El comediante canadiense Jim Carrrey, nacido en Ontario hace hoy 60 años, apareció como una tromba en las pantallas argentinas en 1994, con Ace Ventura: un detective diferente, una comedia en que logró ser odiado de inmediato por un sector de la platea y tenido como heredero de Jerry Lewis por otro.
Antes había aparecido en papeles menores en películas como Peggy Sue, su pasado la espera (1986), de Francis Ford Coppola, junto a Kathleen Turner, o Sala de espera al inferno (1988), de Buddy Van Horn, al lado de Clint Eastwood.
Tal vez la culpa fuese de director Tom Shadyac, un debutante que por lo menos tuvo el tino de incluir a las bellezas Sean Young y Courteney Cox como contrapartida del protagonista, un detective de mascotas que se deshace en morisquetas, gestos rayanos en la insanía, movimientos y voces inesperadas.
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Antes de dar vuelta la página conviene aclarar que Jerry Lewis tampoco fue un favorito de la cinefilia local e internacional en sus años de mayor popularidad y que solo adquirió fama de actor versátil cuando Martin Scorsese lo eligió para El rey de la comedia (1982) y Emir Kusturica para Sueño de Arizona (1993).
Luego de aquel cross a la mandíbula que fue Ace Ventura , la suerte de Carrey mejoró notablemente el mismo año con La máscara, junto a Cameron Diaz, tal vez porque el director Chuck Russell supo aprovechar las ventajas del trucaje virtual que deformaba el rostro del actor y porque el guion de Michael Fallon y Mark Verheiden aportaba un humor menos burdo, añadía bailes y canciones y le daba al asunto un aire de carnaval carioca.
Por fortuna, Carrey cayó en manos de Bobby y Peter Farrelly, dos hermanos que en esa década hicieron pasar por humor rupturista el sinsentido que antes habían cultivado otros en Hollywood y lograron el exitazo de Tonto y Retonto, con el agregado de Jeff Daniels, que algunos interpretaron como personificaciones del ciudadano medio tras la era Bush.
Carrey venía con una formación en el stand-up que si bien no lo acercaba al teatro clásico le permitía reconocer al toque virtudes y errores frente al público y por eso pudo lograr interpretaciones ajustadas como el Enigma de Batman eternamente (1995), de Joel Schumacher, The Truman Show (1998), de Peter Weir, El mundo de Andy (1999), de Milos Forman, El Majestic (2001), de Frank Darabont, o la oscura Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), de Michel Gondry, con Kate Winslet.
Sin embargo, los productores veían en Ace Ventura un anzuelo para las generaciones de pochocleros y así llegaron Un loco en África (1995), El insoportable (1996), Mentiroso, mentiroso (1997), Irene y yo y mi otro yo (2000), que buscaban la risa con toda clase de barbaridades con lo escatológico en primer pano.
Sin escapar al humor, el canadiense supo lograr variantes con El Grinch (2000), de Ron Howard, un filme anti-navideño que tuvo su fama, Todopoderoso (2003), de Shadyac, y jugó a la aventura siniestra para chicos con Lemony Snicket, una serie de eventos desafortunados (2004), de Brad Silberling.
Entre otras apariciones en la pantalla figuran Los fantasmas de Scrooge, de Robert Zemeckis, donde su figura fue retocada digitalmente, Una pareja despareja (2009), de Glenn Ficarra y John Requa, y Los pingüinos de papá (2011), de Mark Waters.
Además del estreno en salas locales de Sonic: La película (2020), de Jeff Fowler, rodada en Canadá, Jim Carrey ha dedicado mucho tiempo a la televisión, felizmente en busca de otras formas de actuación de la que le dio fama. Sin embargo en 2014 reapareció junto a Jeff Daniels en Tonto y Retonto 2, de los Farrelly.
Con información de Télam