El documental "Pibas superpoderosas", ópera prima de Leonora Kievsky, registra en clave observacional los últimos años de secundaria en la Escuela Carlos Pellegrini de activistas estudiantiles a fines de la década pasada, época de particular efervescencia del feminismo que reconvirtió hacia ese eje la temática de la película.
A partir de una aproximación a la técnica del cinema verité muy bien lograda, Kievsky, graduada en Sociología, documenta cómo se estructuran las dinámicas de la actual juventud que cursa estudios en el Carlos Pellegrini.
"Tenía la pregunta de qué movilizaba hoy a mis hijos adolescentes, a la juventud, en un momento en el que el feminismo atravesó completamente la vida estudiantil", contó Kievsky en diálogo con Télam sobre sus motivaciones para la película, que se podrá ver en la función de las 20.45 en el Cine Gaumont.
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La película "acerca con un punto de vista muy próximo al universo de los jóvenes, y pone en escena la necesidad de expresarse y de transformar el mundo que vivimos, con distintos colores", agregó la directora.
Respecto de esa necesidad y de lo disruptivo, las protagonistas participan en un programa en la radio de la escuela en el que se abarca la experiencia de una estudiante en cuanto a los beneficios de tener sexo con su novia durante la menstruación. Otro de los temas que se delibera en las reuniones del centro de estudiantes es buscar que en las clases de educación sexual se hable de "responsabilidad afectiva y métodos anticonceptivos, pero no con una explicación heterosexual y binaria".
"Eran las jóvenes con sus planteos liderando el movimiento. Ellas dicen que hubo como una revolución porque empezaron a mover los límites de muchas cosas que generaciones anteriores no habíamos hecho", sostuvo Kievsky sobre el feminismo de la nueva generación.
Los encuentros feministas, las marchas, performances de arte contemporáneo y actividades de militancia estudiantil llenan de imágenes coloridas el documental, que también toca las problemáticas de las adolescentes en ese período de final de la escuela, que quedan reflejadas en varios pasajes, como cuando Milena, otra de las protagonistas, cuenta sobre su indecisión universitaria: "Me gustaría ser abogada y dar herramientas para dedicarme a los derechos humanos, pero la voy a pasar mal en la facultad... tipo la gente que va, los que enseñan y cómo es la mentalidad de las cátedras".
"Entonces tenés que estudiar derecho para encontrarte con la diferencia", le responde su profesor, tratando de promover mayor tolerancia en su alumna, quien le explica que "es demasiada diferencia" y que prefiere "estar siempre rodeada de gente que piense exactamente igual" que ella.
En un último intento por promover la apertura mental que sus alumnos pregonan, el profesor le señala: "No es solo lo que te gusta: tenés que encontrarte con la diferencia, porque si tiene que ser parecido a vos todo ese camino, ese deseo de estudiar es mucho más frágil. Lo bueno es que se van a encontrar con un ámbito distinto cuando se vayan de acá: el mundo no se parece mucho al Pellegrini".
En otro momento de la película, se les encomienda a los alumnos trabajar la temática de los baños públicos a partir de "Basura y género", un escrito de la activista española Beatriz Preciado, una de las más relevantes articulistas de la teoría queer, que con herramientas del posmodernismo y la escuela de Frankfurt busca ridiculizar los cánones culturales occidentales para deslegitimarlos y toma a la sexualidad y lo identitario como principal campo de batalla.
"El objeto de los baños es controlar y definir el género: se trata de separar todo acto fisiológico y ocultarlo para mantener la idea de la femineidad pura y blanca", explicó, adhiriendo, un alumno sobre la tesis de Preciado, mientras que Ana, presidenta del centro de estudiantes, reflexionó que "solo están pensados para promover el 'binarismo' y esa es la función de controlar que tienen los baños; en los cines siempre el de mujeres está repleto y el de pibes no, y no se piensa en eso, solo se piensa en un dispositivo de controlar, entonces hay un montón de cosas problemáticas que tienen los baños que ni se piensan".
Otra de las inquietudes de la joven en torno a la identidad es que "no hay que verla como algo individual" y agregó: "Buscando cómo definirme siento que muchas veces está antes el cómo me nombro que cómo me siento. Siento que nombrarme no puede ser individual porque me nombro en sociedad".
"Me nombro con el femenino porque no me sale el neutro, por lo cual estoy segura de que la gente piensa que soy mujer y me siento muy incómoda con eso. Me siento más cómoda diciendo que no tengo identidad de género. Pero a su vez decían que hay que visibilizarse y hay que encontrar las luchas nombrándose. Hay que buscar a largo plazo que (los sexos) no existan, hoy tiene que existir", concluyó sobre la presión social de identificarse con alguna identidad queer.
Hacia el final del documental, las cavilaciones confusas de ese período de la vida se despejan con una reflexión: "Estamos en un momento en el que pensamos que ya tenemos que saber el final del proyecto y de repente estamos empezando el camino".
Con información de Télam