El Sertao brasileño, Glauber Rocha, Lula y Bolsonaro en el Festival de Mar del Plata

10 de noviembre, 2022 | 14.00

(Por Pedro Fernández Mouján, enviado especial).- El filme brasileño "Saudade: fez morada aqui dentro", del realizador bahiano Haroldo Borges y que tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Mar del Plata, donde se transformó en una de las favoritas de la muestra que entrega sus premios este sábado, rescata y reformula fuertes tradiciones cinematográficas brasileñas en diálogo con el Cinema Novo de Glauber Rocha y propone "un cine que sea herramienta para reencontrarnos como nación luego del desastre que dejó Bolsonaro", señala su realizador.

Filmada en un pueblo de 300 habitantes del mítico Sertao brasileño (el desierto nordestino donde Rocha rodó sus filmes) con actores no profesionales, y a través de un proceso de seis meses de trabajo instalados en el territorio, la película cuenta la historia de un chico que pierde la visión y cómo se adecúa él y su entorno a la nueva situación, lo que según su realizador propone una metáfora del Brasil actual.

"Para nosotros Bolsonaro fue muy impactante, no podías creer que los 'bolsominhos' (seguidores del Presidente saliente) estaban tan cerca. De pronto, el tío simpático de los domingos o un amigo de la escuela lleno de vida eran bolsominhos, entonces eso nos sugirió la idea de la ceguera, como una metáfora de lo que nos estaba sucediendo, porque no podíamos entender cómo estas personas tan cercanas y queridas podían elegir ese camino tan desastroso para todos y defenderlo con tanta pasión", cuenta Borges.

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"Ahora que escapamos de Bolsonaro -continúa Borges- hay un montón de personas que se quedaron muy tristes con la derrota electoral y marcharon a los cuarteles de todo Brasil y acapararon delante de sus muros para orar y pedir la intervención del Ejército. Hay una locura, una ceguera muy fuerte que genera un escenario de mucha incertidumbre y una cierta desesperanza porque la gente está muy cerrada en su propia visión y el diálogo y el encuentro parecen imposibles, entonces me parece que hay que contar historias donde es posible soñar, donde nos encontremos otra vez. Se trata de la mitad del país, no se la puede dejar afuera, hay que tener un reencuentro, nos tenemos que reencontrar como nación y creo que el cine con sus historias es una herramienta hermosísima para lograr eso".

Con anteojos, sombrero panameño, jeans y una remera roja con el rostro de Lula estampado en negro, Borges charla con Télam en uno de los salones del Gran Hotel Provincial de Mar del Plata luego de la proyección de la película y finaliza la idea: "Creo que es el momento de contar historias que inviten a mirar de otra manera las cosas, hace falta ternura, dejar el cinismo un poco de lado y buscar ese reencuentro entre nosotros mismos como nación. Es el momento de la esperanza".

Télam: Podrías contarnos un poco el proceso a través del cual se fue construyendo la historia que cuenta "Saudade..."

Haroldo Borges: Se rodó en un pueblo que se llama Pozo de Fora, es muy pequeño, de solo 300 habitantes, instalado en el Sertao de Bahía, una región que está muy presente en el cine brasileño y es casi un género en sí misma. Es el lugar del Cinema Novo de Glauber Rocha, una región emblemática. Nosotros somos de Salvador, a 800 kilómetros de allí y todos los chicos de la película, los grandes y personas que trabajaron en el equipo técnico son de la región. Creamos una gran familia para hacer la película. Llegamos allí y nos instalamos seis meses, que fue lo que duró el proceso desde que elegimos a los actores hasta la finalización del rodaje.

T: ¿Qué decisiones tomaron al trabajar con la gente del lugar?

HB: Lo mejor fue que dejamos muchos espacios abiertos de la historia para descubrir junto con ellos. Hay muchas escenas de la película que no estaban escritas porque si bien había un guion era para tener un mapa y saber adónde nos dirigíamos, pero los chicos que actúan en la película no leyeron ningún guion, les contábamos la idea de la escena, charlábamos las situaciones.

T: Anteriormente el equipo de la película realizó dos largometrajes: "Jonás y el circo sin carpa" de 2015, que es un documental dirigido por Paula Gomes (productora y coguionista de este filme) e "Hijo de buey", en 2019, una ficción tuya, ¿tienen relación con esta forma de trabajo?.

HB: Sí, somos un coletivo: Plano 3 Filmes. Nosotros venimos del documental donde la observación es muy importante y nos interesa cada vez más buscar esa frescura de estar ahí, en la situación y estar abiertos a lo que el lugar y la gente nos propone. Nosotros no queremos llegar con nuestras referencias e intentar imponer nuestras visiones sino hacer que la película nazca de la experiencia del equipo con los actores, es una tendencia del cine contemporáneo dentro de la cual nos sentimos muy cómodos.

T: Este festival está dedicado a Leonardo Favio, y en ese afecto y cercanía en relación con lo popular, en esa mirada que viene desde abajo, hay algo muy próximo, salvando todas las distancias, entre la cinematografía de Favio y este filme.

HB: Admiramos mucho a Favio y es algo muy bello que nos digan esto. Normalmente tenemos la educación de que hay que hacer películas, arte o cultura y entregárselas al pueblo, como algo que viene desde arriba hacia abajo y nuestro planteo actual es exactamente al revés, para nosotros una película tiene sentido en la medida en que es una producción del pueblo; nuestra mirada, lo que tenemos que contar, nace de esa relación que logramos construir con la gente. Estamos acostumbrados a aceptar lo que viene de afuera, desde la metrópoli y nosotros repetimos eso, hay que tener mucho cuidado para no repetir en nuestras películas el discurso del opresor. En algún momento de nuestro desarrollo como colectivo cinematográfico tuvimos esa especie de epifanía donde descubrimos que teníamos que hacer películas que surgieran de los lugares donde estábamos y de la manera como vivimos para contar las historias que nos permitan encontrarnos como pueblo, como comunidad con intereses colectivos.

T: ¿Cuál es la relectura que hacen hoy del Cinema Novo?

HB: El Cinema Novo es una influencia muy fuerte en todos los cineastas brasileños y para mí, que soy de Bahía, la tierra de Glauber Rocha, muy grande. A Glabuer lo podemos comparar con Maradona, no es un humano es un dios; Glauber es muy fuerte, tiene una influencia muy poderosa en el cine brasileño y es imposible sustraerse de esa figura tan presente y tan mítica. Con Bolsonaro pasó algo impresionante y fue que las películas de Glauber se actualizaron. Mirar las películas de Glabuer hace dos años fue mucho más impresionante que haberlo hecho antes, ese clima de locura que cuando mirábamos las películas de Glauber quizás decíamos "me parece demasiado" en estos años de Bolsonaro lo entendimos y entonces comprendimos mejor el clima que estaba instalado en los 60 en Brasil con ese sentimiento de desesperanza.

T: ¿Cambió el Sertao?

HB: Mucho, con Lula, el Sertao siempre fue un lugar de migración, del que la gente buscó escapar y con Lula eso cambió radicalmente y la gente empezó a quedarse. También en ese proceso nosotros pudimos empezar a producir cine desde Bahía, por fuera de los grandes polos que son Río y San Pablo, y esta película y nuestro cine tiene que ver con eso, con quedarnos y construir nuestra casa allí, es un giro del Sertao y para hacer ese giro pasamos por Glauber.

Con información de Télam