ART, nueva puesta: el arte para discutir sobre nosotros

12 de marzo, 2022 | 13.36

(Por Pedro Fernández M.).- Pablo Echarri, Fernán Mirás y Mike Amigorena son los protagonistas de "ART", la comedia existencial que se transformó en uno de los grandes hitos del teatro comercial global de las últimas décadas y que llega en nueva versión luego del arrollador éxito de su primera etapa en el país, con 12 años en cartel.

La particularidad de esta nueva puesta de "ART", que no modifica escenografía ni textos, es que Ricardo Darín y Germán Palacios, dos de los tres intérpretes que estuvieron detrás del suceso de la obra entre 1998 y 2010, cuando cortó más de un millón de tickets, asumen ahora el papel de directores.

La historia de los tres amigos, que comienzan discutiendo alrededor del valor o el engaño en un cuadro que es sólo un lienzo blanco vacío que adquirió uno de ellos por una pequeña fortuna y que termina derivando hacia tópicos más personales y vinculares como el valor, los límites de la amistad, las deudas y el reconocimiento del afecto, se puede ver en el teatro Multitabaris.

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Escrita por Reza y estrenada en París en 1994, "ART" recorrió, casi literalmente, el mundo entero, con versiones en todas las plazas fuertes del teatro mundial.

Llegó a Buenos Aires en 1998 con dirección del británico Mick Gordon, e hizo cinco temporadas consecutivas en teatros porteños, para comenzar luego una extensa gira por el interior del país; viajar a Madrid con el elenco argentino en 2003 y 2005, hacer temporada en Mar del Plata en 2008 y volver a la ciudad de Buenos Aires en 2010, siempre con Darín y Palacios, y reemplazos para Oscar Martínez -que se retiró luego de los primeros años de éxito- por parte de Juan José Mazza y Luis Brandoni.

En la versión actual, que se puede ver de miércoles a domingos en la sala sita en Corrientes 831, Amigorena interpreta a Sergio, el más desinhibido y snob del grupo, que adquiere la pintura avant garde que representa un lienzo vacío e invita, orgulloso, a sus amigos para mostrarles la nueva adquisición; Echarri a Marcos, el exitoso y rígido profesional que no concibe ni puede entender el valor que su amigo da a eso que se niega a reconocer como una pintura; y Mirás a Iván, el más temeroso y que intenta conciliar la disputa entre los otros dos; papeles que en el original argentino hicieron, respectivamente: Palacios, Darín y Martínez.

Télam dialogó con los intérpretes de esta nueva versión de la obra, que arrancó en octubre del año pasado, tuvo un obligado parate en el medio y volvió semanas atrás con la vigencia inoxidable de esta propuesta a la que los artistas califican de a momentos de "clásico".

Télam: Esta nueva versión tiene una particularidad y es que aquellos actores que la interpretaron durante 12 años hoy asumen la dirección, ¿cómo fue esta relación tan actor-actor en la transmisión de los caminos para encarar el texto?

Pablo Echarri: El primer hecho, y más evidente, es que después de 12 años de interpretarla conocen la obra con pelos y señales, digamos que la tienen tatuada en la piel y además de eso Ricardo tiene un timing para la comedia, para saber cuándo es la pausa, de qué tamaño, dónde va picado, donde hay que arremeter, que era muy interesante escucharlos a los dos, sobre todo por la experiencia que habían tenido en todo ese trayecto. Más allá de imprimirle nuestro ADN a esta versión, también es cierto que la obra es un camino muy bien señalizado, no hay mucha chance de correrse hacia una interpretación demasiado libre del texto, en ese sentido, para mí siempre fue un gran valor, ensayarla dirigidos por dos actores que la tenían atada, los dos recordaban todo.

Fernán Mirás: Para mí fue súper interesante que dos tipos que probaron todas las variantes y posibilidades de una obra durante 12 años estuvieran ahí para guiarte. En los ensayos uno descarta lo que no funciona para reafirmar lo que sí funciona y para mí lo interesante de la dirección de Ricardo y Germán es que me dejaban probar y equivocarme aún cuando ellos sabían de antemano que era un camino sin salida y muchas veces yo llegaba al lugar al que ellos habían llegado después de todo un rodeo; me dejaban que me fuera para lados que sabían que después no me iban a servir pero respetaban mi proceso con el texto y realizar mis propios descubrimientos; eso fue muy valioso.

T: Han sido espectadores de "ART", especialmente Fernán, que siempre contó sobre su admiración por esta obra; ¿cómo fue el pasaje de público al de intérpretes?

FM: Es una experiencia muy curiosa. A mí la obra me fascinó y la vi varias veces, unas veces que la vi me enganché más con el humor de la pieza, otras me conmovía, es una obra que siempre me causó mucha emoción y nunca terminaba de entender por qué esos tres amigos me hacían llorar al final y por otro lado me parecía muy interesante el mecanismo cómico, muy inesperado.

Lo que me pasó fue que mientras avanzábamos en los ensayos sentí que esa dinámica que me gustaba ver de la pieza era muy interesante de transitar como actor, la volvía muy interesante para actuar; además la obra tiene una estructura casi perfecta y es muy fluida lo que te permite confiar en el texto y eso te lleva un poco de viaje, lo que no es tan común con otras obras.

T: Al comienzo hay toda una discusión sobre el valor del arte y el arte moderno fundamentalmente.

FM: Esa cuestión está inspirada en un hecho real. Reza nos contó que surgió a partir de que un vecino la llamó un día a la casa y le mostró un cuadro, por el que había pagado bastante plata, que era exactamente igual al que se ve en la obra, y que ella quedó azorada y sin saber qué responder, qué decirle, porque allí no veía nada, pero creo que ese es el punto de partida, lo que hace a la obra interesante como tema, toda la cuestión del arte abstracto y el valor que pueden adquirir determinados cuadros, algo que pasa todo el tiempo y que genera una incredulidad muy fuerte, donde la gente dice: "Jodeme que esto es un cuadro". Me da la sensación de que la pieza arranca por ahí, que es una discusión que un poco todos tenemos en relación con el arte moderno, pero en la medida en que avanza y ves que los tres amigos no pueden dejar de discutir de eso te das cuenta de que, en realidad, los amigos están discutiendo su amistad, cuestiones que tienen que ver con entender al otro, dejar que el otro sea diferente en un montón de cosas, y ese es el verdadero tema de "ART".

T: La obra propone una disección de la amistad entre hombres pero desde la mirada de una mujer, ¿qué aporta esta visión?

PE: En primer lugar tiene una sutileza que es femenina, una mirada que expone ese vínculo masculino de manera verdaderamente fina; más allá de eso, creo que lo que más aporta es lo que evita: en ningún momento cae en lugares comunes y no tiene ninguna necesidad de presentar a estos hombres como tres machos que pelean, eso es un acierto enorme. Además, si fuera una obra escrita por un hombre, seguramente estos tres amigos estuvieran hablando de mujeres, de fútbol y la obra no necesita eso: acá el disparador es el cuadro, que es un mascarón de proa para hablar sobre las relaciones, la amistad, el amor entre amigos, la intolerancia.

FM: Sí, de hecho hay casi una abstracción de la amistad, estos tres tipos parecen parados en el aire en un lugar blanco hablando sobre un cuadro blanco.

T: Hablábamos antes de la dirección de Darín y Palacios, pero cuál creen ustedes que es la particularidad que tiene esta versión que están haciendo.

PE: Para mí las energías son diferentes, somos tres actores muy distintos a los que la hicieron en su momento y creo que hay algo de la energía distinta, son dos energías muy distintas.

Mike Amigorena: Siempre me va a quedar la incógnita de qué hubiese pasado si tamaña obra te la dan de cero, sin versiones anteriores, sin referencias, sin la escenografía que se repite en todas las puestas porque es como un protocolo, un poco la cosa: "A ver, ustedes qué harían con esto", que es un texto tremendo; porque hay un acuerdo de respetar una ruta, en ese sentido me sumo a lo que dijo Pablo y antes que de versión distinta prefiero hablar de una energía distinta.

Con información de Télam