De Coldplay récord a trabajadores pobres: la brecha de ingresos y consumo se ensancha y exhibe las dos caras de la Argentina

Los patrones de consumo interno se trastocaron a partir de una inflación que parece haber encontrado un nuevo piso en el 50 por ciento que dejó el macrismo.

05 de junio, 2022 | 00.05

La venta masiva de entradas para las nueve funciones (hasta ahora) de la banda Coldplay en la Argentina, con medio millón de tickets emitidos a valores que van desde 8000 a 19.500 pesos más servicios, mientras buena parte de la población detenta ingresos por debajo de la línea de pobreza, reavivó desde las redes sociales el debate de una desigualdad en los ingresos que, más allá de que se exhiban mejoras en términos técnicos, se profundiza en los "hechos".

Los restaurantes de los principales polos gastronómicos porteños muestran niveles de capacidad instalada al tope, con reservas pedidas en algunos lugares con hasta 15 días de antelación; mientras que cuatro de cada diez argentinos se alimenta en comedores populares. Se presentan como dos Argentinas aunque sea la misma, con dos realidades distintas, derivadas de distintos momentos de la puja distributiva. La inflación erosiona todos los ingresos, pero hay sectores y actividades en que pueden sortearse mejor que otras. El rol del Estado y la responsabilidad de los gremios son claves frente a la voracidad empresaria

La semana pasada se reveló que, mientras las ventas en supermercados habían caído en marzo, con bajas significativas en artículos de limpieza, higiene, alimentos y bebidas, la facturación en los shoppings se duplicó y en términos reales creció casi 8 por ciento en apenas un mes. Los patrones de consumo interno se trastocaron a partir de una inflación que parece haber encontrado un nuevo piso en el 50 por ciento que dejó el macrismo. Por un lado se reduce el consumo de los hogares de menos recursos y, por el otro, los de mayores ingresos adelantan compras para ganarle a los precios. La escalada internacional tampoco colabora y el problema de la distribución se discute en todos los países. 

Según la organización Oxfam, un total de 263 millones de personas podrían verse empujadas a la pobreza extrema este año debido a la pandemia, al aumento de las desigualdades a nivel mundial, y a la crisis de los precios de la energía y los alimentos, agravada a por la guerra en Ucrania. Mientras, la riqueza conjunta de los milmillonarios del sector alimentario y agroindustrial se ha incrementado en 382 000 millones de dólares (un 45 por ciento) en los últimos dos años.

En la Argentina, la última medición de desigualdad por ingresos que releva el INDEC (que se conoce como Coeficiente GINI), registró su menor nivel desde 2017, lo que representa una situación de mayor igualdad desde entonces. Sin embargo, la brecha sigue siendo abismal en términos nominales, donde el decil (el diez por ciento de la población) de mayores ingresos gana 13 veces más que el decil que menos recursos percibe.

De acuerdo con un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), actualmente sin la asignaciones no contributivas que brinda el Estado, habría 936.003 más pobres y 2.088.007 más indigentes, saltando las tasas a 5,2 y 46,8 por ciento respectivamente. En simultáneo, la recaudación tributaria vía Ganancias más que se duplicó en un año, lo que arroja un crecimiento real incluso descontada la inflación (58 por ciento interanual). Las diferencias se dan incluso entre sectores asalariados, donde las recomposiciones salariales son dispares y los distintos poderes de negociación (individual o gremial) profundizan el problema. En este contexto de desigualdad, dejar que la carrera contra la inflación se resuelva entre privados. 

La Encuesta Permanente de Hogares revela que sólo uno de cada diez asalariados cobre un ingreso superior a los 100.000 pesos, equivalente a la canasta básica actualizada a mayo para un hogar compuesta de cuatro miembros, dos mayores y dos menores. Representan poco más de 901 mil personas con salarios por encima de la línea de pobreza. Sobre esta base se reabrieron paritarias, que cerraron con acuerdos de entre 45 y 60 por ciento anual en cuotas a cerrar a fin de este año. 

Esta "mejora" no alcanza a un 40 por ciento de trabajadores informales, cuyos ingresos se sigue deteriorando. Un informe de la Universidad Nacional de Rosario revela que este segmento perdió un 31 por ciento de sus ingresos durante el macrismo y con el actual Gobierno ese retroceso llegó al 36,6 por ciento respecto de fines del 2015. Este es el universo que vio contraído su nivel de consumo, incluso en productos de primera necesidad. Un ejemplo es también el resultado del último "Hot Sale" (jornada de rebajas y promociones de pagos en cuotas) para compras por Internet, donde los productos más consumidos fueron alimentos e indumentaria. 

La "otra Argentina" es la que mantiene niveles de ingresos aún holgados, pero sin capacidad suficiente para grandes inversiones (inmobiliarias o financieras) y adelanta consumo para ganarle a la inflación. Los patentamientos de autos y motos, por ejemplo, arrojaron el mes pasado saltos interanuales de 53 y 87 por ciento respectivamente. La venta de electrodomésticos creció 20 por ciento. Las cifras de turismo en cada fin de semana largo también son elocuentes. 

En este caso existe también un consumo postergado, luego de un año y medio con algún tipo de restricciones por la pandemia, y quienes tienen un "resto" lo gastan. Mientras el salario mínimo no superará este año los 50.000 pesos, la mitad de la canasta básica, existen salarios que quintuplican esa medida.

El director del Centro de Estudios para la Producción del Ministerio de Desarrollo Productivo, Daniel Schteingart, publicó un listado con los sectores que detentan los mayores salarios de la economia, donde sobresalen el petrolero (con una media de 258.087 pesos), minero (250.178 pesos), bancos (187.484 pesos), transporte naval (164.845 pesos), suministro de electricidad y gas (159.705 pesos), transporte aéreo (159.326 pesos) y la industria farmacéutica 152.737 pesos). Se suma la industria IT, con un salario promedio de 162.600 pesos. De acuerdo con la posición jerárquica en el interior de estos sectores, los ingresos pueden superar los 450.000 pesos.

En total, este universo de trabajadores con altos ingresos no alcanza al millón de personas, pero tracciona una parte de consumo suntuario. A esto se suma el ingreso de un sector minúsculo pero concentrado del empresariado, que está obteniendo resultados operativos positivos, y profesionales independientes de altos ingresos con capacidad de renegociar sus tarifas en "tiempo real" y hasta anticiparse a la inflación. También traccionan parte del ahorro doméstico. Los depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado se ubican en sus niveles máximos de las últimas décadas, mientras buena parte de la población se endeuda para comprar alimentos.

Es una misma Argentina con dos realidades distintas y la respuesta oficial no puede ser la misma para ambas.