En una semana donde se conocerán indicadores de la evolución de la economía relevantes para estimar si se llegó al piso de la recesión y se contará con divisas para afrontar un proceso de recuperación, la principal atención de los mercados está puesta en la disputa política en el oficialismo y cómo se reflejará el distanciamiento que se observa entre el presidente Javier Milei y su vicepresidenta Victoria Villarruel en el tratamiento de proyectos legislativos con impacto sobre las cuentas fiscales.
La actividad está cargada en las dos cámaras legislativas, donde se destacan en Diputados la posibilidad de que se bloquee el DNU con la asignación de fondos por $100 mil millones de pesos a la SIDE y en el Senado llegará al recinto la media sanción sobre movilidad jubilatoria que impulsa la oposición y en la Comisión de Acuerdos se presentará este miércoles el juez federal Ariel Lijo para defender el pliego propuesto por Milei para sumarlo a la Corte Suprema de Justicia.
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Las diferencias entre Milei y Villarruel se activaron la semana pasada cuando la vicepresidenta no fue invitada a la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas donde el presidente insistió en impulsar su proyecto en línea con el pedido de Estados Unidos para que participen en tareas de seguridad interior, que es rechazado por las conducciones de las tres fuerzas.
El sábado Villarruel se excusó de participar de un acto en Mendoza conmemorativo del Libertador José de San Martín y potenció las especulaciones sobre la relación. “La relación entre el Presidente y la Vicepresidente es fantástica y el que ella se ausente a un evento no implica que la relación cambie o tenga algún inconveniente”, dijo el lunes el vocero presidencial sin mayor éxito en desactivar la interna.
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Ese contexto político es lo que dominará una semana cargada de datos económicos que arranca mañana con la difusión de la balanza comercial de julio. Si bien se espera un fortalecimiento del superávit comercial por el incremento de las liquidaciones de exportaciones la mirada estará puesta en el impacto del atraso cambiario y si se refleja en el nivel de importaciones.
Un día después, el miércoles, el Indec difundirá el nivel de actividad económica de junio, cifra que se presume no será tan positiva como la de mayo especialmente por la caída del sector industrial, que no podrá ser compensada ni por la construcción ni por la mejor actividad del campo por la salida de la sequía histórica del año pasado.
Y el jueves se conocerán los indicadores oficiales de nivel de consumo registrado en junio, con la difusión del resultado en supermercados, centro de compras y autoservicios mayoristas y de comercio de electrodomésticos del segundo trimestre.
A los datos duros de la economía, se suman el precio de la soja que mantiene su tendencia bajista sosteniendo el precio por debajo de US$ 350 la tonelada (una baja del 24% en lo que va de 2024) luego de conocerse el informe de USDA pronosticando un una cosecha récord en Estados Unidos.
La semana pasada se conocieron datos poco alentadores, como los datos de inflación, tanto la minorista como la mayorista están por encima de las estimaciones esperadas por el propio equipo económico y por el sector privado.
La inflación mayorista también reflejó la falacia del razonamiento del presidente Milei, que intentó restar del índice el valor de devaluación de 2% del peso que concreta mensualmente el BCRA, asumiendo que ese es el piso de la inflación. Sin embargo, en julio los productos nacionales subieron 3,3% promedio y los importados apenas 1%, es decir incluso por debajo del paso devaluatorio.
Este conjunto de indicadores debería ser determinante para la evolución de los mercados bursátil y financieros porque reflejan el estado de la economía real. Pero el mercado prefiere ver la evolución de la brecha cambiaria, que la semana pasada se volvió a ampliar pese a las ventas de dólares del BCRA , y de los acuerdos políticos que podrían poner en duda la capacidad de Milei de sostener el ajuste fiscal ahora que se licuó el efecto de la devaluación con la que inició su gestión.