Una emblemática fábrica de pastas, con cinco décadas de historia en Argentina, decidió cerrar sus puertas como consecuencia de la agobiante crisis económica que atraviesa el país en medio del Gobierno de Javier Milei. La empresa, que había logrado consolidarse como un referente en el mercado local, no pudo resistir el aumento de costos en insumos básicos, tarifas y la caída en el consumo. Esta situación generó que el negocio se tornara insostenible, afectando a decenas de trabajadores que ahora quedan desempleados.
Los empleados de la Fábrica de Pastas Doña Cana, fundada en 1975 por Betino Escobar y su familia en General Madariaga, están ante la incertidumbre laboral, mientras buscan alternativas en un contexto económico que no ofrece muchas oportunidades. Este cierre es un reflejo de la difícil situación que enfrenta el sector productivo en Argentina, donde numerosas pequeñas y medianas empresas se ven obligadas a bajar sus persianas debido a las condiciones económicas actuales.
Habiendo comenzado con el reparto de ñoquis en bicicleta y expandiendo su catálogo a diferentes tipos de pasta, la Fabríca de Pastas Doña Cana decidió cerrar sus puertas tras casi 50 años al servicio de la comunidad. Liliana Escobar, hija de Betino (el fundador) aseguró que "se cierra un ciclo para empezar otro".
La crisis económica en Argentina tras la asunción de Javier Milei
Desde que Javier Milei asumió la presidencia de Argentina, la situación económica experimentó cambios drásticos que afectan tanto a la población como al sector productivo. Su enfoque económico, basado en políticas liberales y de ajuste fiscal, generó diversas reacciones y consecuencias a nivel social.
Uno de los mayores impactos fue la reducción del gasto público, lo que derivó en recortes en áreas sensibles como la salud, educación y asistencia social. Estos ajustes han profundizado las dificultades de los sectores más vulnerables y han desencadenado una creciente tensión social. Además, la dolarización propuesta por Milei ha generado incertidumbre en los mercados y una mayor volatilidad cambiaria, lo que encarece los productos importados y agrava la inflación.
El gobierno también impulsó una fuerte desregulación económica, que si bien busca atraer inversiones, generó un aumento de tarifas y costos para las empresas, particularmente en la industria. Esto afectó la competitividad de muchos sectores, especialmente las pymes, que no logran adaptarse a las nuevas condiciones de mercado.
En este contexto, los pequeños y medianos empresarios enfrentan serias dificultades para sostener sus negocios, lo que derivó en una ola de cierres y despidos. La combinación de inflación, volatilidad cambiaria, y aumento en los costos de producción, sumado a la incertidumbre sobre el futuro económico del país, generó una sensación de inestabilidad que impacta en todos los sectores de la economía.
El consumo en los grandes supermercados cayó un 12% interanual durante julio
El consumo en las grandes cadenas de supermercados no repunta. Según el último dato del Indec, el índice de ventas totales a precios constantes mostró una caída de 0,1% en la comparación mensual. Sin embargo, el descenso de la actividad fue de un 12,3% en la comparación interanual. En el caso de los autoservicios mayoristas, la caída fue más profunda y llegó al 17% interanual. Ante la licuación de los ingresos de los trabajadoras y trabajadoras, por más morigeración que exista de la inflación, las familias dejaron de adquirir bienes tan básicos como la comida.
“En julio de 2024, el Índice de ventas totales a precios constantes muestra una caída de 12,3% respecto a igual mes de 2023. El acumulado enero-julio de 2024 presenta una variación decreciente de 11,7% respecto a igual período de 2023”, puede leerse en el último informe del Indec.