En medio de una intensa corrida cambiaria, el Banco Central dispuso una nueva suba en la tasa de interés de referencia para las colocaciones en plazos fijos, con el objetivo de estimular la demanda en pesos y desincentivar la demanda minorista hacia el dólar. En el transcurso de una semana, independientemente del alza de precios, el Directorio del BCRA aprobó dos subas consecutivas, una de 3 puntos porcentuales y otra de 10 puntos, que eleva la tasa nominal anual al 91 por ciento, con un rendimiento real efectivo de 140,5 por ciento para doce meses de inmovilización. La medida estimula el ahorro en pesos pero sube la vara en las condiciones crediticias para las empresas que no acceden a líneas específicas de financiamiento subsidiadas, mientras los bancos acumulan en el último año ingresos por 8,3 billones de pesos por tenencia de bonos y letras y primas por pases de corto plazo entre entidades.
La contracara de una suba de tasas de interés –especialmente a los niveles actuales, dada la exigencia del Fondo monetario de mantenerlas por encima de la inflación—es un fuerte encarecimiento del crédito que seguirá impactando en la actividad económica que, luego de dos trimestres de crecimientos mensuales casi nulos, ya se encuentra técnicamente en la zona de estancamiento. El BCRA mantuvo su política de crédito focalizada en el desarrollo productivo, con la Línea de Financiamiento a la Inversión Productiva (LFIP) como la principal herramienta utilizada para canalizar el crédito productivo a las MiPyMEs.
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Recientemente, el BCRA dispuso su renovación y estableció una nueva base para el cálculo del cupo 2023. Sin embargo, no todas las empresas acceden a este tipo de líneas subsidiadas y el costo para los préstamos de cuenta corriente es impagable para muchas empresas. Esta situación ya comienza a exhibirse en las estimaciones que realiza el área crediticia del Banco Central, con una fuerte contracción del crédito.
Si se analiza la composición de los préstamos comerciales por tipo de deudor, los préstamos otorgados a MiPyMEs evidencian un claro estancamiento a precios constantes y sin estacionalidad en el trimestre. En tanto el financiamiento destinado a grandes empresas cayó a una tasa promedio mensual de 1 por ciento en igual período. En términos interanuales, se observaron caídas en ambos segmentos: del orden del 8,8 por ciento en el caso de las MiPyMEs y de 13,5 por ciento para el resto de las empresas, según las cifras relevadas en el Informe Monetario del BCRA.
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“Para el segundo trimestre de 2023, de acuerdo con las respuestas recibidas, se prevé una leve restricción en los estándares crediticios asociados a nivel general de las empresas y en las PyMEs (-5,9 por ciento), y neutralidad en las grandes empresas”, señaló el documento sobre las condiciones crediticias que lanzó la autoridad monetaria, previo al nuevo ajuste de las tasas de interés que anunció este jueves.
“Obviamente esta suba de tasas encarece el crédito productivo, con lo cual se va a complicar más el acceso. Nosotros lo vemos con gran preocupación, como todo lo que está pasando, porque seguramente van a subir los descubiertos, van a subir todos los créditos que se puedan otorgar y va a obligar al Estado a subsidiar mucho la tasa para que podamos tomarlos”, señaló a El Destape el titular de la Confederación General Empresaria de la República Argentina, Marcelo Fernández. Desde el ente monetario que conduce Miguel Pesce advierten que se buscará desacoplar la suba lo más posible para los créditos, pero el impacto llega igualmente a los préstamos de las empresas y las familias.
La apuesta es poder contener el encarecimiento del crédito con subsidios de tasas. Desde su implementación hasta febrero último, los préstamos otorgados en el marco de la LFIP acumularon desembolsos por aproximadamente 4447 billones de pesos. Esto implicó un aumento de 155 por ciento respecto al registro de igual mes de 2022. Al término de febrero, aproximadamente 380 mil empresas habían accedido a créditos en el marco de esta líneas de financiamiento a la inversión productiva.
“De todos modos, siguen siendo altas, aunque son tasas negativas; es decir, por abajo en inflación porque las subsidian. Pero igual siguen siendo muy altas pese a que no llegan al 60 por ciento. Ahora, tomar un crédito al 70 por ciento por un año es una locura. Es verdad que son negativas y reconocemos el esfuerzo, dado que sin el subsidio rondaría el 90 por ciento; pero igual siguen siendo muy altas”, detalló Fernández a este medio. En la misma línea respondió a El Destape Leo Bilanski, presidente de la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales (ENAC), quien anticipó una fuerte impacto negativo en el crédito.
El otro desincentivo proviene de los mismos bancos. Con un rendimiento efectivo mensual en torno al 7,6 por ciento y un interés efectivo anual del 141 por ciento para las colocaciones de letras de liquidez, las entidades encuentran escaso estímulo para la intermediación y se montan en el negocio financiero que les ofrece el Central. Hasta febrero, previo a las últimas dos subas de tasas, los ingresos por tenencia y arbitraje de instrumentos de política monetaria les redituaron un ingreso acumulado a 7,4 billones de pesos, 7,3 millones en resultado por “títulos valores” y casi un billón (980.900 millones) por “primas de pases”. Aunque no trasladen al costo efectivo la totalidad del alza de tasas, las barreras burocráticas que exigen las entidades para acceder al crédito son cada vez más elevadas.
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De acuerdo con el informe de condiciones crediticias del Central, tras cierta neutralidad que se observó en el primer trimestre del año en el crédito, para el período mayo-junio “se espera una leve restricción en los estándares crediticios asociados a este segmento de negocio (nivel general)”.” Respecto a los términos y condiciones de los créditos aprobados, en el primer trimestre el conjunto de bancos participantes señaló una flexibilización (con distinta intensidad) de los montos máximos de otorgamiento en todos los tamaños de empresas. En cuanto al resto de los términos y condiciones de los créditos no se observaron cambios en el trimestre”, señala el BCRA.
En el caso de los hogares, en el primer trimestre el conjunto de bancos participantes del relevamiento del BCRA mantuvo sin cambios los estándares crediticios de todas las líneas. Para el próximo trimestre los bancos encuestados esperan un escenario de moderada flexibilización en los estándares de aprobación para los otros créditos al consumo, mientras que para el resto de las asistencias no prevén cambios.
En los primeros tres meses del año se reflejó también una leve flexibilización (aumento) de la demanda crediticia en los prendarios y en los otros préstamos al consumo, manteniéndose sin cambios para el resto de las líneas a las familias. Para el próximo trimestre se anticipa un incremento de la demanda de crédito (de distinta intensidad) en casi todas las líneas a hogares (hipotecarios permanecería sin cambios).
Las líneas comerciales presentaron una caída promedio mensual en el trimestre de 0,7 por ciento a precios constantes y acumularon una contracción interanual de 11,5 por ciento. La merma de los primeros meses del año se explicó por el comportamiento de los adelantos, que resultó parcialmente compensada por el crecimiento de las financiaciones otorgadas mediante documentos. Dentro de este tipo de instrumentos, el impulso provino de los documentos descontados –pese al encarecimiento en el descuento de cheques, sigue siendo la principal herramienta de financiamiento pyme—, mientras que los documentos a sola firma, que tienen un mayor plazo, exhibieron una leve contracción en el trimestre.