La actriz Magalí Meliá recreó en 2015 el espectáculo "Y... se nos fue redepente", con personajes de la inolvidable Niní Marshall, y ya va por su sexta temporada, que ofrece en la sala Tadron, Niceto Vega y Armenia, barrio de Palermo, los viernes a las 21.30, hasta el 17 de diciembre.
"Cuando entré en el mundo de Niní me enamoré al instante; me atrajo la forma en la que había construido a cada uno de sus personajes, sin fisuras -señaló Meliá en diálogo con Télam-. Eran reflejos de la sociedad: Niní los componía desde una observación muy minuciosa, cada uno de ellos tenía su vida, su historia".
Télam: Por tu edad no podés haberla conocido personalmente...
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Magalí Meliá: Cuando leí su autobiografía "Mis memorias" descubrí dónde se habían originado sus personajes y me fascinó esa lucidez para rescatar cada detalle, que es lo que enriquece y termina dando vida a un personaje, tanto en lo físico como en la forma de pensar, de hablar, las diferentes voces, incluso en el vestuario que ella misma les confeccionaba.
Por ejemplo, "Cándida", que fue el primero, lo construyó a partir de la observación de Francisca, la mujer que la cuidaba cuando ella era chica. O "La Niña Jovita", que nace de una visita al cumpleaños de la tía de su marido Marcelo, de observarla a ella y a sus amigas.
T: ¿Cómo fue tu primer acercamiento a ella?
MM: Mi acercamiento a Niní fue de casualidad. Estaba buscando material porque quería trabajar con una comedia y me encontré con partes de algunos de los audios que había grabado ella cuando hizo "Y...se nos fue redepente" en la década del 70. Me pareció alucinante y quise hacerlo.
En ese momento estaba cursando un seminario con Agustín Alezzo y convoqué a un compañero, Ariel Leyra, para que hiciera la dirección. A su vez, empecé a trabajar las voces con mi profesora de canto, Florencia García Casabal. Fue así que, a partir de "Y...se nos fue redepente" me acerqué a Niní y me apasioné con sus trabajos; vi todas sus películas, escuché grabaciones de sus programas en radio, leí biografías y su autobiografía. Era una artista descomunal, la admiro mucho.
T: ¿Cuál es el papel de su hija Angelita en el resultado de tu trabajo?
MM: Angelita, la hija de Niní, es quien tiene los derechos de sus trabajos. Cuando empezamos a ensayar yo no la conocía y sabía que sin conocerla iba a ser difícil conseguir los derechos. Pasó un tiempo hasta que me enteré de un homenaje que le hacían a Niní en un teatro y sabía que iba a ir Angelita, así que le escribí una carta, la esperé en la puerta y se la di. Al otro día me llamó por teléfono y nos invitó a mí y al director a su casa para mostrarle sobre lo que estábamos trabajando. No lo podía creer.
Fue una experiencia muy emocionante, entrar a esa casa donde en su momento también había vivido Niní, con fotos de ella por todos lados. Hice uno de los monólogos de "Catita", el de "Jovita" y creo que algo de "Doña Pola". En el living, con Angelita y su marido como espectadores. Una tarde inolvidable.
Después de la pasada, Angelita dijo que me daba los derechos y además se ofreció a hacer el asesoramiento de los personajes, nos acompañó en diferentes ensayos. Estoy tan agradecida con ella, es una persona muy generosa.
T: ¿Tenés conciencia de las expresiones populares que aún perduran a partir de esos personajes?
MM: Sí, claramente supo captar expresiones populares específicas que hoy perduran. Como dije antes, parten de esa atenta observación al momento de construir sus personajes y de escribir sus textos. Me sorprendió tanto empezar a escuchar a "Catita" en diferentes lugares que tengo un archivo en el que voy anotando palabras, frases o modismos.
Como, por ejemplo, "cangrena" en lugar de gangrena, "quíster" en lugar de quiste, o la expresión "hay cada una má de cuatro". Es increíble porque al leerlas o escucharlas quizás parezcan exageradas, pero son un fiel reflejo de la realidad.
T: ¿Cuál o cuáles son los personajes que te presentan mayores dificultades?
MM: El que más me costó es precisamente "Catita", por lo que representa, es el personaje más popular de Niní, y porque además el vocabulario, la forma y el ritmo de hablar son muy específicos. Además, partimos de la idea de no hacer una imitación sino de interpretarlo tomando, por supuesto, la esencia del personaje.
T: ¿Cuáles son los que más te satisfacen cuando los compartís con el público?
MM: Todos me producen mucho placer cuando los comparto con el público. "Catita" es uno de los que más disfruto, sus monólogos son desopilantes; de todas formas, todos los personajes son tan distintos y están construidos con tanto amor que sinceramente me encanta interpretar a cada uno de ellos.
T: ¿Hay público joven en las funciones o mayormente es gente mayor?
MM: Sí, hay público joven y eso me sorprende mucho. Ver que lo pueden disfrutar tanto las generaciones que la conocieron como quienes nunca habían visto nada de ella. Justamente luego de la función del viernes pasado una amiga colega que la vio por primera vez me agradeció porque pudo acercarse a Niní, me contaba que siempre le decían que ella arriba del escenario parecía "Catita" y que nunca había visto nada de ella.
Rendirle homenaje con la intención de llegar a diferentes públicos y que quienes no la conocían puedan sentir cierta curiosidad y así acercarse al material que nos dejó Niní, es maravilloso.
Me gustaría nombrar a Carlos Di Pasquo, que hizo el vestuario y la escenografía, a Fernando Díaz, que realizó el diseño de luces y a Verónica Duh que hizo el diseño gráfico. Además, en esta nueva reposición se renovó el equipo con la incorporación Silvina Macri en la producción, Emilio Zinerón en la asistencia de dirección, María Guglielmelli como vestidora y Débora Longobardi en la colaboración artística. Sin ellos sería imposible llevar adelante este unipersonal.
T: ¿Por qué Niní y no otra figura?
MM: Niní no solo actuaba, sino que además escribía. Nos dejó un material cultural riquísimo. "Y...se nos fue redepente" es un texto maravilloso del cual me enamoré y que disfruto mucho hacer. Niní Marshall es una de las más grandes figuras de nuestro espectáculo. Una gran "capacómica".
Con información de Télam