El ejemplo es archiconocido y la historia se repite. Una persona vive en un barrio coqueto de Recoleta, en un piso valuado en 750 mil dólares, por el cual paga impuestos por un valor fiscal menor a 100 mil, mientras alquila su campo en la zona núcleo con un reajuste del arrendamiento respecto al año pasado superior al 50 por ciento en dólares. El alquiler de campos para el cultivo es el principal negocio que se disparó en rentabilidad a partir de la escalada de las cotizaciones de los alimentos a nivel global y pone en tensión la ganancia neta de los productores sin superficie propia para cultivar.
Buena parte, casi la mitad, de la ganancia bruta de los productores de granos se la lleva el arrendamiento de campos, el cual actualmente promedia los 650 dólares por hectárea, según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Mientras tanto, la retención de soja en silo-bolsas a la espera de una devaluación les hizo perder hasta 100 dólares la hectárea por baja en los precios de los granos en los primeros días de julio respecto de los máximos de un mes atrás.
MÁS INFO
El precio del arrendamiento se estima en quintales por hectárea de soja, siendo la unidad de medida más habitual. Según las zonas de producción se convierte a dólares por hectárea para un rinde estándar de 16 quintales la tonelada. El rendimiento de indiferencia (producción que cubriría los costos totales del cultivo por unidad de superficie, incluyendo la comercialización y la cosecha) promedio para el margen neto en campo propio es 57,7 por ciento, con mínimo de 41,3 por ciento y máximo de 78,4 por ciento sobre rinde logrado.
El verdadero costo
El último informe de la bolsa rosarina revela que la caída de la actividad entre los principales cultivos exportables no respondió a un incremento en los costos, como denuncian desde el ala más combativa de las corporaciones agropecuarias. Estimaciones del Ministerio de Agricultura, que todavía no actualizó con los datos de segundo trimestre del año, da cuenta que los gastos de comercialización y cosecha representan en promedio el 25,3 por ciento de los gastos totales, con valores que varían entre 15,1 y 31,9 por ciento. Por su parte, el arrendamiento representa en promedio el 41,3 por ciento de los gastos totales, con valores entre 33,8 y 57,7 por ciento de participación.
El rendimiento de indiferencia, para obtener un margen neto es 51,6 por ciento, con mínimo de 32,6 por ciento y máximo de 71,5 por ciento sobre rinde logrado.
De acuerdo con el último informe de la bolsa rosarina, el alquiler de campos para el cultivo de maíz, soja y combinación trigo/soja asciende actualmente a 650 dólares, lo que representa un incremento de 29,3 por ciento en dólares, mientras que si se toman otros cultivos, como la soja de segunda, el costo de arrendamiento se disparó un 55,4 por ciento, según las cifras elaboradas por la entidad bursátil, comparada con los informes de la cartera de Agricultura y la revista Márgenes Agropecuarios.
Estos niveles de alquileres, sobre campos que no sufren una revaluación impositiva en muchos casos desde hace décadas, profundiza la clara diferencia de rentabilidades entre pequeños productores, arrendatarios y latifundistas. Por ejemplo, en el caso de la soja, el rendimiento con “campo propio” asciende ahora en julio a 520 dólares la hectárea, mientras que esa ganancia se reduce a 41 dólares si se alquila. Si se hubiera liquidado el mes pasado, los márgenes hubieran sido de 611 y 81 dólares por hectárea respectivamente.
En el caso de la cosecha del maíz, el rinde de julio se mantiene en niveles similares a los de un año atrás, en torno a los 589 dólares la hectárea para campo propio, mientras que se reduce a 112 dólares si se descuenta el alquiler del terreno. En junio de este año, con los precios cerco de sus máximos históricos, el rinde se ubicaba en 756 y 265 dólares para cosecha con y sin campo propio respectivamente. En trigo la situación de los pequeños productores es todavía más notoria. El rinde por hectárea se ubica en 187 dólares si el campo es propio, pero se desploma a 8 dólares si se arrienda. Para este último cultivo, el nivel de alquiler se mantuvo con escasa variación entre 250 y 260 dólares.
El clima tampoco ayuda
El informe de la BCR destaca que se agravó la situación de los lotes implantados de trigo. “El 12 por ciento del trigo es clasificado en condiciones regulares, el 60 por ciento, como bueno y un 28 por ciento, en muy buenas condiciones”, sostiene el informe de la entidad bursátil. “Si bien los pronósticos de corto plazo prevén el desarrollo de precipitaciones durante los próximos días, las estadísticas indican que no se puede aspirar a volúmenes importantes a mediados de julio para la región núcleo”, agrega el documento de la entidad bursátil.
“En los márgenes netos de julio, todos los cultivos cayeron. Tomando en cuenta la última actualización de precios (13 de julio), la baja en la rentabilidad de los cultivos se debe en primer lugar la baja en los precios futuros de los commodities y no a un aumento en los costos totales. El precio del maíz cayó un 18 por ciento (respecto de junio); el trigo, 16 por ciento y la soja, 8 por ciento”, explica la Bolsa rosarina. A pesar de ésta baja intermensual en la rentabilidad del cereal, el maíz de primera sigue liderando el ranking de los márgenes netos, tanto en campo propio como en alquilado. No así el sembrado en fechas tardías que solo es alternativa rentable en campo propio.
“Por cuarta semana consecutiva los pronósticos más alentadores chocaron con la realidad de un invierno que se mantiene frío y seco. Las promesas de los modelos matemáticos, que proyectaban lluvias moderadas extendidas al centro de la región núcleo, finalmente no se concretaron más allá de algunas lloviznas y lluvias débiles muy concentradas sobre el extremo este de la región pampeana”, concluye el informe con las estimaciones climáticas para los principales zonas productivas.
El resto de las provincias que componen la zona núcleo no recibieron precipitaciones. En algunos casos se combinaron condiciones atmosféricas de humedad y frío pero insuficientes para provocar cierto grado de inestabilidad.