Los analistas consultados creen que no hay riesgo sistémico, pero el stock de pasivos remunerados sigue creciendo. Las llamadas Letras de Liquidez (Leliq) que emite el Banco Central son títulos en pesos que tienen un plazo de siete días y se licitan diariamente con el objetivo de controlar la base monetaria, ya que con estos instrumentos capta los pesos que no demanda la economía. El problema es cómo se va desarmar esa emisión, que ya duplica el circulante en poder del público, sin que eso genere mayor inflación y evitar que esos pesos se vayan al dólar. La clave es conseguir divisas genuinas.
Con los niveles actuales de tasas de interés, pensar en disminuir ese volumen de instrumentos es casi imposible. Estos instrumentos, los más seguro del mercado, rinden a los bancos un 75 por ciento anual. Actualmente hay en circulación 8 billones de pesos en Leliq contra un circulante de 4 billones. Esto explica la aversión que genera el peso en los particulares ante niveles altísimos de inflación. Una de las respuestas oficiales fue precisamente elevar la tasa de interés para generar ahorro. Los depósitos a plazo cerraron enero en 11,1 billones.
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Son casi 20 billones de pesos que podrían estimular la actividad y el consumo, pero se encuentran con que el negocio es la tasa. Así, el crédito al sector privado es de 7,9 billones de pesos, en su mayoría por tasas subsidiadas por el Estado. La forma más efectiva y virtuosa de salir de este atolladero es reactivar la demanda de pesos y que esa liquidez se vaya del Banco Central a los bancos para que empiecen a colocar crédito a las empresas; algo que se hizo en 2010 por un problema similar. La diferencia es que en ese momento la tasa de interés implícita era de 12,7 por ciento anual.
Los actuales niveles, impuestos por el acuerdo con el Fondo Monetario, hacen imposible el crédito productivo y familiar. Pero para los bancos es un gran negocio. En los últimos doce meses el sistema financiero obtuvo una renta por "títulos valores" de 5,2 billones de pesos y 758.284 milones por "primas de pases".
Tres pasos necesarios
Consultados por El Destape, ex funcionarios y economistas coinciden en que para repetir la experiencia del 2010, primero hay que blindar al Central de dólares. Así baja la presión cambiaria y la inflación. El segundo paso es bajar la tasa de interés al menos a la mitad de lo que está actualmente. Y recién ahí abrir una línea de crédito accesible.
Esto permite estimular la actividad e indirectamente se traspasa la responsabilidad del pago al tomador del crédito.
El ejemplo más claro fue el Programa de Financiamiento Productivo del Bicentenario, que se lanzó en septiembre de 2010, mediante licitaciones de bancos públicos y privados para que las empresas pudieran acceder a los fondos ofrecidos por el Banco Central. La iniciativa contempla amortización acelerada o anticipo de devolución de IVA.
El crédito abarcó sectores disímiles como alimentos y bebidas, agroindustria, metalmecánica, materiales de construcción, autopartes, siderurgia y textil, medicamentos entre otros. Se les ofreció una tasa fija del 9,9 por ciento anual, algo impensable actualmente.
Otras opción es disponer la elevación de los encajes bancarios, a fin de que las entidades bancarias los constituyan con la integración de las Letras de Liquidez (Leliq) a fin de bajar el costo financiero nacional, evitar futuras corridas bancarias y recuperar el crédito para todos los argentinos. "Destinando parte de estas inmovilizaciones a apoyar al sector productivo, las familias y el Estado Nacional", explicó a este medio el economista Horacio Rovelli.
También promueve comprar por parte del Estado de las deudas de las familias, a fin de pacificar los hogares y remover las angustias financieras, reprogramando los vencimientos a cinco años con ajuste por el índice salarial.
Pero primero, guste o no, es necesario conseguir los dólares.