Una “lluvia de inversiones”. Esa fue la promesa de la alianza Cambiemos para las elecciones de 2015, basada en lo que definirían posteriormente como una economía que se encontraba “robusta” y la confianza que generarían en el mundo con sus políticas pro mercado o de mayor beneficio para el capital sobre el trabajo.
En los hechos, sin embargo, la inversión medida sobre el PBI jamás logró igualar a la del ciclo kirchnerista y, en términos de montos, ya quedó detrás de la del año pasado aun cuando durante el 2021 Argentina sufrió la segunda ola de Covid, continuaba el “cepo” al dólar del 2019, y estaba en plena renegociación la deuda que Cambiemos tomó con el FMI.
Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.
Un reciente informe del Centro de Estudios para la Producción CEP XXI del Ministerio de Desarrollo Productivo sostiene que incluso en términos cuantitativos, la inversión productiva en 2021 superó cómodamente los niveles no solo del pandémico 2020, sino del 2019, con un alza del 15,7 por ciento, alcanzando además “el mayor nivel desde el segundo trimestre de 2018, cuando comenzaba a desplomarse producto de la crisis cambiaria iniciada en ese momento”.
Así, la gestión económica de la alianza Cambiemos, que se inició con la distribución a inversores del folleto “Argentina: Land of opportunities”, donde resaltaban que el país contaba con una “economía robusta”, una desocupación del 6 por ciento, la menor desigualdad social de la región y una infraestructura con buen desarrollo, junto a una “baja relación deuda/PIB, del 13 por ciento”, no solo no pudo aprovechar este cuadro para aumentar la inversión medida sobre el PBI sino que finalizó con una retraída de la misma, que recién comenzó a volver a aumentar durante el 2021 pos-pico de pandemia.
Aún más, de acuerdo al CEP XXI, sobre 46 países, Argentina fue el país que anotó el crecimiento más alto respecto a fines de 2019 y, junto con Francia, fue el único en registrar subas sostenidas en el último año y medio.
Que la inversión tome impulso representa un claro logro del gobierno y se vincula fuertemente al descenso de la desocupación, siendo además un elemento macroeconómico que desde ninguna corriente ni partido pueden cuestionar.
MÁS INFO
El problema es que a diferencia del kirchnerismo, la inversión no se está motorizando por el crecimiento del consumo interno, sino por la mayor tasa de rentabilidad empresaria, que con un crecimiento en 2021 de 3,7 puntos porcentuales, tuvo de acuerdo al Centro CIFRA de la CTA “el mayor crecimiento de los márgenes apropiados por las empresas privadas”.
De hecho, desde el punto de vista de la demanda agregada, que incluye consumo, inversión, y exportaciones, el mismo CEP XXI sostiene “que la inversión productiva ha sido el componente de mayor dinamismo”, mientras que desde CIFRA se señala que “se advierte una significativa caída del peso del consumo privado en el PIB. A punto tal que su incidencia en 2021, del 61,8 por ciento, es la menor del siglo XXI”.
En el marco del acuerdo con el FMI, este esquema de aumento de la inversión y las exportaciones, que en 2021 subieron al 17 y 18,3 por ciento del PBI respectivamente, junto a la retracción del peso del consumo, resulta la vía adecuada para cumplir el requisito rubricado con el organismo multilateral de motorizar el ingreso de dólares y evitar su salida por medio de la adquisición de bienes y servicios, pero es una de las razones de la división interna en la actual coalición gobernante, pues el menor dinamismo del consumo entra en contraposición con la política económica del kirchnerismo, basada justamente en su aumento.
En este sentido, la perspectiva futura tampoco es alentadora, que de acuerdo a CIFRA, este esquema es uno “de los fundamentos económicos que promueven el bajo nivel de crecimiento que se proyecta en el acuerdo con el FMI”, pues “salvo en 2022, donde el programa espera que el consumo se expanda por encima del PIB, entre 2023 y 2027 ocurre lo contrario”, ya que según las proyecciones del acuerdo, el crecimiento del 2,4 por ciento anual del PIB en esos años va a estar empujado por el ascenso de las exportaciones del 4,1 por ciento y la inversión del 3 por ciento, mientras que el consumo público y privado crecerán por debajo, al 2,2 por ciento anual.
Al margen de este cuadro, también el tipo de inversión fue virtuoso. Según el CEP XXI, si bien todos los componentes de la inversión superaron los niveles de 2019, en 2021 mejoró especialmente un segmento clave, como los bienes de capital nacionales, es decir la maquinaria para la producción, que pasaron de tener una participación del 58 por ciento en 2018 al 75 por ciento en 2021, algo similar a lo acontecido en maquinarias y equipos, donde los equipos nacionales pasaron de representar el 38 por ciento en 2018 al 41 por ciento en 2021.