Un informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA - Autónoma describió en detalle el problema doble que atraviesa la economía: el auge del cuentapropismo y la caída abrupta del poder adquisitivo del salario. A pesar de la recuperación de la actividad económica, que se encamina a marcar tres años consecutivos la alza, y que el empleo formal se reactiva, los trabajadores se encuentran postergados. Desde el espacio gremial propusieron aplicar una medida similar al Aporte Extraodinario para generar un shock positivo en los sectores más perjudicados.
Si la actividad económica no se detiene en 2023, el gobierno de Alberto Fernández habrá encadenado tres años consecutivos de crecimiento económico, algo que no se daba desde el período 2003 – 2008. Más aún, a fines de 2022 la economía no solo recuperó toda la caída producto de la pandemia, sino que ya está en los niveles de principios de 2018, momento previo a la depresión económica que desembocó en el final del gobierno de Cambiemos.
"Este proceso se da a la par de una recuperación de los indicadores del mercado de fuerza de trabajo. La tasa de desempleo se encuentra en los valores más bajos de los últimos años, la cantidad de asalariados registrados en el sector privado creció de manera ininterrumpida entre enero de 2021 y octubre de 2022, y descontado el crecimiento vegetativo de la población se encuentra en los niveles más altos desde fines de 2019", señaló el informe. Paradójicamente, una economía en crecimiento y un mercado de fuerza de trabajo donde el empleo formal siguió recuperándose "no se tradujeron en una mejora salarial", añadió.
Más bien todo lo contrario: el salario promedio anual de los trabajadores registrados medido por el RIPTE cayó durante los tres años del gobierno de Alberto Fernández y "el escenario todavía impide hacer proyecciones para el 2023", destacó la CTA. Si se incluye la gestión de Cambiemos, el retroceso del salario promedio anual se registró en seis de los últimos siete años, con la única excepción de 2017.
En diálogo con El Destape, el coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA - Autónoma, Luis Campos, afirmó: "A nosotros no nos gusta hablar de precariedad. Preferimos analizar los deterioros en las distintas dimensiones que hacen a las relaciones laborales. En este caso, en los últimos años se deterioró la estructura ocupacional, consolidándose el crecimiento del trabajo por cuenta propia y de los asalariados no registrados". Y amplió: "Como tendencia general se ve muy claro desde 2016 a esta parte. En paralelo también se deterioró el salario, tanto en el sector formal como informal. Son dos procesos que se dan al mismo tiempo y que se potencian entre sí".
Actualmente, la actividad económica se encuentra en valores levemente superiores a los de octubre de 2015, mientras que el salario se ubica un 25% por debajo. Es decir: se produce lo mismo pero la remuneración de los trabajadores es sustancialmente menor. La pérdida de ingresos de los asalariados no registrados sufrieron una caída muy superior a la de lo trabajadores registrados del sector privado y los del sector público.
"La razón de este estancamiento salarial en un contexto de recuperación de la actividad económica a partir de 2021 está estrechamente vinculada al aumento de la inflación, que provocó que las negociaciones salariales corrieran permanente por detrás de los precios y que, en el mejor de los casos, pudieran alcanzarlos en los últimos meses del ciclo paritario de cada actividad", subrayó el informe. En efecto, la participación de la remuneración al trabajo asalariado sobre el valor agregado bruto pasó del 51,2% en el tercer trimestre de 2016 al 43,6% en el mismo período de 2022, mientras que el excedente de explotación tuvo un comportamiento inverso, pasando del 42% en 2016 al 46,1% en 2022.
¿Qué depara este año? Para Campos, el panorama está lejos de ser el óptimo: "Si hay algo que caracteriza la situación económica y laboral de nuestro país en los últimos años es la imposibilidad de hacer proyecciones en el mediano y largo plazo. El 2022 había arrancado con una pauta inflacionaria del 33%, en los primeros meses del año pasamos a una banda del 40%-45%, antes de mitad de año las paritarias ya rondaban el 60% y terminamos el año cerca del 100%".
"Y fue un año relativamente tranquilo, no había elecciones, se cerró el acuerdo con el Fondo, no había grandes vencimientos de deuda. Este año arrancamos con una pauta del 60%, Massa ya la está flexibilizando y a medida que se acerquen las elecciones la incertidumbre puede ser cada vez mayor. Difícil prever que puede pasar de acá a un año con variables que son centrales para cualquier estrategia sindical, empezando por la inflación por ejemplo", analizó Campos.
¿Un nuevo aporte extraordinario?
La experiencia reciente indica que la negociación colectiva y las herramientas tradicionales de política de ingresos (salario mínimo, jubilaciones, asignaciones familiares, programas sociales) pueden no ser suficientes incluso en un contexto relativamente favorable. Por esa razón, "esperar una recuperación salarial proveniente de los mecanismos tradicionales en este contexto macroeconómico, sumado al objetivo de la política oficial de enfriar gradualmente la economía, será completamente en vano", destacó el informe.
Desde esta óptica, la "única posibilidad" de recuperar ingresos en términos reales "parece ir por el lado de poner en discusión los márgenes de rentabilidad y, yendo un paso más allá, por cuestionar el stock de riqueza acumulado por un sector muy minoritario de la sociedad". La experiencia del “Aporte Extraordinario y Solidario” implementado en 2020 en el marco de la pandemia mostró "la viabilidad de recurrir a este tipo de mecanismos en contextos donde la paz social está lejos de estar garantizada".
"Desde nuestra perspectiva es una de las herramientas que habría que volver a poner sobre la mesa de discusión. Es claro que se impuso en un contexto muy excepcional, pero demostró que no hay ningún obstáculo, a priori, para poner en discusión por vía impositiva una mayor contribución de los sectores que más riquezas acumularon en las últimas décadas", le comentó Campos a este medio. Con relación a afectar los márgenes de rentabilidad, el intento es un poco más difícil aunque parezca lo contrario.
"Por lo pronto, no estaría mal volver sobre los proyectos de participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas. Recalde había presentado uno que estaba bastante bien durante el segundo mandato de CFK pero no avanzó. Una de las cuestiones más interesantes de estos proyectos es que, para poder avanzar, tienen que forzar a las empresas a poner a disposición de los trabajadores sus balances y otros mecanismos de acceso a la información", puntualizó el coordinador del Observatorio.
Finalmente, concluyó su mirada: "Habitualmente las empresas prefieren pagar más salarios (o bonos fijos) en lugar de compartir información sobre sus resultados con los trabajadores y sus organizaciones sindicales. No tendría efectos inmediatos, pero sería más que interesante como mecanismo para generar una mejor distribución funcional del ingreso".