“Ante cada problema tenemos muchas alternativas. No soy un dogmático. Van a ver en mí decisiones heterodoxas, otras tal vez ortodoxas”. La definición que el presidente Alberto Fernández sostuvo durante el debate electoral de 2019, resulta precisa para el actual año, signado por un primer semestre de ajuste y un segundo, eleccionario, donde el viraje de la política económica auspicia un período de crecimiento real en la actividad.
En este sentido, resulta esclarecedor el informe del Centro CIFRA de la CTA, el cual sostuvo que “Si se restan los subsidios económicos, que fueron el único componente del gasto indiscutiblemente expansivo, el gasto primario en el primer semestre de 2021 fue prácticamente igual al del mismo período de 2019, es decir, en una situación que expresó el resultado del megaajuste que implementó el gobierno de Cambiemos en el marco del acuerdo con el FMI”.
Al mismo tiempo, sostienen que la “escasa acción de la política económica para actuar como vehículo de la recuperación” parece modificarse “de cara a las elecciones”, pues la asistencia tanto de transferencia de utilidades como de adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro Nacional en julio y hasta los primeros días de agosto “fue equivalente a la que se había constatado en todo el primer semestre”.
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Esta cifra, que llega a 400.000 millones en lo que va de agosto, marca un panorama más que favorable para la actividad y el consumo de cara al segundo semestre, si se tiene en cuenta incluso que ya se están verificando resultados positivos, como ventas en supermercados que crecieron en la medición interanual de junio luego de caídas en tres de los cinco meses previos, o un Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que para el mismo mes subió 2,5 por ciento interanual.
La incipiente reactivación, es en rigor resultado del “rebote” en las mediciones interanuales frente a la comparación con los períodos de cuarentena, pero también del crecimiento de la demanda agregada, puntualmente la inversión, que sin estacionalidad creció en el primer trimestre 6,1% respecto al último trimestre del año 2020, y de un superavit de la balanza de 8.310 millones de dólares en los primeros siete meses del año.
Ahora, con el reciente giro del gobierno por llevar adelante una política expansiva, la mejora en la actividad, el consumo y el empleo, será un hecho, más allá de que la variante Delta del coronavirus amenace siempre con obstruir cualquier despegue.
La paradoja de los salarios
Sin embargo, todo indica que, a diferencia de lo prometido por el gobierno, no serán los salarios un elemento que traccione la economía. De hecho, es probable que los mismos vuelvan a perder por cuarto año consecutivo contra la inflación, con lo que solo experimentarán una mejora en su economía quienes obtengan un nuevo empleo o reciban una prestación extra en las transferencias del Estado, al margen del grupo de trabajadores mejor representado por sus sindicatos. Hasta el momento, el mismo Centro CIFRA plantea que “en el segundo trimestre de 2021, el salario real de los trabajadores registrados en el sector privado cayó 4,2% respecto a igual período de 2020 y 5,3% respecto a 2019”.
Si bien este segmento de salarios tienen en muchos casos tramos de paritarias que, durante el próximo semestre, les permitirían compensar parte de la pérdida, lo cierto es que el 40 por ciento de trabajadores, que no están registrados, y otro 25 por ciento correspondiente a monotributistas y cuentapropistas, tendrán serias dificultades para actualizar sus ingresos en línea con una inflación que no se proyecta que disminuya significativamente, debido a la inyección de dinero público, la cual si bien no es exclusiva, incide de alguna forma en los tipos de cambio y la suba de precios.
Así las cosas, probablemente el 2021 termine con los salarios, y la inflación proyectada del 47 por ciento anual, como el elemento más débil de toda la política económica. El crecimiento, que el ministro Guzman estimó en 8 puntos, haber evitado un default, sostener una balanza comercial fuertemente superavitaria, un déficit fiscal en línea con el presupuestado, y un dólar que se mantendrá relativamente competitivo, serán las cartas que podrá exhibir el gobierno. Habrá que ver, entonces, que incide más en la votación de las mayorías.