Aunque los últimos datos económicos muestran una paulatina reactivación de la economía, una de las consecuencias que persiste fruto de la retracción económica es el endeudamiento en los hogares y la tarjeta de crédito se mantiene en el podio de las vías protagonistas para hacerlo. Un detallado informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) revela el comportamiento de los bancos y entidades no financieras frente a la creciente demanda de compras mediante este método de pago y cómo endeudarse con plástico es un arma doblemente afilada -más en pandemia-
En primer lugar, del relevamiento se destaca que la tasa de interés promedio que cobraron las entidades financieras -bancos- por las compras realizadas con tarjetas de crédito en septiembre fue del 41%. En términos trimestrales denota una caída solo del 1%, pero en términos anuales los datos son más que elocuentes: en diciembre de 2019 esa tasa era del 82%, lo que significa que, desde el comienzo del año hasta el noveno mes, cayó un 50%. Además, la tasa promedio de septiembre’19 (77%) guarda una diferencia del 47% con respecto al mismo mes del corriente año.
Es un dato significativo enmarcado en que 2019, cerró con una tasa de interés del 76%, lo que representó un aumento acumulado anual de 15 puntos: ell valor histórico más elevado de los últimos 17 años.
Además, el informe del organismo destaca que la tasa de interés de política monetaria, ubicada en septiembre en 38% "siguió vigente por sexto mes para promover el crédito a las familias y empresas e impulsar el ahorro en moneda local". Esta tasa se reconoce como la tasa de referencia del mercado. "La tasa de referencia es la que el BCRA le paga a los bancos. Esa tasa en la gestión anterior era tan alta que las entidades financieras compraban bonos que en unos días daban rendimientos increíbles y eso desalentaba el crédito, porque convenía más prestarle al Estado que al público. Por eso, el BCRA estableció que el diferencial de tasas (la tasa de referencia con la tasa de interés) tiene que tener una relación con la política monetaria, pero también un control de máximos y mínimos" explicó Lorena Putero, economista e integrante del CESO.
En esa línea, también en febrero el BCRA estableció que los bancos no podrán cobrar más de un 55% de interés nominal anual para “relajar las condiciones crediticias y estimular la actividad económica de personas y empresas” ni las tarjetas de entidades no financieras podrán superar el 25% de la tasa promedio de los créditos personales.
Sin embargo, más tarde, producto de la pérdida de poder adquisitivo y la dificultad de pagar las cuotas a tiempo, el organismo estatal, mediante la Comunicación A 6964 y A 7095, puso en marcha dos refinanciaciones automáticas y planes de pagos para los resúmenes de tarjetas de crédito que no se podían pagar en tiempo y forma. La primera fue en abril; se ofrecieron tres meses de gracia y un total de nueve cuotas iguales y consecutivas. En ese período se podían cobrar intereses compensatorios a una tasa nominal anual (TNA) del 43% más una suma de gastos adminsitrativos. El total a pagar deriva finalmente en el Costo Financiero Total (CFT), y acá aparece el gran causante del mayúsculo aumento de lo que se termina pagando en cuotas. Es que, la tasa de interés es el "precio principal" del préstamo, pero cuando se le suman los demás gastos administrativos propios de cada entidad bancaria, así como el IVA sobre intereses, el resultado es el CFT de la operación.
Es así que, tal vez por una mala o confusa política de comunicación que tomó el BCRA para anunciar el plan de refinanciamiento de abril , donde se resaltó la tasa del 43% pero no el pago del CFT, en agosto, cuando se pagó la primera cuota, se hicieron de público conocimiento una serie de advertencias de varios clientes al ver figurado en los resúmenes un monto mayor al que tenían previsto. “Hay disparidades entre lo que se cobra, en algunos se cumple el 43% y en otros no, lo que desconcierta. Mucha gente que entró pensó que pagaría $147 cada $1.000 de cuota. Pero llegaron más de $400 por cada $1.000 de cuota”, plasmó en aquel entonces la consultora CERX.
Según la consultora, la refinanciación automática fue aplicada a 2,5 millones de usuarios de tarjetas de crédito (aunque no todos tuvieron el mismo inconveniente)
Las denuncias resultaron en la apertura de una investigación de oficio por parte del BCRA, llevada a cabo por la Superintendencia de entidades financieras y cambiarias, para determinar si realmente los bancos habían aplicado correctamente el plan de financiamiento. Sobre el estado de la investigación no hay actualizaciones, puesto que el proceso de los sumarios que instruye el organismo no tiene instancias de comunicación intermedia, por lo que se informará “una vez que los sumarios tengan una definición”, según fuentes consultadas por El Destape. Fundadas las denuncias o no -aún se está investigando- la Defensoría del Pueblo de CABA publicó un escrito con su visión al respecto que concluye así: "
"Las cuotas que resultan de la suma del capital adeudado (saldo impago de la tarjeta de crédito), más los intereses y gastos administrativos sobre ese saldo; resultan de aplicar sobre el saldo impago la tasa del costo financiero total (CFT), no la tasa nominal anual (TNA). Los hogares que refinanciaron su deuda de esta manera contaban con información inadecuada o insuficiente sobre cuál era la tasa a la que se calcularían las cuotas."
En septiembre se implementó una refinanciación con el mismo periodo de gracia y cuotas a pagar, con la diferencia de que el BCRA determinó que se podía aplicar una tasa de interés nominal esta vez del 40% como interés compensatorio más IVA y sin incluir otro recargo. Así, regulada por la Comunicación A 7095, la tasa promedio rondó el 51% en los bancos. Por su parte, en el mismo período las entidades no financieras llegaron a cobrar una exuberante tasa del 72% y el 7% de estas entidades un porcentaje que alcanzó el 105%. El dato surge de una muestra de 68 empresas que declararon las tasas máximas de interés cobradas en el noveno mes del año, ajustándose al Régimen Informativo de Transparencia del BCRA, mediante el cual la autoridad recibe en clave de declaración jurada los niveles actualizados de distintos indicadores del sistema financiero. "Estas empresas tienen tasas de interés más altas con la excusa de que admiten mayores riesgos, porque aceptan personas que no tienen trabajo registrado y piden menos requisitos", explicó Putero.
Para el 22 de octubre, el BCRA largó un comunicado estableciendo que los proveedores no financieros de crédito - empresa que sin ser bancos ofrecen créditos, como fintechs, empresas emisoras de tarjetas de crédito y las empresas de venta de electrodomésticos que ofrecen financiaciones, entre otros- deberán cumplir con los términos de la Ley de Entidades Financieras en materia de protección, transparencia de las condiciones crediticias, publicidad, difusión y reclamos.
Según un relevamiento del BCRA, alrededor de cuatro millones de personas accedieron a financiaciones con estos organismos, o sea el 30% del total de deudores del sistema financiero. Además, el 77% de las fintechs cobran un CFT como mínimo del 150% anual mientras que más de la mitad de estas empresas percibe un CFT por arriba de 400% anual.
La financiación con tarjetas de crédito se incrementó de cara a los préstamos personales durante julio, agosto y septiembre. De hecho, en el octavo mes del año se notó el mayor incremento real de compras con tarjeta -5%- frente a los créditos personales, que tuvieron una caída del 2%. Los créditos a tasa 0% y las financiaciones del plan “Ahora 12” más las medidas del BCRA por regular las tasas máximas contribuyeron a tal desempeño.
De todos modos, según el CESO, en el tercer trimestre las tarjetas de débito volvieron a ganar terreno y el medio de pago que perdió protagonismo fue la tarjeta de crédito, seguido por el efectivo.
El dato se complementa con un informe de la compañía Prisma Medios de Pago, que indica que las transacciones subieron casi un 10% con respecto al mismo trimestre en 2019 y un 18,7% contra el segundo trimestre del año. A Página 12, el economista Martín Kalos explicó que se debe en gran parte al aumento del comercio electrónico y el uso de las fintechs, las “miles de cuentas bancarias que se crearon para cobrar programas sociales como el IFE”, la caída de las tarjetas activas de crédito y el recorte de la cantidad de estas tarjetas o la no actualización del cupo porque “les dejó de ser un buen negocio”. Es que en 2017, el BCRA arregló con los bancos emisores de tarjetas achicar las comisiones asegurando que se ganaría más dinero por cantidad que por precio. Sin embargo, explica el artículo del medio, “con la caída del consumo desde 2018, el esperado repunte de volumen nunca llegó” y los bancos consideraron recortar la cantidad de plástico. Actualmente, pasado el plazo de refinanciación automática, fuentes bancarias consultadas por El Destape aseguran que la tasa de refinanciación se mantiene en el orden del 43% por control del BCRA.