Sin aparecer, Eva Perón es la figura central de dos espectáculos que se ofrecen en Buenos Aires

01 de julio, 2022 | 12.13

(Por Héctor Puyo) - La figura de Eva Perón es central en dos obras que conviven en la cartelera teatral porteña: "Esa mujer", adaptación sobre el célebre cuento de Rodolfo Walsh, y "Los otros Duarte", con dramaturgia del autor bonaerense contemporáneo Gastón Quiroga, para señalar su influencia no solo en la historia mayor del país sino en su arte y su cultura.

Es sin duda la mujer más importante de la política, lo social y lo simbólico de la Argentina del siglo XX y, con diversas intenciones, su perfil ha encendido el interés de creadores y creadoras en obras teatrales, películas, óperas y miniseries –como la inminente "Santa Evita", protagonizada por Natalia Oreiro y dirigida por Rodrigo García–, y además de superar con creces a su esposo Juan Domingo Perón en pantallas y escenarios, dando lugar a una mitología muchas veces distorsionada.

Es el caso de la ópera rock "Evita", de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, estrenada con éxito fulminante en Londres en 1978 y poco después en Broadway, lo que derivó en una película con Madonna (1996) parcialmente rodada en Buenos Aires: allí se muestra la versión canalla de su historia, refiriéndola como trepadora, una actriz sin talento que encontró el gran papel de su vida como Abanderada de los Humildes y otros dislates.

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Quienes se emocionan ante la pegadiza música de "No llores por mí, Argentina" desconocen que el tema está muy lejos de ser una proclama revolucionaria.

"Esa mujer", en versión de Diego Ferrando y que se presenta en Ítaca Complejo Teatral, tiene como base el cuento escrito por Walsh en 1966 y su característica es la de que no contiene nombres propios; más allá de que en la Argentina post 1955 se había prohibido la mención escrita o verbal de todo lo referido al peronismo, la decisión de no nombrar a Eva ni al teniente coronel Carlos Moori Koenig ni a sí mismo –aunque la peripecia está contada en primera persona– pertenece pura y exclusivamente al autor.

El acierto de Ferrando como puestista es haber desdeñado la platea de la sala mayor del complejo Ítaca y ubicar al público en torno al escenario, a muy poca distancia de los actores y alrededor de una mesa ratona, para que esa intimidad añada verosimilitud a la acción y traiga al presente aquella tarde remota de 1961 en el living del uniformado.

El tema ya había sido tomado por la directora Eva Halac hace varias temporadas, uniendo el relato de Walsh con segmentos de la "Santa Evita", de Tomás Eloy Martínez, pero la puesta actual elige ir al hueso del asunto, no bandearse, y relatar lo sucedido en el diálogo entre el entonces oscuro periodista y el militar que secuestró el cadáver embalsamado de Evita del edificio de la CGT y quien supuestamente es el único que conoce su destino.

Puesto en escena en 2022, cuando ya se conoce el desenlace de la historia, el cuento facilita y desvía a la vez su narración escénica: no es necesario que el periodista (Agustín Vanella) se coloque sobre el final los característicos anteojos sesentistas para saber de quién se trata, al tiempo que se centra en el estudio minucioso de la personalidad de Moori Koenig (Ernesto Falcke) elevándolo a la categoría de protagonista.

Él es quien se erige en el centro de la historia, intenta convencer acerca de sus lecturas cultas, habla del cadáver de "esa mujer" pero sobre todo hace hincapié en su drama personal, en el atentado que dice haber sufrido en el palier de su lujoso piso desde donde se ve el Río de la Plata y que dañó psicológicamente a su hija de 12 años, al tiempo que obtiene un significativo silencio cuando interpela a su esposa (Carolina Valmayor) en los dos fugaces momentos que aparece en escena.

La sufrida actuación de Falcke, alcohólico, desorbitado, horrorizado ante el destino de victimario-víctima que le tocó, es lo más destacado del breve espectáculo, en tanto Vanella salva con honestidad su doble papel de interlocutor que debe bajarse frecuentemente del diálogo para narrar a la platea ciertos detalles, aunque, como se sabe, en "Esa mujer" importa sobre todo lo no dicho.

En cambio, en el Teatro del Pueblo se presenta "Los otros Duarte", de Gastón Quiroga –quien figura como dramaturgista y no como dramaturgo-, imagina qué sucede con los hijos y la hija de la familia "oficial" de Juan Duarte, el hacendado de la localidad de Los Toldos que había formado otro núcleo similar a pocos kilómetros con una lavandera, Juana Ibarguren, con la que tuvo cinco hijos, entre ellos el inefable "Juancito" y Eva, la más pequeña.

La acción, que comienza el día del velatorio del patriarca con la llegada de esa desarrapada segunda formación familiar y termina casualmente el 1 de julio de 1974 –día de la muerte del general Juan Domingo Perón pero también de uno de los personajes– es paralela a la historia argentina de aquellos momentos y espeja asimismo los prejuicios clasistas que anidan en ella.

Con toques de teatro popular, un humor cómplice y un aire de época que se va desplazando, una hermana viuda (Cecilia Sgariglia), un hermano oportunista (José Manuel Espeche) y un tercero que desea emular al "tío solterón" de "La familia Falcón" (Guillermo Flores) rechazan con vehemencia los vínculos de sangre que los unen a esos "bastardos", pero el tiempo y las circunstancias les van corriendo el arco.

Obra premiada por Argentores y por la Universidad Nacional de las Artes, tiene en el director Marcelo Velázquez un ejecutor exacto, que va graduando los hechos en la escena y en el exterior –el país– y saca de sus intérpretes lo mejor que tienen para construir un universo de egoísmo, clasismo, prejuicios y negación de la historia que se parece demasiado a sucesos de la actualidad.

"Esa mujer" se ofrece los viernes a las 20.30 en Humahuaca 4027, con entradas por Alternativa Teatral o boletería, y "Los otros Duarte" los lunes a las 20 en Lavalle 3636, en condiciones similares.

Con información de Télam