Joan Manuel Serrat, uno de los más populares, reconocidos y queridos artistas de la canción en Iberoamérica, anunció hoy que el año próximo se despedirá de los escenarios con la gira mundial de nueve meses de duración El vicio de cantar 1965-2022 que hará escala en Argentina, una tierra de fortísimo lazo con el trovador catalán.
El tour mundial de despedida comenzará en el Beacon Theatre de la ciudad de Nueva York el 27 de abril de 2022 y terminará en el Palau Sant Jordi de Barcelona el 23 de diciembre, cuatro días antes de que su protagonista cumpla 79 años.
El anuncio sobre su retiro de los escenarios fue sustentado por el autor de Sinceramente tuyo y Lucía, por citar apenas dos de sus más grandes temas, a través de una entrevista con el diario El País de España.
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"Lo que he decidido es despedirme en persona. No me gustó sentirme despedido por una plaga. Por eso me planteé ir al lugar más natural para hacerlo, con el público enfrente, lleno de gratitud y alegría", dijo el artista.
En ese plan, Serrat incluirá obligadamente un paso por la Argentina, un lugar que según expresó a Télam a fines de octubre de 2019 -cuando llegó en compañía de su compadre Joaquín Sabina para estrenar No hay dos sin tres, tercera parte de un espectáculo conjunto que marcó su última visita a Argentina-, tuvo un lugar preponderante en su vida artística y personal desde octubre de 1969.
Me alojé en el Hotel Alvear que estaba en ruinas y donde jugaba al fútbol en los pasillos. Fueron años de la huelga Sitrac-Siam, del Cordobazo, de una revolución en la universidad y en las fábricas donde la gente se sentía sino dueña, partícipe del futuro y aquello a un joven que venía de un país oscuro donde la dictadura lo tapaba todo y estaba todo prohibido, le generó un deslumbramiento, reveló.
Fueron años extraordinarios y sigo siéndole fiel no al retrato aquel utópico que se creó en mí como en buena parte de la juventud argentina sino a este país que pasa de ser un lugar vital a uno deprimido, de un lugar encendido a uno ceniciento pero donde a fin de cuentas encuentro un rescoldo con el que yo me prendo con mucha facilidad, sostuvo Serrat.
Tal vez por esa ebullición que lo hechizó y porque el público argentino adoptó gran parte de su repertorio como un himno siempre a mano para referir a las pasiones, tanto de un gran amor como de una determinada mirada política de la existencia, esa ligazón se mantuvo inalterable y recíproca desde entonces.
Tamara Smerling, autora del libro "Serrat en la Argentina. Cincuenta años de amor y de aventuras", resaltó a Télam que Joan Manuel Serrat es, para la Argentina, el héroe que siempre estuvo. El romántico y popular cantaba Tu nombre me sabe a hierba en los carnavales del club Comunicaciones o San Lorenzo de Almagro a mediados de los 70, o el otro, intelectual, bien pensante, de La Saeta, el poema de Antonio Machado, que te clava, sin anestesia, el puñal -certero- de la nostalgia.
Está también el Serrat que acunaba a los secuestrados de los centros clandestinos cuando tarareaban Pueblo blanco o las embarazadas, en cautiverio, que bordaban en sus pañuelos De parto, enumeró la periodista y escritora rosarina.
En su repaso por los muchos Serrat que Argentina conoció y disfrutó cómplicemente, Smerling citó al que regresó, emocionado, como una fiesta -después de ocho años de ausencia- cuando, tras la Guerra de Malvinas, se fulminó la dictadura y retornó la democracia, que rasgó su guitarra para los hijos de los desaparecidos o, en medio de una gira, se subió al escenario para reunir el dinero suficiente para comprar la primera casa de las Madres de Plaza de Mayo.
Las postales que Smerling recogió para su libro volvieron ahora en sus palabras de despedida: El Serrat que dejaba ir las madrugadas en Mau Mau, o el que cenaba, como un bacanal, en Fechorías. El que despuntaba unos pesos en el Hipódromo por la cabeza de alguna potranca o el que se deslumbraba por esta tierra de extremos y se exiliaba de la dictadura de Franco. El que dejó que, por lo menos, dos o tres generaciones de mujeres suspiraran por sus lunares y su seseo.
Y continuó: el Serrat que aguantó un par de bombas en el Ópera, el que se paseaba con el Torino de Miguel Gila por las calles de Buenos Aires, el que pasaba las temporadas de verano en Mar del Plata, con conciertos en el Hermitage y a la salida se topaba con Vinicius de Moraes.
La también autora de "Un fusil y una canción. La historias secreta de Huerque Mapu, la banda que grabó el disco oficial de Montoneros", escrito junto al periodista Ariel Zak, y "La otra pantalla. Educación, cultura y televisión", que narra la historia de las señales Encuentro, DeporTV y Pakapaka, exclamó: ¿Una gira de despedida de Serrat sin pasar por Argentina? ¡Imposible!.
Quizás porque como cantaba su admirado Polaco Goyeneche: Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste?. Lo esperaremos entonces para celebrarlo, como ese viento que sopla de lejos, y que trae esas músicas que -siempre- se quedarán por acá, concluyó Smerling.
Fuentes cercanas a la producción que tramitará el tramo argentino del tour de despedida, arriesgaron a Télam que posiblemente la recorrida sea similar a la que meses antes hará José Luis Perales, otro cantautor español que también da las hurras y que es manejado por la misma empresa que alista a Serrat.
La agenda de Perales contempla dos recitales en la ciudad de Córdoba (5 y 6 de marzo en Plaza de la Música) y uno en Rosario (el 10 en el Metropolitano) y otro en Buenos Aires (el 12 en el Movistar Arena).
Aunque el impacto de Perales y Serrat en el país no es comparable y por tanto la cantidad de conciertos deba multiplicarse, no sería extraño que se repitieran las tres ciudades involucradas en el adiós, una incógnita que se develará el miércoles próximo cuando se conozca la grilla de recitales.
Con información de Télam