A más de 35 años de su primer encuentro en Río de Janeiro, el santafesino Jorge Fandermole y el entrerriano Carlos Negro Aguirre, dos artistas vitales de la música popular argentina, volverán a cruzarse el próximo sábado para presentarse como dúo encabezando el Festival Puentes de Agua en la ciudad catamarqueña de Andalgalá donde se desplegarán jornadas de confluencia de asambleas y organizaciones socioambientales.
Con Carlos Aguirre nos conocemos desde 1985 y hemos tocado juntos en muchas oportunidades desde entonces. Además fue siempre un colaborador y un determinante fundamental de la estética y la sonoridad de mis grabaciones, además de editarlas. Compartimos desde siempre inquietudes acerca del vínculo que tenemos con el entorno y el ambiente, sólo que se van actualizando a medida que estas relaciones se van volviendo más críticas, más terminales, señaló Fandermole durante una entrevista con Télam.
Aguirre, por su parte, consignó a esta agencia que con Fander coincidimos en un taller de música popular que se hizo en Río de Janeiro al que ambos fuimos como estudiantes y desde allí cada vez que podemos compartimos un repertorio, por el placer de sonar juntos y de conocer las cosas nuevas que cada uno va haciendo.
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Además del guitarrista, compositor y cantante que irrumpió como parte de la llamada Trova Rosarina y del pianista y autor entrerriano que es uno de los impulsores del reconocido sello independiente Shagrada Medra, la grilla del festival gratuito con sede en la Plaza 9 de Julio de Andalgalá incluirá otras atracciones.
Actuarán la coplera trans de los Valles Calchaquíes Lorena Carpanchay (vista, por ejemplo, en el cortometraje Terminal Norte de Lucrecia Martel), el trovador de Concepción del Uruguay Ale Ciancio, la coplera de Amaicha del Valle Andrea Mamondes, el conjunto local La NN, la agrupación Semillas Libres que reúne a artistas de toda Catamarca y Camaleónicas combo santiagueño de música, canto y danza conformado por siete mujeres.
El Festival Puentes de Agua es parte de un denominado encuentro de los pueblos que el fin de semana en Andalgalá tendrá como objetivo intercambiar experiencias de resistencia contra los extractivismos, visibilizar las diferentes problemáticas y pensar estrategias comunes de lucha", señaló una comunicación del colectivo de organizaciones que lo promueven.
En ese contexto, además, habrá una serie de conversatorios impulsados desde las locales asambleas El Algarrobo y de Choya, una feria regional de intercambio de semillas, proyección de cortometrajes y pintada de murales.
Télam: ¿Qué los convoca a ser parte del Festival Puentes de Agua en Andalgalá?
Jorge Fandermole: Adhiero a la actitud de lucha y resistencia que están sosteniendo esa y otras comunidades del país en defensa nada más que de condiciones vitales mínimas como son el derecho al agua y a un ambiente saludable; en el caso particular de Andalgalá, Choya y otras comunidades catamarqueñas, se han violado desde hace más de 20 años esos derechos en favor de las compañías mineras, con la comprobada contaminación de sus ríos y su atmósfera muy por encima de niveles tolerables y con evidencias en el deterioro de la salud de sus habitantes y de las economías de su región. Me solidarizo con ellos y haré lo posible para que sean vistos, atendidos y respetado un derecho tan elemental como el de no ser aniquilados.
T: ¿Cuál es la relación que tienen con la problemática socio-ambiental?
Carlos Aguirre: Me siento totalmente atravesado por esa problemática. Integro la Multisectorial por los Humedales Paraná, una organización que nuclea un montón de gente que ama el río y los humedales y está angustiada por el ecocidio que se viene perpetrando en toda esa diversidad.
JF: No tengo conflictos con la problemática socio-ambiental porque tengo en mi cabeza perfectamente integrados los conceptos de sociedad y ambiente. Los conflictos se generan en el seno de un paradigma el actual sistema económico hegemónico mundial- en el cual el concepto de ambiente es una exterioridad, algo que está afuera no sólo de la especie humana sino de la vida del planeta, una especie de intemperie llena de recursos que pueden ser explotados hasta el agotamiento y después veremos. El actual sistema capitalista neoliberal niega y oculta expresamente que la humanidad, junto con toda vida del planeta, sean parte del ambiente y que no pueden disociarse en dinámicas parciales. La economía no reconoce ese concepto y la clase política, de cualquier país y de cualquier signo son absolutamente ignorantes, hipócritas o cínicas al respecto, nunca inocentes, porque atienden sólo a los números macro, atados siempre a los intereses económicos más concentrados.
T: ¿Cuánto creen que la presencia de artistas populares puede ayudar a visibilizar las consecuencias de estas lógicas?
JF: No lo sé, pero empecemos por el principio: prefiero arriesgarme y explicar que extractivismo define cualquier actividad de cualquiera de los niveles de la economía que contemple solamente la optimización de beneficios en relación a costos, pero en estos costos se excluyen los del deterioro ambiental, los de pérdidas de economías alternativas, imaginarios simbólicos, paisajes y culturas, y los de la salud y la vida de personas y comunidades.
T: Y en un sentido más específico y puntual ¿puede la música convertirse en una herramienta para potenciar estas luchas?
CA: La música, como las otras formas del arte, es, en primer lugar, otra crónica posible, complementaria a la periodística e histórica. Otra lectura de este momento que estamos viviendo. Una manera que puede ayudar a sensibilizarnos frente a lo que está pasando, a salir de nuestro estado de pasividad, a interpelarnos y movernos a actuar.
T: Desde esa misma mirada y en relación a lo que ofrecen como músicos ¿cómo se vinculan estas peleas por la vida con la apuesta por la belleza que expresan sus obras?
CA: Nuestras preocupaciones tiñen todo lo que hacemos. Muchas veces de forma inconsciente se cuelan y terminan sonando en un estribillo de una canción, en alguna frase que opera a modo de micro manifiesto. La búsqueda de la belleza, es otro de los motores del arte, más allá de que lo logremos o simplemente sea el móvil que nos pone a trabajar. Y en algún lugar muy interno de nuestra cosmovisión se produce la síntesis que nace de la preocupación por lo social y por la belleza, como un punto de intersección que no terminamos de saber bien dónde está pero que lo buscamos incansablemente.
JF: Insisto en poner a la par las acciones que están en sintonía. Los que luchan para que el proyecto Mara (proyecto mega-minero en fase exploratoria que triplica el volumen de gasto de agua, destrucción y contaminación del actual) no los aplaste, lo hacen por necesidad vital, no por capricho, por alguna convicción ideológica cristalizada o por conveniencia política: se están enfermando y muriendo y los están reprimiendo. La música, la canción o la poesía son sólo una banderita puesta del lado de los que quieren sobrevivir para ayudar a que los vea un Estado y una ciudadanía que los percibe como a nadies, como si fueran los corderos del sacrificio necesarios para un bien mayor, que se verificará principalmente como un aumento de las ganancias de las transnacionales mineras.
Con información de Télam