Peligro de fuga (de capitales): el riesgo escondido en el superávit del Gobierno

Es un problema viejo que vuelve a surgir. Y su importancia sigue siendo vital para el desarrollo del país, no solo por el hueco que genera en las arcas públicas, sino también porque ajusta aún más la soga que asfixia al Estado con la falta de dólares.

25 de abril, 2024 | 18.51

En los últimos días el Gobierno se jactó en más de una oportunidad en haber "conseguido" en tiempo récord pasar de un déficit primario a un superávit financiero. Más allá de la brutalidad del recorte en transferencias a provincias, planes sociales y obras de infraestructura y de la licuación de salarios, emerge un nuevo -y viejo- problema de la Argentina: la acumulación y fuga de capitales. En un documento realizado bajo la coordinación del economista Pablo Manzanelli para Cifra-CTA, se resalta la importancia que asume la fuga de capitales no solo respecto a la cuestión fiscal sino también en lo concerniente a la definición de la "nueva" restricción externa que emergió durante la valorización financiera.


Si se resaltan las limitaciones que implica la subordinación del rumbo económico a la estrategia actual de los sectores dominantes, lo que cabe desde el punto de vista de la construcción de una alternativa nacional y popular reside no sólo en intentar mejorar la distribución del ingreso sino, paralelamente, en avanzar en un perfeccionamiento de la regulación de los grupos económicos locales y extranjeros, que son decisivos en la naturaleza de la fuga, así como en impulsar un nuevo proceso de industrialización que, con políticas más activas que en el pasado, amplíe los campos de inversión sectoriales y procure subordinar la acumulación de los sectores dominantes a los requerimientos del desarrollo nacional.

Reconocer este problema histórico para la Argentina constituye un elemento decisivo en la estrategia de acumulación de los sectores dominantes. "No pretende simplificar un relato entre 'buenos' y 'malos'. Pretende, por el contrario, resaltar las limitaciones que producen sus resultados en la economía argentina por sus impactos en la inversión y el crecimiento potencial, en la cuestión fiscal por las maniobras de evasión y/o elusión fiscal que suelen acompañar estos procesos, en materia de precios y actividad por sus impactos en el sector externo, entre otros", resalta el informe.

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La visión que se tenga de estos problemas dará evidentemente distintos resultados. Existen dos visiones contrapuestas respecto a los problemas centrales que afectan a la economía argentina en múltiples aspectos: nivel de actividad, inversión, tipo de cambio, inflación, por ejemplo. La visión ortodoxa sostiene que tales problemas son un resultado del déficit fiscal en tanto que para una parte de la heterodoxia derivan de la restricción externa. 

"No se trata, al menos en las mejores versiones de cada uno, de que se desconozcan los problemas del sector externo en el primer caso y los del desequilibrio fiscal en el segundo, sino que se jerarquiza la 'punta del ovillo´' de las restricciones al crecimiento con diferentes grados y causalidades de acuerdo a sus respectivos marcos teóricos", explicó el documento. 

Bajo distintas circunstancias es que la valorización financiera adoptó diferentes modalidades según los condicionamientos nacionales e internacionales. Durante la hegemonía de los grupos locales entre 1976 y 2001, la versión “clásica” se sustentó en el endeudamiento externo privado, la valorización interna en base al diferencial positivo entre la tasa de interés local y la internacional, y la realización de las ganancias financieras mediante la fuga de capitales al exterior. 


El endeudamiento externo público fue el vehículo que facilitó los recursos y las divisas para sostener las burbujas financieras y la salida de capitales. La segunda modalidad de la valorización se desplegó durante el gobierno de Mauricio Macri bajo la conducción del capital financiero internacional. En ese caso el endeudamiento externo fue principalmente del sector público que garantizaba una elevada rentabilidad financiera en dólares a partir de ubicar la tasa de interés local por encima de la variación del tipo de cambio, hasta que estalló la burbuja en 2018.

"Esto no quiere decir que la problemática del sector externo haya cedido frente a la cuestión fiscal durante la valorización financiera, sino que por las características del nuevo patrón de acumulación las crisis que se manifiestan en el sector externo tienen una naturaleza diferente donde el elemento decisivo es la fuga de capitales al exterior. En ese marco, la exigencia de sostener un superávit comercial es superior dado que de allí se obtienen las divisas genuinas para intentar equilibrar lo que desequilibra la salida de capitales al exterior y los pagos de la deuda externa que están intervinculados con la fuga como se demostró en trabajos previos", explicó  el documento.

En vísperas de lo que pueda ser una apertura de la cuenta capital por parte del gobierno de Javier Milei, cabe resaltar que "los problemas en la balanza de pagos se producen por apertura indiscriminada de la cuenta capital, el ingreso de capitales especulativos y la toma de deuda para cubrir la salida de esto". Sin embargo, deben considerarse dos apreciaciones sobre esa aseveración y la visión explícita en el documento de poner el énfasis en las “crisis de deuda” en lugar de la fuga.

La primera es que la salida de capitales no se constata solo en las experiencias neoliberales durante la valorización financiera sino que también se verificó en los gobiernos nacionales y populares en los que se logró reestructurar la deuda externa en forma sostenible (2003-2015) pero no se pudo imponer un patrón de acumulación distinto abriendo campos de inversión en la industria que desalienten estructuralmente la fuga de capitales. Lo propio ocurrió durante el gobierno del Frente de Todos aunque, en este caso, no se avanzó en una reestructuración sostenible de la deuda externa contraída durante la gestión de Macri.

La segunda apreciación apunta a que sostener que se trataron de crisis de deuda "a secas", sin incorporar con más énfasis la cuestión de la fuga de divisas, no permite contrarrestar la visión fiscalista ya que la misma plantea que el endeudamiento deriva del desequilibrio fiscal. "Es decir, que resulta necesario advertir que el proceso de endeudamiento es un vehículo para realizar las ganancias mediante la fuga de capitales al exterior (ganancias con origen estrictamente financiero en las etapas que lo impulsan, o de origen en la economía real pero con escasa reinversión de utilidades cuando se desalienta el factor especulativo pero no se consigue subordinar la estrategia de valorización financiera de los sectores dominantes)", sostiene Manzanelli.

Al respecto, la información empírica es contundente en señalar que el fenómeno de la deuda externa está más vinculado a la fuga de capitales que al déficit fiscal durante la valorización financiera. Entre 1976 y 2023 la deuda externa acumuló 286 mil millones de dólares, la fuga de capitales al exterior 351,9 mil millones de dólares, mientras que el déficit fiscal primario -que incluye el consolidado de Nación, Provincias y Municipios- 99,4 mil millones de dólares.

Aun cuando no se deba soslayar la importancia que tiene la cuestión fiscal, particularmente en los últimos años, todo parece indicar que el problema más relevante que tiene la economía argentina, y que fue una constante durante el casi medio siglo de preeminencia de la valorización financiera, es la fuga de capitales al exterior que más que triplica el déficit fiscal. Los 351,9 mil millones de dólares equivalen a 129,3 por ciento del PBI promedio del período 1976-2023, por lo que el excedente económico que se excluyó del sistema económico local alcanzó a 1,3 PBI.