El temor a una recesión expandida por las principales economías del mundo produjo un “lunes negro” en los mercados internacionales y el impacto en la Argentina fue amortiguado por la vigencia del cepo cambiario, que limitó la posibilidad de dolarización y fuga de capitales. Como el viernes pasado, la crisis se inició en la bolsa de Japón, donde el índice Nikkei se desplomó 13,47%, la mayor baja diaria de la historia, potenciada por la suba de tasa que decidió la semana pasada el Banco Central que provocó el fortalecimiento del yen y generó grandes pérdidas a los fondos que venían apostando al carry trade.
De Japón, la crisis bursátil se trasladó a Estados Unidos, donde pesan las señales de que la economía está ingresando en un proceso recesivo más rápido y más profundo del que se esperaba y para frenarlo se espera que la Reserva Federal anticipa para este mes un recorte en la tasa de interés en principio esperado para septiembre. Sin embargo, este lunes también se conoció un dato que despeja -al menos por ahora- el temor a una recesión en lo inmediato: la actividad del sector servicios estadounidense repuntó en julio desde mínimos de cuatro años gracias a un aumento de los pedidos y del empleo. El Instituto de Gestión de Suministros (ISM) informó que su índice de gestores de compras (PMI) no manufacturero aumentó a 51,4 el mes pasado desde 48,8 en junio, que fue el nivel más bajo desde mayo de 2020.
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En Wall Street, las pérdidas fueron de 2,60% según el Dow Jones y de 2,93% en el S&P 500 y se disparó a 3,38% en el Nasdaq, donde refleja la cotización de las empresas tecnológicas. Entre Japón y Estados Unidos, la crisis pasó por China, donde el índice Shanghai cayó 1,54% y por Europa, donde se anotaron pérdidas en todos los mercados: el Ibex 35 de Madrid cayó 2,34%; el Dax alemán 1,82%; el FTSE 100 de Londres 2,04% y el CAC de París 1,42%.
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La suba de tasas en Japón encareció la fuente de financiamiento que había para hacer carry trade, de fondos que se endeudaban en ese país e invertían en otros mercados y ahora deben deshacer esas inversiones para cancelar los préstamos. En Estados Unidos, se sumó a las especulaciones sobre una baja de tasa de la Fed la lectura de que las empresas tecnológicas estaban decididamente demasiado altas, sobreestimando el potencial que tienen con la inteligencia artificial.
La crisis llegó al país
El impacto de la crisis bursátil llegó al mercado local por el canal de la cotización de los dólares financieros, que reflejan el valor de los principales activos, acciones que cotizan en Wall Street y bonos que se usan para dolarizar ahorro.
El BCRA fijó el valor del dólar oficial en $935,75 y vendió divisas en el mercado de cambios por US$ 24 millones. En cuanto a dólares financieros, el MEP y el CCL operaron al alza y finalizaron en zona de $1.338, con un muy bajo volumen operado, de US$ 226 millones. Y en el contexto internacional adverso, los bonos hard-dollar cerraron la primera rueda de la semana en negativo en dólares, aunque por la intervención del BCRA registraron subas en pesos.
La vigencia del cepo y las dificultades para el flujo de capitales mantiene al país aislado de la evolución de los mercados internacionales, donde los grandes fondos de inversión tienen pocos activos locales para desprenderse. Pero si la inestabilidad bursátil se contagia a la economía real y se concreta la anunciada recesión, complicará los planes del Gobierno de hacer frente al pago de los servicios de la deuda en lo que resta del año y fundamentalmente en 2025, cuando vencen unos US$ 25 mil millones.
“Lograr una operación financiera para hacer frente al pago de los bonos en enero, con los bonos locales cotizando en 30 o 40 centavos, se le va a complicar al Gobierno”, estimó el consultor financiero Christian Buteler. “El plan A era bajar el riesgo país y poder ir al mercado voluntario de riesgo y eso ya queda totalmente desplazado. Ahora se complica este plan B por un contexto internacional, hasta podrías decir ajeno a vos”, añadió.
Martín Kalos, director de EPyCA Consultores, destacó que “el cepo, que dificulta hacer negocios con Argentina, también dificulta que esos negocios se vean ahora deteriorados por esta nueva crisis”. Sin embargo, advirtió que “la salida de capitales de los países emergentes que se generan en las crisis demandan dólares y esa situación puede provocar que devalúen nuestros socios comerciales, como viene haciendo Brasil desde enero”.
“La pregunta es puntualmente si Argentina sigue con su táctica actual de no devaluar más que el 2% mensual del tipo de cambio oficial o esta crisis es una excusa para acelerar un poco el ritmo de devaluación para no deteriorar más el tipo de cambio real multilateral”, planteó Kalos. “Hay un cóctel de influencias cruzadas en un mundo globalizado que va a haber que seguir de cerca para entender cómo impacta”, sostuvo.
Pablo Ferrari, economista de la UNdeAv, consideró que “a una crisis, como al agua, se la puede ir desviando de tal o cual cauce, pero siempre encuentra otro” y recordó que “en 2020, la crisis económica que se avecinaba en Estados Unidos quedó opacada por la pandemia del COVID-19, al igual que en 2021, año de rebote o recuperación de la caída. 2022 parecía marcar el inicio de una recuperación y en 2023 se sucedieron las quiebras de algunos bancos”. Y señaló: “El episodio de la crisis que transcurre podría sintetizarse de la manera siguiente: ‘Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de la estanflación con guerras y fragmentación’”.