“El objetivo de tener una inflación del 60% para todo el año va a salir de agenda muy pronto”. Desde que se conoció la variación de precios de febrero, esta afirmación forma parte de las conversaciones entre los diferentes integrantes del equipo económico. Y sonará más fuerte con el dato de marzo. Según las estimaciones que realizan en el Banco Central, la inflación de este mes podría llegar al 7,2%, dato que sostienen desde hace dos semanas. De confirmarse este escenario, el Fondo Monetario Internacional presionará para que la autoridad monetaria vuelva a subir la tasa de interés para los plazos fijos y las Leliqs. El mes pasado también hubo un alza pero se dejó afuera al entramado productivo. El riesgo de esta posible movida será su impacto en la actividad económica.
Para la consultora Sarandí, que dirige el economista Sergio Chouza, la inflación de este año podría aproximarse al 90 por ciento, quince puntos porcentuales por arriba de lo que estima la Universidad Di Tella. Con este escenario, el objetivo de Massa, plasmado en el Presupuesto, quedó obsoleto.
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En el Banco Central reconocen que la inflación de marzo, según sus proyecciones, podría ubicarse por arriba de los siete puntos. En su última revisión técnica, el staff del FMI insistió con la necesidad de contar con tasas de interés positivas. Tras el 6,6% de inflación de febrero, la autoridad monetaria volvió a tocar dicha variable.
La última vez que el BCRA había subido la tasa de interés había sido en septiembre del año pasado. Desde entonces, la remuneración de los plazos fijos había quedado en el 75 por ciento (Tasa Nominal Anual) y la efectiva en el 107 por ciento, lo que les garantizaba a los ahorristas una ganancia mensual del 6,2 por ciento. Con la última suba, los plazos fijos empezaron a pagar un interés del 78%.
“A la menor caída del poder adquisitivo se le suma la falta de destinos para los pesos frente al endurecimiento del cepo cambiario y el acortamiento en los horizontes de planificación. En este sentido, la reciente aceleración inflacionaria muestra que la tasa de interés real ex-post volvió a ser negativa en el corto plazo, aún con la suba de mediados de marzo”, indicaron desde la consultora Ecolatina.
Impactos
“El FMI te pide todo el tiempo que reacciones”, grafican desde el equipo económico. Esto quiere decir que, si la inflación de marzo llegase a ser similar a la del mes pasado, no habría presiones para volver a modificar la tasa. En cambio, con una variación del siete por ciento, al Central no le quedará otra que concretar una nueva suba.
Uno de los riesgos de incrementar la tasa de interés en línea con la alta inflación es el freno de la actividad porque se encarece el financiamiento al entramado productivo. “No creo que tenga impacto en la actividad ya que es muy bajo el financiamiento, cerca de cinco puntos del PBI. Sí te va a pegar por otro lado, se va a frenar la demanda de dinero”, sostuvo Sebastián Menescaldi, de la consultora EcoGo, en diálogo con El Destape.
Si bien desde el BCRA consideran que una “super tasa” podría traer complicaciones, también desestiman que pegue en la actividad por la baja incidencia del crédito.
El financiamiento al sector productivo, efectivamente, es acotado en relación al PBI. Sin embargo, el año pasado cayó fuerte la demanda de créditos del sector privado, en coincidencia con la suba de tasas implementada desde enero hasta septiembre de manera ininterrumpida.
Según los datos del Informe Monetario publicado por el BCRA el mes pasado, el financiamiento bancario acumuló en los últimos 12 meses una caída del 14,2 por ciento en términos reales. A su vez, en el primer bimestre del año hubo una contracción del financiamiento a MiPyMEs del orden del 9 por ciento interanual y del 16 por ciento en grandes empresas.