“No estamos condenados a exportar bienes primarios”, sostiene Ignacio Villagrán, politólogo especialista en China. El director del Centro de Estudios Argentina China de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA asegura, en diálogo con El Destape, que es posible agregarle valor a las exportaciones que envía al gigante asiático y que actualmente se circunscriben a soja, carnes y minerales.
Este domingo arribara el ministro de Economía, Sergio Massa, a China para visitar las ciudades de Beijing y Shanghai, donde se espera avanzar en acuerdos comerciales y en la posibilidad de ampliar el swap (intercambio) de monedas que permita dejar de usar el dólar en el comercio exterior entre ambos países. “A la Argentina le permitiría hacer pagos en dólares por la deuda con el FMI, a partir de pesificaciones de yuanes y utilización para el comercio entre Argentina y China”, señaló Villagrán, coordinador también del grupo de Estudios del Este Asiático del Instituto Gino Germani.
--¿Cómo evalúa la relación bilateral actual?
--Al día de hoy, la relación en su dimensión política y diplomática es excelente. Es cada vez más claro que hay un apoyo mutuo en cuestiones que son significativas para ambos países. Obviamente, está posición está enmarcada en el equilibrio que tiene que hacer la dirigencia argentina en lo que son las demandas de Estados Unidos. Visto desde el plano más diplomático, se conocieron algunas recomendaciones y preocupaciones que sostuvieron funcionarios estadounidenses en cuanto a posturas que tomó el país. La estrategia sigue siendo mantener las buenas relaciones con ambas potencias.
--¿Y en lo comercial?
--En cuanto a lo comercial, y lo que hace a los intercambios económicos, es una relación que es asimétrica y deficitaria. Es asimétrica también en el aspecto cualitativo, por la matriz exportadora de Argentina y la de China. En el caso del gigante asiático son productos con alto valor agregado y alta tecnológica (celulares, computadoras, equipos de telecomunicaciones), bienes de capital (maquinaria) y partes de automotores. Por su parte, Argentina sigue exportando principalmente soja y, ahora, como novedoso en los últimos años, es el incremento de las exportaciones mineras a china; más allá del complejo agrícola industrial. Las industrias de base agrícola tienen una participación menor que el envío de commodities. Y ahora la minería, que está dinamizando la actividad en varias provincias, tienen como mercado principal a china
--¿No es posible revertirlo en el corto plazo, pero puede reducirse ese déficit?
--Existe un enorme potencial productivo de la Argentina que no está explotado. No estamos condenados a exportar bienes primarios. Hay un montón de elementos en la Argentina que tienen déficit porque no están en miras de desarrollar sus núcleos productivos. No hablo de revertir el déficit en el corto plazo, pero sí reducirlo en el mediano plazo. Es nuestro principal socio comercial y el más deficitario. Habrá que ver cómo mejorar la producción y exportación de vinos y elementos de la minería con algún tipo de valor agregado o procesamiento previo a la salida. Las ventas de carnes también. Hubo toda una discusión hace algunos años con la exportación de carne porcina por cuestiones ecologistas, pero, a veces, hay que saber balancear. Ecología sin desarrollo tampoco le sirve a nadie. Por ejemplo, en vez de exportar la soja para alimentar los cerdos en Holanda o Alemania, que después se envían a China, tener parte de ese mercado de valor agregado acá. Son elementos que permitirían achicar esos déficits. China básicamente está pidiendo que se avance en eso y hay mercado para esas exportaciones. Es más un problema de política de desarrollo y estrategias para desarrollar esas capacidades productivas y no un problema de apertura del mercado chino.
--¿Se pueden sortear las tensiones entre China y Estados Unidos?
--Creo que podría a estar complicado, o no le serviría a la Argentina decidor uno de los dos mercados. Salvo que haya un eventual conflicto abierto entre China y Estados Unidos, donde el país norteamericano decida, por ejemplo, que no funcione más la estación espacial de observación del espacio profundo que está radicado en Neuquén porque los chinos los van a utilizar bélicamente. O, por ejemplo, que no le exportes soja a China porque le hacen un bloqueo comercial. ¿Qué hacemos entonces con esa producción? ¿La compra Estados Unidos? La disyuntiva en ese punto es la militarización de las decisiones de la política argentina. Creo que esta preocupación es mayor que imaginarla en otro lado. China no tiene capacidad real de bloquear los puertos de Argentina. Tiene tres portaviones, de los cuales dos son más o menos viejos. En un escenario de conflicto abierto lo veo a Estados Unidos más proclive a tomar este tipo de decisiones que a China.
--¿Abona la teoría de la equidistancia?
--Alguna vez se habló de eso. En verdad, si ambos te ofrecen los mismo existe esa posibilidad, pero si el principal ingreso de divisas es por las compras que te hace China y la Argentina tiene las inversiones de recuperación puesta en funcionamiento en el entramado de infraestructura y ferroviaria con inversiones chinas y proyectos energéticos, mientras Estados Unidos no ofrece nada al respecto, sería difícil mantener la idea de equidistancia. Es una resolución muy complicada. Creo que la dirigencia política está enfocada en mantener un equilibrio estable entre ambos pero la relación con China es mucho más importante, aunque asimétrica en lo económico y en lo político que con Estados Unidos.
--En el medio está la cuestión de la deuda con el FMI. ¿Cómo puede ayudar China con el swap?
--La política de china es muy clara en ese sentido. El dólar va a ser una de las monedas de reservas internacional, pero no la única, sino parte de una canasta más amplia para hacer intercambios en euros, yuanes, yenes; o en rupias para el comercio con la India, que para nosotros es importante. Obviamente, a Estados Unidos eso no le sirve porque le cambia una de las herramientas de política exterior, que es justamente el dominio de la principal moneda de cambio internacional. Pero a la Argentina le permitiría hacer pagos en dólares por la deuda con el FMI, a partir de pesificaciones de yuanes y utilización para el comercio entre Argentina y China.
--El yuan le viene ganando terreno al dólar en el comercio global. ¿Puede quitarle hegemonía a la divisa estadounidense?
--Depende de qué áreas estemos hablando. En Asia Central, donde realiza las compras de hidrocarburos y energía y otros insumos minerales, éstas ya se pagan en yuanes. Lo novedoso es que es un socio tan importante como Argentina, estratégico para la región de América latina. A la Argentina le sirve porque le libera los dólares. Desde el Estado Chino se hizo un gran esfuerzo para que sus comerciantes internacionales se adecuaran a este esquema de pagos sin pedir dólares.
--¿Están superados ya los cortocircuitos que generó el macrismo con China?
--Fue muy breve de cortocircuito y se resolvió rápidamente. También tienen que ver con la política exterior de largo plazo de China. El cortocircuito con Macri que se inició con el hundimiento del pesquero chino que estaba en aguas argentinas y todo el problema diplomático siguiente fue de muy baja escala y no avanzó ni en China ni acá. Rápidamente se volvieron a revisar convenios que se habían firmado con Cristina Fernández. El balance es más de continuidad que de ruptura. El macrismo, ideológicamente y discursivamente, había planteado que había que alejarse de China y Rusia, pero parte de la dirigencia política se dio cuenta de que los sectores económicos de los mercados europeos no tienen las posibilidades que tiene China para comprar nuestros productos. El cambio de eje del atlántico norte al pacífico es muy claro para las exportaciones de Argentina, sobre todo en las cinco principales economías con las que se comercia. No es que China financia proyectos en Argentina por voluntad y amistad. Su objetivo es recuperar estas inversiones.
--¿Qué oportunidades concretas nos ofrece sumarnos a la Ruta de la Seda?
--La principal ventaja tangible que tiene para la Argentina, después de que se firmó en febrero del 2022, tiene que ver con financiamiento de programas. El ingreso a ese listado de países se enmarca en una solución estratégica integral. No es nuevo en sí, sino que este memorando quedó enmarcado lo que ya era la integración estratégica integral firmada en 2014. Ahora bien, hay muchas instituciones en China, tanto de la cultura, el deporte y la política a nivel de partidos y universidades, que tienen fondos especiales para hacer programas con países que son parte de la iniciativa de esta ruta. Por ejemplo, las becas para periodistas que tiene el Ministerio de Comunicación de China. Tiene a disposición 500 becas, pero, aparte mantiene otras 200 becas para los que forman parte de la Ruta de la Seda. Ese tipo de cosas es como la ventaja más inmediata.
--¿Y para proyectos de más largo plazo?
--Todos los proyectos que ya se anunciaron se podrían haber hecho sin la firma de la iniciativa de la ruta, aunque políticamente fue una decisión correcta porque a China le importaba que Argentina firmara; aunque a Estados Unidos no le gustara mucho. Tampoco genera un daño o una transformación radical con uno u otro país. Pero a estratos intermedios políticos puede haber mayores intercambios por todas las líneas de financiamiento que se abren con ser parte de ese listado de países miembro.
--¿Con la crisis actual, no hay riesgo de que Argentina se convierta en un país barato para la adquisición de empresas nacionales por parte de extranjeras?
--Argentina es un país relativamente abierto a inversiones extranjeras en ese sentido. Se habla mucho del tema de la minería, muy en boga hoy en día, y es un sector muy abierto en términos de ingreso de inversiones. Tenemos un salar de litio y viene una empresa canadiense, estadounidense, búlgara o china que tiene el dinero para explotarlo, se la lleva. El tema es que China tiene una política en la que le interesa asegurarse la provisión de ciertos recursos y tiene las capacidades técnicas para llevar adelante los procesos de extracción y producción para asegurarse una cuota que vaya a su país. El tema es que hay pocos países que sean tan complementarios como Argentina y China. Gran parte de las posibilidades de exportación argentina coinciden muy bien en las necesidades de China. Si se logra aceitar este vínculo entre Argentina que produce lo que necesita China, salimos todos ganando. Generamos mejores condiciones de la actividad y más empleo. Queda en los gobiernos y en las comunidades ver hasta dónde y qué condiciones cumplir esa radicación. Mientras se manejen en el marco normativo vigente, es una excelente oportunidad para que vengan a invertir en áreas estratégicas de la Argentina para el desarrollo.