme de mí y recordó que esa canción se la había dedicado un amigo a un amor que ya no podía ser, se la cantó cuando el amor ya se había ido, en referencia a la emisión del programa La Noche del Diez, cuando el astro futbolístico entonó este tema para Claudia Villafañe.
Lo cierto es que Carlos Vives puso a bailar a sus seguidores argentinos a partir de su enorme simpatía, su calidad interpretativa y un enérgico repertorio que electrizó el ambiente, ayudado desde lo escénico con la explosión de bombas de humo, llamaradas de fuego o lluvia de chispas de fuego al término de cada canción.
Gran parte del mérito en este caso se lo llevó la fantástica banda conformada por la célebre Mayte Montero en percusión con instrumentos autóctonos; el baterista Pablo Bernal y el bajista Luis Ángel Pastor, tan precisos en las bases de ritmos caribeños como en grooves rockeros; el sensacional tecladista Carlos Iván Medina, encargado de insuflar sonidos jazzeros; el guitarrista Daniel Caderno, una suerte de John Frusciante del vallenato; y Andrés Leal, en guitarras acústicas y cuatro, quien ofreció el contrapeso tradicional.
Completaron el grupo, el percusionista Darwin Escorcia, dueño del toque afro en la banda; Cristian Camilo con el fundamental acordeón que evocó los sonidos regionales; y un colorido y magnético coro conformado por Paola Lacera, Melissa Mejías Florim e Isa Mosquera.
Pasados 15 minutos de las 21, las pantallas mostraron imágenes de los 30 años de carrera del protagonista de la noche, las cuales cerraron con la mencionada definición sobre su propuesta musical y dieron paso al inicio del concierto con una intro rockera que antecedió a Pa´ Mayte, el mejor ejemplo de lo expresado instantes antes en palabras.
Déjame entrar bajó un poco la adrenalina de la apertura, pero los tambores afros que anunciaron Ella es mi fiesta regresaron a la senda del cruce entre la cumbia y el rock. La efervescencia del público ya se hacía notar pero el éxito La bicicleta, ilustrado desde las pantallas con imágenes de la silueta de Shakira, la compañera de Vives en esta canción, desató el éxtasis absoluto.
Más allá de grados de popularidad, la continuidad con La cañaguatera presentó acaso uno de los puntos altos del recital, un furioso ritmo de vallenato, con un soberbio solo de acordeón en el medio sobre una base de guitarra con wah-wah, para coronar el inspirado pasaje instrumental con un unísono de varios instrumentos.
Carito mantuvo la intensidad, al igual que Fruta fresca, que también deslumbró con otro unísono, en este caso de las dos guitarras.
Otra vez las pantallas concitaron la atención con el mensaje de distintas figuras de la música latina sobre la importancia de la aparición de la canción La gota fría, en donde todos coincidieron en que fue la que modernizó la tradición sonora colombiana. La nómina incluyó a Luis Fonsi, Fonseca, Juanes, Juan Felipe Samper, Alejando Sanz y la cerró Fito Páez, quien la declaró a Vives: Yo te amo, boludo.
La rockera introducción de guitarra, la entrada de una quena, el groove de la base y el acordeón marcando la identidad cultural local ratificaron con creces los dichos en el video previo respecto al carácter de La gota fría. El teatral contrapunto entre el acordeón y Vives en la guitarra acústica sumó otro ingrediente más este perfil.
A partir de allí, la segunda parte del concierto descansó un poco más en lo autóctono con Mala suerte, la romántica Notas de amor y Baloncito viejo, tema al que antecedió una alocución que enlazó a viejas glorias de la cumbia con nuevos exponentes de la canción de su país, a partir de la colaboración de Camilo en este corte.
En estos 30 años hice canciones viejas, de otros compositores, a mi estilo. Canté con los viejos que ya no están. En estos 30 años, conocí a Celia (Cruz) y a Tito Puente. Conocí a una generación que hoy ya no está pero con ellos empecé. Y también he cantado con mi generación. Con Diego (Torres) hemos hecho canciones y (David) Lebón me invitó a hacer algo con él. Y con las nuevas generaciones que siguieron todo ese camino que abrimos, manifestó.
Allí apuntó a Camilo como un exponente del rock de mi pueblo y un miembro de una generación que hace música para los jóvenes, pero con mucho sentimiento por las raíces.
El tramo final del concierto incluyó Canción bonita, Volví a nacer, Cumbiana, La tierra del olvido y El rock de mi pueblo. Entre estas últimas dos canciones, hubo una presentación de la banda, que volvió a lucirse con una base funky sobre la que fue entregando distintos solos. Entre ellos, el tecladista hizo un guiño a Los Dinosaurios de Charly.
Los bises fueron antecedidos por otro video en el que Daddy Yankee, Mau y Ricky, Manuel Turizo, Sofía Vergara y Rosario, entre otros, saludaban al colombiano para cerrar cada uno de ellos con la frase: Carlos Vives fue la chispa que prendió la mecha.
Con Eruca Sativa de invitada, el protagonista de la noche mostró su gratitud a Charly García con una notable lectura de No me dejan salir. El sentimiento se extendió hasta Fito, con lo que Vives definió como una versión samaria de Mariposa Technicolor, exquisita interpretación en un pulso más lento respecto a la original, con una introducción en quena, que ganó en épica y remató con un final de ritmo de tambores afros.
Robarte un beso, la fuera de programa velada evocación a Maradona de Voy a olvidarme de mí y Cuando nos volvamos a encontrar pusieron el broche de oro.
No sé si saben cómo los queremos, dijo emocionado Vives. El cariño es recíproco y ya lleva 30 años.
Con información de Télam