La realizadora, guionista y actriz Ana Katz, directora de Supernova, nueva serie de comedia dramática de Amazon Prime Video y El Nueve que retrata un momento crucial de tres personajes en el difícil umbral de los treinta, afirmó que le atrajo el proyecto porque le permitía trabajar puntos vinculados al cuerpo, a la sensibilidad, a las distintas edades y las exigencias que impone una sociedad como la que vivimos hoy.
Lo que más me atrae de un proyecto es que contenga una pregunta que no sé responder, explicó en charla con Télam la realizadora de El perro que no calla (2021) y Sueño Florianópolis (2018), entre más títulos.
Producida por Kapow y Grupo Octubre, escrita por Katz junto con su hermano Daniel y compuesta por cuatro episodios de media hora -que además de estar disponibles en la plataforma de streaming se verán semanalmente por TV de aire, los viernes a las 22 por El Nueve-, la idea original de la serie fue de una de sus protagonistas, Johanna Chiefo.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Ella es Nicolasa, quien junto a sus amigos June (Ruggero Pasquarelli) y Mimí (Carolina Kopelioff) hacen frente a los mandatos sociales, a sus propios deseos y frustraciones mientras intentan sobrevivir en la gran ciudad.
Nico reparte sus días entre castings publicitarios y la venta de empanadas por los negocios del barrio: cuando por fin obtiene un papel se trata del protagónico de una publicidad que malinterpreta lecturas sobre la gordofobia y ella queda estigmatizada para el público como la Gorda fruta.
June se empecina en no aceptar su diabetes y sufre un accidente que lo lleva al hospital y a los brazos del verdulero de su barrio, José.
Por su parte, Mimí una joven actriz que vive con su madre, pasa sus días enamorada de un conocido productor televisivo mucho mayor que ella, casado y padre de dos hijos. Las presiones de una vida entera de exposición pública y el romance a escondidas le generan una serie de tics nerviosos que amenazan con destruir su carrera.
Como una supernova, el trío protagónico vive en permanente explosión, y la onda expansiva afecta a familiares, amantes y amistades, entre los que se encuentran figuras como Inés Estévez, Marina Bellati, Luis Ziembrowski y Diego Cremonesi.
Télam: ¿Cómo surgió este proyecto?
Ana Katz: la idea primera para este proyecto fue de Johanna, que claramente la siento como el alma máter y la semilla de todo lo que después surgió. Me ofrecieron escribir y reflexionar en base a la idea de Johanna, propuesta que me interesó; me interesaba trabajar puntos vinculados al cuerpo, a la sensibilidad, a las distintas edades y las exigencias que impone una sociedad como la que vivimos hoy. Me gustaba mucho la idea de trabajar en la sensibilidad de los tres personajes y su familia y sus allegados afectivos; es una serie que todo el tiempo está hablando de la posibilidad de fallar, del permiso para para fallar, de las heridas que genera el esfuerzo de nuestra contemporaneidad.
T: Supernova cuenta la historia de tres jóvenes en una etapa difícil, tratando de hallar su lugar en la vida, acaso sufriendo el pasaje definitivo a la adultez.
AK: La idea era una ficción que espeje el vivir en esta realidad latinoamericana. Por eso la idea es que también los personajes del padre de Nicolasa (Ziembrowski) o de la madre de June o de también la madre de Mimí (Dupláa), se espejan en los hijos y tienen situaciones también complejas. La serie se enfoca en una generación de treinta y pico, y le da su protagonismo, pero más allá de eso es el puntapié de una sensación que tiene que ver con una realidad de esta actualidad, y con que realmente no es fácil llegar a fin de mes pagando un alquiler, realmente no es fácil lograr trabajar o buscar un espacio, no es nada fácil tampoco el mundo afectivo. Y me gustaba poder desde un contexto cálido, porque siempre hay un lazo afectivo entre ellos, explorar esa problemática que también tiene de protagonistas a las familias.
T: Un aspecto interesante de la serie es cómo Nicolasa encara la gordofobia, o cómo June la homofobia. Padecen la discriminación, incluso la que se camufla en forma de inclusión, pero en ningún momento eso les hace cuestionar su identidad o desear ser diferentes. ¿Las generaciones más jóvenes tienen menos problema con la mirada de los otros?
AK: Sí, desde el inicio me interesó mucho esa pata del proyecto. Poder hacerme preguntas respecto de la igualdad, respecto de la inclusión. No estoy segura si la respuesta a esa falta de prejuicios o esa menor cantidad de prejuicios es una generación más joven; hay grupos más jóvenes que sí que son muchísimo más abiertos que generaciones pasadas y también vemos que hay otros grupos de gente muy joven que no, que tal vez tienden a ser más conservadores. Creo que eso depende, y sí me asombra y observo que el abanico de contraste entre un pensamiento más inclusivo y abierto y un pensamiento más conservador es cada vez más amplio.
Me interesaba mucho poder mirar también inclusivamente y eso en mi punto de vista implica que esos temas no vengan con una carga didáctica o discursiva, sino que justamente se puedan diluir en algo que supera todo eso, que es la humanidad de cada personaje.
T: ¿Cómo dialoga esta serie con el resto de tus trabajos como guionista/directora?
AK: Es inevitable ese diálogo entre ficciones, entre temas. Lo más importante para mí es el asunto que está de fondo y que es una especie de brújula que me hace leer, que me hace pensar, que me hace reflexionar. Y creo que lo que más me atrae de un proyecto es que contenga una pregunta que no sé responder. Creo que en relación, por ejemplo, a El perro que no calla aparecen temas que con el paso del tiempo me van resultando cada vez más inquietantes, como por ejemplo la relación de las personas con sus trabajos, el tiempo que se dedica a lo afectivo, la exigencia en aumento en contraposición a las necesidades más sensibles de las personas y la exigencia también de la sociedad latinoamericana y la expresión de esa exigencia en los cuerpos.
T: ¿Qué diferencia tiene para vos la manera en que circulan y se conversan una película y una serie?
AK: Me cuesta poner a dialogar las series y el cine porque si bien se dotan del lenguaje audiovisual, creo que funcionan y tienen registros muy distintos. De ninguna manera puedo pensar esas dos expresiones en contraposición. Creo que la experiencia cinematográfica es irremplazable, caminar hacia el cine a ver una película, juntarse con gente a debatirla. Me parece a la vez que la series dan un espacio interesante para reflejar problemáticas actuales con mucha llegada a un público, que eso me permitió hacer foco en personajes, expresar algunas ideas que tengo pensado seguir explorando.
Con información de Télam