(Por Nicolás Biederman) Diciembre 2001, la serie de thriller político que propone desde la ficción un repaso de los últimos días del Gobierno de la Alianza de Fernando de la Rúa, la grave crisis social, económica y política y el accidentado proceso de sucesión posterior, fue recibida desde su estreno en la plataforma Star+ con opiniones tanto críticas como laudatorias, pero para su director, el realizador Benjamín Ávila, su mayor virtud es que está generando debate.
Así lo plantea en conversación con Télam y con la perspectiva que brinda la ya extensa circulación de la serie que desembarcó en el streaming el 7 de junio. El director de la multipremiada Infancia clandestina (2012) sabe que la recepción de esta propuesta no es uniforme, que parte de la audiencia está fascinada, otra dolida, y que los hay hasta agradecidos, pero considera que el mayor mérito es que esté generando preguntas y posiciones muy fuertes.
Es que aquella etapa histórica está lejos de haber quedado clausurada y, con un presente de crisis en el que la presencia del FMI o la escasez de dólares volvieron a ser temas acuciantes para la Argentina, a lo que se suma la proximidad de las elecciones presidenciales en el país, la revisión -aunque sea con la distancia de la ficción- de los hechos que desembocaron en el 2001 no causa indiferencia.
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Con realización de Kapow en base al libro El palacio y la calle de Miguel Bonasso, con adaptación de Mario Segade, Diciembre 2001 es un ambicioso proyecto cuyos episodios contaron con un elenco coral y un importante diseño de producción. Tanto la Casa Rosada, el Congreso de la Nación como la Plaza de Mayo, por ejemplo, fueron algunas de las locaciones de relevancia histórica en las que pudieron llevarse a cabo los rodajes.
El elenco es encabezado por Jean Pierre Noher como un sobrepasado De la Rúa, e integrado por figuras como César Troncoso en el rol del exgobernador de la provincia de Buenos Aires Eduardo Duhalde, representado como un maquiavélico líder de la oposición a la espera de los tropiezos del rival; Luis Machín como el insensible ministro de economía Domingo Cavallo y Manuel Callau como el expresidente Raúl Alfonsín.
Diego Cremenosi como Javier Cach, un ficticio militante radical asesor del Poder Ejecutivo, presenta la perspectiva intermedia de la serie: el joven ambicioso que conoce el backstage del poder pero que todavía tiene un pie en la realidad, y ve de primera mano el descontento creciente en la calle.
Entre muchos otros personajes, destacan Nicolás Furtado como un joven miembro del equipo de Duhalde, también ficticio; Alejandra Flechner como Chiche Duhalde, Fernán Mirás como Chacho Álvarez, Luis Luque como Chrystian Colombo, Ludovico Di Santo como Antonio de la Rúa, Vando Villamil como Carlos Ruckauf y Jorge Suárez como Adolfo Rodríguez Saá.
Télam: ¿Cuál fue el enfoque que tuvieron para el proceso de casting? ¿Cuán importante era que se parecieran físicamente a las personas reales?
Benjamín Ávila: El criterio de casting fue encontrar a los actores que pudieran construir desde una fisionomía similar o parecida al personaje, no que fueran idénticos para nada. No buscamos el parecido físico sino que buscamos la posibilidad potencial de que ese cuerpo pudiera estar cercano con algunos cambios como pelo, posturales, etcétera, no desde la prótesis; mi idea fue no generar imitación sino construir los personajes propios de la serie.
Un poco tomando referencia de algunas visiones que tienen las películas o las series de Estados Unidos, que cuando hacen un Nixon hacen el Nixon de esa serie, de esa película, y después hay otros que hacen otros Nixon o JFK o quien sea. Los personajes históricos son revisitados desde una postura que tiene ese proyecto y no se busca el parecido físico total.
T: Los protagonistas principales de esta historia en su mayoría han fallecido o se han retirado de la política activa. ¿Cuál fue el criterio del recorte de qué personajes históricos estarían y cuáles no?
BA: En realidad todas las historias tienen muchas subtramas que podíamos empezar a hablar. En la serie se trata de generar una línea dramática principal que justamente es la del palacio, lo que sucede adentro del poder, y hay varias subtramas que se podrían haber abierto que no se abrieron; se decidieron adrede no abrir porque no da una serie de seis capítulos de 40 minutos para poder desarrollarlas.
Entonces, se desarrollaron dos subtramas principales: una de lo que pasa dentro del gobierno de la Alianza y la otra lo que va sucediendo en la oposición, en el peronismo. Después están las otras subtramas posibles, que son varias y que se descartaron justamente para priorizar la trama principal. Es inevitable en cualquier recorte histórico; la decisión no tuvo que ver con que estuvieran retirados o no de la política, sino que fueran los actores principales de aquel momento, los presidentes y los dirigentes principales de aquel momento.
T: El país vive una crisis de escasez de dólares muy fuerte, el FMI volvió a formar parte de nuestra vida cotidiana. ¿El momento en que llega la serie le da más relevancia a esta historia?
BA: La serie está generando mucho debate; mucha gente que o nos acusan de gorilas o nos acusan de kirchneristas. Y otra gente que está como fascinada y dolida por volver a revivir aquella época. Otros agradecidos, porque las nuevas generaciones de sus hijos y nietos o nietos la están viendo y también le pueden contar esa parte de su historia.
Y creo que ahí radica lo mejor de la serie. La mayor virtud es que está generando debate. Creo profundamente que las obras de arte que traen respuestas no son útiles y las que traen preguntas son las más útiles, y justamente esta serie creo que está generando preguntas y posiciones muy fuertes como para revisarnos. Cuando algo te interpela, te obliga a ponerle palabra a lo que sentís, por la contradicción o por el dolor o lo que sea que te provoca eso que estás mirando. Eso para mí es el mejor ejercicio que el arte puede ofrecer.
T: A diferencia de tradiciones audiovisuales como la estadounidense, no hay una gran historia del género thriller político en la Argentina. ¿Qué puertas puede abrir Diciembre 2001 en ese sentido?
BA: Es cierto que los thrillers políticos no abundan. A mí me fascina el thriller político, creo que a todos nos gusta, y creo también que quizás esta serie habilita la posibilidad de mirar sucesos y hechos históricos de nuestra vida próximos, más cercanos. Si esto funciona bien, si Diciembre 2001 demuestra que hay una manera y una posibilidad real de revisitarnos desde la coyuntura cercana, de pocos años atrás, creo que es un un gran paso para poder empezar a debatir desde otro lugar también. Desde visitar los hechos que se pueden mostrar a través de una película o una serie, y no simplemente del recuerdo y del archivo histórico que se muestra en algún recorte de un noticiero o de un programa de televisión.
Argentina tiene gran capacidad artística, técnica y narrativa como para poder encarar sus propias historias o historias de Latinoamérica en un gran nivel, y creo que esa es una gran apuesta que quizás desde Diciembre 2001 nos ayude a entender que es posible y que puede ser de interés para la gente.
Con información de Télam