Italia y España, dos de los principales países productores agropecuarios en el suroeste europeo junto con Francia, sufren por segundo año consecutivo las consecuencias de la sequía.
Cerca del 60% de los campos españoles están afectados por las condiciones secas, y el panorama está endureciéndose también para los agricultores italianos.
El pasado invierno boreal en ambos países fue excepcionalmente seco y con temperaturas moderadas tanto en el sur europeo como en el oeste, lo cual provocó una reducción en la disponibilidad de agua para el uso de los campos.
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En el resto del territorio de la Unión Europea (UE) el panorama es diferente y se espera que la producción de granos en el bloque crezca un 8% anual, ayudada por una seguidilla de lluvias en el último mes en países como Alemania y Polonia, que en algunos casos duplicó los promedios para este periodo.
"La siembra en el área del Río Po tradicionalmente comienza a fines de febrero o principios de marzo, pero ahora mismo la tierra es demasiado seca, afirmó Massimiliano Giansanti, titular de la Confederación General de la Agricultura de Italia (Confagricolutra) a la agencia de noticias Bloomberg.
En ese marco, advirtió que más se espera para sembrar, menos se podrá cosechar, e indicó que la situación podría volverse dramática en algunas semanas.
Precisamente el Río Po, el de mayor longitud en Italia, sufrió el año pasado los niveles de agua más bajos en 70 años.
El sur europeo impactado por la sequía- posee un peso específico en los cultivos de tomates y fruta, una industria de 20.000 millones de euros en ventas anuales y de 8.000 millones de euros en exportaciones.
Giansanti advirtió que los cultivos de soja y maíz también están en riesgo, lo cual encarecerá los gastos de los ganaderos y los tambos.
En el caso de España, ya hay pérdidas irrecuperables en 3,5 millones de hectáreas de cultivos de granos, según indicaron las organizaciones locales de granjeros, especialmente en regiones como Andalucía, Castilla La Mancha, Extremadura y Murcia.
Los huertos de nueces y los viñedos también se encuentran afectados, y la falta de flores y, por ende, del polen- está dificultando la apicultura.
Esta situación podría presionar la inflación cuyo componente de alimentos sigue sin moderarse, en contraste con otros como el de la energía.
En la Eurozona, la inflación de los alimentos sin procesar fue de 14,7% anual y 1,9% mensual en marzo, según Eurostat: en ambos casos superando el promedio general de 6,9% y 0,9%, respectivamente.
Los tomates, por ejemplo, aumentaron un 30% respecto de hace un año atrás en Italia.
Como respuesta, el gobierno italiano encabezado por la derechista Giorgia Meloni aprobó la semana pasada el Decreto Siccità (sequía) que crea un consejo para evaluar la situación y reconocer cuáles son las obras de infraestructura que se necesitan urgentemente.
La idea del mismo es acelerar el proceso para realizar obras que alivien la situación, focalizándose, por ejemplo, en la creación de reservorios que recolecten aguas para el uso agrícola, la reutilización de los flujos y simplificar el proceso para crear establecimientos de desalinización.
Hace cerca de veinte años Italia es víctima de un problema cíclico vinculado con la sequía. Ningún Gobierno eligió afrontarlo de manera estructural hasta ahora. Nosotros elegimos hacerlo antes de que se convierta en una emergencia, señaló Meloni en un video publicado en sus redes sociales.
Con información de Télam