(Por Victoria Ojam) La cátedra de Canto Disidente de la Universidad de las Artes (UNA) cumplió, en vísperas de los diez años de la sanción de la Ley de Identidad de Género, su primer aniversario como un espacio pionero de formación lírica con perspectiva no binaria, y lo celebró con la convicción de "alzar estas vocalidades diferentes para seguir gritando las cosas que nos duelen".
"No sabemos dónde está Tehuel, pedimos la reivindicación de nuestres desaparecides, por la memoria de Lohana Berkins, Diana Sacayán y Marlene Wayar, y de tantes que dieron sus vidas para militar leyes de las cuales nos enorgullecemos. Esta cátedra es por todes elles, es disidente y militante de este colectivo", afirmó en diálogo con Télam la jefa de la materia, la cantante y artivista trans y no binarie Luchi de Gyldenfeldt.
Graduada de la UNA en 2017, la titular de Canto Disidente finalizó su trayectoria académica como barítono, aunque más tarde afianzaría su registro de contratenor como integrante de Ópera Queer, el proyecto que lleva adelante con su hermana, Ferni, quien logró que el tradicional Festival de Folclore de Cosquín anulara las categorías de "voz femenina" y "voz masculina" en su concurso 2021.
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Fue a través de esa experiencia que De Gyldenfeldt ideó la expansión de esta mirada sobre las vocalidades que no se identifican con la construcción binaria de los géneros hacia la pedagogía, hacia un entrenamiento que escape de las etiquetas históricamente instaladas en este terreno.
"El canto lírico está atravesado por la cultura y el biologicismo, que determinaron qué registros vocales iba a tener una persona de acuerdo a la genitalidad con la que nacía. Vulva: soprano, mezzo, contralto. Pene: tenor, barítono o contratenor, como una excepción bastante andrógina, ya que es la voz de los castrados", explicó la profesora.
Y en ese sentido, señaló: "El origen de la ópera tiene que ver con esa historia, y creo que hay que abrir un poco la cabeza y el corazón, y dejarnos sorprender por todas las vocalidades de todas las personas que quieran estudiar canto".
En coincidencia con la primera década desde la sanción de la Ley 26.743 por parte del Congreso Nacional, que reconoció el derecho de toda persona a cambiar sus registros acorde a su identidad autopercibidida, la cantante conversó con esta agencia sobre el primer año de la materia y su mirada sobre la actualidad de la lírica.
Télam: ¿Cómo surgió la cátedra?
Luchi de Gyldenfeldt: Fue una propuesta frente a una inquietud de la comisión de Música y Género, de la cual formo parte como graduada de la universidad, y desde Ópera Queer. Durante la pandemia reflexioné sobre la importancia de este programa, y es algo que compartimos con otras universidades. Estábamos frente a un momento en el que la universidad tenía que hacerse de políticas concretas para que la palabra inclusión dejara de ser una palabra vacía para muchas de nuestras existencias, para dejar de ser la excepción y dejar este sistema para quienes nos corrimos y corremos sistemáticamente de esa heteronorma cis-sexual.
T: ¿Existe alguna experiencia similar en otra universidad nacional o internacional?
LDG: Sabemos que esta es la primera cátedra de canto lírico disidente del mundo, no hay otra que se compare por su proyecto, porque está pensada con todas estas otras identidades arcoiris, como me gusta decirle, para que sepan que en esta trinchera podemos descansar en cosas que necesitamos las disidencias, el respeto por nuestros pronombres, nuestras vocalidades y procesos. Me parece que la UNA está apostando por una cátedra futurista, que si bien es una reivindicación histórica, está pensando en las niñeces y abrazando las infancias libres. Queremos que puedan tener otro recorrido institucional que el de la mayoría de las disidencias no tuvimos, porque vimos las universidades como algo imposible o nos hemos recibido con muchísimo dolor, atravesando situaciones de maltrato y violencia.
T: ¿Cómo se vincula la voz con la construcción de la identidad?
LDG: La Ley de Identidad de Género habla del derecho a la salud integral, y también está hablando del derecho a la libertad vocal, a la voz propia, a la búsqueda, a la salud, a que las instituciones tengan un compromiso por hallar dentro de ellas los espacios y los métodos para convocar esas búsquedas. Yo creo que la cátedra nace con ese objetivo, abrazada por la Ley, e intenta ser una herramienta concreta y contundente para que las personas puedan acercarse para recorrer el camino que tengan que empezar a recorrer, porque también se trata de eso, de corrernos de las imposiciones. Es un abanico de posibilidades y ese es el camino que proponemos, es cuestión de acompañar y escuchar.
T: ¿Cómo se proyecta la cátedra a un año de su inicio?
LDG: Yo creo que recién ahora la cátedra está empezando a soñar, teniendo en cuenta que empezamos de manera virtual, con salir un poco de las paredes de la universidad y abrirnos, estar representades en todos los espacios científicos. Es militar que nos den un poco de poder para estar y compartir la experiencia, y para ver de qué manera se puede replicar, tomar conciencia de que desde estos lugares se puede solidarizar y repartir las herramientas para generar empoderamiento. Nuestro colectivo tiene una herida histórica con respecto a estos espacios, siempre lo hemos dicho porque lo hemos visto. Nuestras compañeras travestis miran la universidad desde la esquina, a lo sumo reconocen ese espacio como una universidad pero son excluidas sistemáticamente. Empezar a vivirlo es empezar a compartirlo, visibilizarlo, que se empiece a correr la bola de que este espacio existe y es de todas, todos y todes.
T: ¿Cuál es el proceso que pensás que están atravesando los espacios de canto lírico?
LDG: Hoy lo veo por la positiva, creo que el mundo lírico va a ganar en representatividad social si tiene la capacidad de readaptarse a los cambios sociales de este presente. Ferni, mi hermana, siempre me recuerda el Nuevo Cancionero, donde estaba esta concepción de que la cultura está en cambio constante porque la sociedad cambia, así que ya se tendrá que empezar a hablar de otra cosa en la música popular, para generar empatía con las personas que la escuchan. Si la lírica se sigue manteniendo como un museo y representa siempre las mismas historias de la misma manera, sin modificar en absoluto ningún género de manera contundente, creo que va a ir en deterioro de la masividad. Por eso creo que es hora de mutar, con el respeto que se merecen las obras antiguas y entendiendo que son parte de nuestro patrimonio cultural, pero apostando a que las personas cambiamos y no podemos solamente generar una ópera sobre el amor heteronormativo y pensar que las disidencias vamos a querer ir a verla al teatro. No estamos representadas, ni en nuestras identidades sexogenéricas ni en la manera en que pensamos el amor romántico hoy en día, entre muchísimas otras cosas.
Con información de Télam