"¿Por qué las mujeres se jubilan 5 años antes que los hombres? ¿Alguien sabe?”, se preguntó el chef Germán Martitegui en sus redes sociales. Al parecer, quien supo ser jurado del reality televisivo "MásterChef", desconoce la estructura del mercado laboral argentino y la diferenciación que se fijó en el sistema previsional para reconocer la desigualdad que afecta al género femenino.
En América Latina, la división entre países que establecen idéntica edad y quienes disponen que las mujeres puedan acceder antes a la jubilación (normalmente, establecen una diferencia de cinco años) está partida de igual manera: diez países establecen la misma edad frente a otros diez que poseen un régimen diferencial (entre los que se encuentran Argentina, Brasil y Chile).
Argentina se enrola entre los países que establecen edades diferentes, según lo dispone el Sistema Integrado Previsional Argentino, al que comúnmente nos referimos como “régimen nacional” y es aquel al que cotizamos todos los trabajadores del sector privado y los del sector público nacional (o de empleados estatales de provincias que no posean su propia caja jubilatoria).
Dentro del mencionado “régimen nacional”, el art. 19 de la ley 24.241 de jubilaciones, luego de establecer que “tendrán derecho a la prestación básica universal (PBU) y a los demás beneficios establecidos por esta Ley, los afiliados: a) Hombres que hubieran cumplido sesenta y cinco (65) años de edad. b) Mujeres que hubieran cumplido sesenta (60) años de edad. (…)”, apunta unas líneas más abajo: “En cualquiera de los regímenes previstos en esta ley, las mujeres podrán optar por continuar su actividad laboral hasta los sesenta y cinco (65) años de edad”.
De este apartado transcripto puede inferirse que el hecho de jubilarse cinco años antes que los varones es una prerrogativa que la ley concede a las mujeres para que, en caso que lo deseen, se retiren a los sesenta años de edad -obviamente que deberán contar con la cantidad de aportes exigidos, que es de 30 años para ambos: hombres y mujeres-. Ese retiro "anticipado" por el que pueden optar no les es inocuo los efectos de cuánto van a cobrar en tanto que nuestro sistema jubilatorio dispone que el monto de la jubilación se vincula no solo con el promedio de los sueldos sino también con el total de años aportados.
Ahora bien, queda analizar por qué existe esta prerrogativa, y la respuesta se encuentra en los roles de género que tradicionalmente le fueron asignados a las mujeres en lo relativo a las responsabilidades domésticas y familiares, que en la práctica implican una doble jornada laboral. Sin embargo, como lo hizo Martitegui, hay quienes argumentan que los tiempos cambiaron y que esta realidad ya no es tal. Solo basta con observar las estadísticas para comprobar que esta mirada es falsa.
Una desigualdad notoria
La carga global de trabajo (CGT) en América Latina es notoriamente desigual entre hombres y mujeres. Según Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAUH) del Indec, las mujeres que realizan trabajo no remunerado declaran dedicar en promedio 6,4 horas diarias a las actividades domésticas frente a las 3,4 horas diarias que los varones que lo hacen declaran dedicarle. Además la tasa de participación de las mujeres, es decir las que realizan trabajo doméstico, llega casi al 90%, contra el 58% de los hombres que declara hacerlo.
Esta disparidad se observa por diversos factores que muchas veces exceden al ámbito laboral pero influyen en la percepción del salario, y hace que las trabajadoras se posicionen en desventaja. La cantidad de horas dedicadas al trabajo, la distribución desigual de las tareas de cuidado y del hogar en la dinámica familiar, la calificación de las tareas consideradas más “femeninas” o más “masculinas”, el presentismo, el uso de las licencias por responsabilidades de cuidado, entre otras cuestiones, impactan en la remuneración final de cada trabajadora y son parte de los indicadores de desigualdad entre varones y mujeres en el marco laboral.
Encuestas privadas arrojan resultados similares a los de la Cepal y el Indec: analizados más de 3000 hogares argentinos, los resultados reflejan que las mujeres dedican casi 13 horas semanales a realizar tareas de limpieza del hogar, mientras que los hombres apenas superan las 8 horas por semana.
En este contexto, la discusión para equiparar la edad jubilatoria basada en el argumento de la igualdad de género no es pragmática, o de mínima aplicable solo a cierto grupo de trabajadoras con alto grado de profesionalización, que habitan centros urbanos y con ingresos que le permiten costear de algún modo ayuda doméstica (normalmente en manos de otra mujer). Sin embargo, la estricta realidad marca que las mujeres sufren de la reducción de posibilidades de capacitación e incorporación al mundo del trabajo, con el consecuente desmedro en la permanencia, el ascenso y la conformación de una carrera laboral lo suficientemente extensa que le permita sumar los años de aportes que exige la ley.