En el marco del pico de inflación en abril (8,4%) y ante “distorsiones en los precios de los alimentos por el abuso de empresas con posición dominante”, el Ministerio de Economía adelantó que el Mercado Central tendrá un nuevo rol en la comercialización de algunos productos claves de la canasta familiar. Si bien aún falta conocer detalles de esta medida, los datos disponibles dan cuenta de que los precios en comercios de cercanía duplicaron las subas en supermercados de los productos incluidos en los acuerdos de precios, al mismo tiempo que las grandes cadenas (seis de ellas dominan el 80% de las ventas del país) aumentaron en 15% la brecha de precios de frutas y verduras con respecto al Mercado Central, mientras que en otro extremo los pequeños productores cobran, al menos, cuatro veces menos que lo que se paga en la góndola.
En el contexto actual de dificultades macroeconómicas, intensificadas por las tensiones cambiarias generadas por sectores que pugnan por una devaluación brusca de la moneda, la dispersión entre los diferentes canales de comercialización complejiza el objetivo oficial de lograr como mínimo estabilizar los precios, con comportamientos de cobertura de los principales agentes económicos, listas con remarcaciones para los comercios de barrio y especulaciones que desordenan los referencias de precios que se pretenden establecer.
“El mecanismo principal de transferencia de ingresos del trabajo al capital fue el elevado proceso inflacionario. Primero bajo los efectos de la crisis de la deuda y la consiguiente devaluación en 2018-2019 y luego en el marco de la post pandemia y la suba de los precios internacionales”, señaló un informe reciente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y agregó que se hace evidente “el ajuste de los precios por parte de las ramas oligopólicas y, en particular, en las que predominan grupos económicos locales y conglomerados extranjeros dada la mayor capacidad de fijación de los precios relativos en las cadenas sectoriales”.
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La brecha Mercado Central y Supermercados
El rubro Alimentos volvió a estar entre los primeros de mayor incremento del mes (10,1% en abril) alcanzando en términos interanuales una suba del 115%, y destacándose el alza sensible de frutas y verduras, con algunos productos promediando aumentos del 20%.
Al respecto, un informe sobre la evolución del precio de hortalizas y frutas en el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA) y en las grandes cadenas de supermercados del centro CEPA, indica que en el mes que terminó “la brecha entre los precios registrados en el MCBA y los supermercados relevados se ubica en el 134,1%, registrando un aumento del 15,1% con relación al mes anterior”, dando cuenta de una mayor aceleración de precios en las grandes superficies desde el inicio de este año. Además se detalla que “los precios ponderados de las principales hortalizas tuvieron aumentos en supermercados del 14,8%, mayores a los del Mercado Central donde aumentaron 7,4%, lo que explica el incremento de la distancia de precios en el mes”. Si se mira lo que sucedió con cada producto se destaca que “la papa es la hortaliza que más aumentó su brecha (90,4%), la siguen la lechuga (50,2%) –que registra picos en su brecha de 588% durante en septiembre de 2022- la batata (22,6%) y el zapallo (0,6%)”.
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Por otra parte, de acuerdo al Índice de Precios en Origen y Destino (IPOD) que elabora la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en abril los precios de los agroalimentos se incrementaron 3,9 veces del campo a la góndola, es decir, “el consumidor pagó $3,9 por cada $1 que recibió el productor”. Según este informe, la participación del productor explicó, en promedio, el 23% de los precios de venta final. En el caso de las frutas y hortalizas que integran la canasta de CAME, “se multiplicaron por 6,7 veces en abril, un 13% más con respecto a marzo incremento explicado, en gran parte, por productos como la lechuga, el pimiento y el tomate redondo”. En tanto que los productos y subproductos ganaderos relevados se incrementaron unas 3 veces más entre lo que pagó el consumidor y lo que recibió el productor.
Otro punto a considerar respecto de la diferencia de precios en los canales de venta es lo sucedido con la carne vacuna que si bien en abril tuvo un impacto menor en la suba de Alimentos en relación a marzo (donde había explicando el 50% de las variaciones del rubro) continúa mostrando una importante variación de precios por canal de comercialización. Según el CEPA, “el precio promedio de la carne vacuna en supermercados mostró un alza de 6,5% frente a marzo 2023, superando por más de 4 puntos a los aumentos de carne vacuna en carnicerías (2,1%)”
En otro extremo, se ubican los datos de inicio de año para las ventas de los pequeños productos que forman parte de la economía social y popular. Según información del centro CESO, que compara el acceso a alimentos en supermercados y en espacios de la economía popular, social y solidaria del AMBA, en los dos primeros meses de 2023, “fue más conveniente comprar en almacenes y espacios de la economía popular ahorrando en total $3.684 durante este período”. Se indica que en el primer bimestre del año la canasta de alimentos en la economía social pasó de $27.600 a $30.180 mientras que en las grandes cadenas pasó de $28.700 a $32.800.
La brecha supermercados y minoristas
Al analizar las razones que inciden en la suba de precios de los alimentos, rubro con subas por arriba del 9% mensual desde febrero pasado, desde el CEPA advirtieron que “los productos dentro del programa de Precios Justos mostraron, en los grandes supermercados, una evolución en línea con el acuerdo (6,5%), pero superaron ese guarismo en mercados y bocas de expendio de cercanía”.
Puntualmente sostuvieron que “la resistencia de las empresas a entregar mercadería a las grandes plataformas de supermercados para colocarlos en bocas de expendio de cercanía, con las dificultades de controles de precios que implica la dispersión de este segmento, tuvo efectos en los precios”, de esa manera “los productos participantes del Programa Precios Justos se movieron algo por encima de 6% en supermercados y al 12% en cercanía”. Esto se da en un marco en el que los hipermercados y supermercados concentran el 32% de las ventas de productos de consumo masivo en el país, a lo que se suma un 10% en las tiendas de cercanía que les pertenecen, llegando a un total de 42%. Además, el centro de estudios señaló que “solo seis cadenas (La Anónima, Carrefour, Cencosud, Coto, Wal-Mart, Día) concentran alrededor del 80% de las ventas totales del sector en el país”.
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En relación, desde la consultora Focus Market analizaron que en la tercera semana de abril, “los comerciantes tuvieron modificación diaria de listados de precios, entrega de mercadería con cupos y cambio de las condiciones de ofertas y promociones por compras con volúmenes. Ante la escasez de dólares y aprobaciones de importación demoradas, las cotizaciones alternativas son precio de mercado para muchos insumos”.
En sintonía, datos del relevamiento mensual de precios en comercios de cercanía del conurbano bonaerense del ISEPCi indican que “el valor de la Canasta Básica de Alimentos (CAB) para una familia de dos adultos/as y dos hijos/as pequeños en abril llegó a $91.347,30, un incremento de 8,1% respecto a marzo”, por arriba de la suba de la CBA que mide el Indec que escaló 7,3%, el mes pasado. De esta manera, indicó el instituto, “los aumentos de abril, agregados a los que se vienen produciendo desde diciembre pasado, suman una suba de 42,43% para el cuatrimestre 2023”. De dicha canasta, que determina el umbral de indigencia, los rubros que más aumentaron en el mes fueron almacén (9,65%) y carnes (9,41%), en tanto que las frutas y verduras alcanzaron en el año un incremento del 45%.
En pocas manos
Un aspecto no menor al considerar lo que sucede en la dispersión de precios entre las cadenas de comercialización en el país tiene que ver con el nivel de concentración reflejado en que “el 74% de la facturación de los productos de la góndola se corresponden con sólo 20 empresas de rubros de alimentos, bebidas e higiene personal”. En ese sentido, si bien la primera impresión al mirar la góndola es la existencia de una diversidad de marcas y presentaciones, suele ocurrir que las empresas oligopólicas son dueñas de diversidad de marcas, lo que sólo se percibe al observar producto por producto.
Según la investigación Concentración en la cadena de comercialización en la Argentina, “en lacteos las tres primeras firmas explican casi el 75% de la facturación total (Mastellone, Sancor, Danone), en bebidas alcohólicas tres grupos explican el 90% de la facturación (Quilmes -55%-, Fratelli Branca y Compañía de Cervecerías Unidas), tres firmas explican nada menos que el 90% de la facturación del rubro Aceites (Molinos Rio de la Plata, Molinos Cañuelas y Aceitera General Deheza), en artículos de Cuidado del Hogar, se observa una alta concentración, ya que el 55% de la facturación se explica por la empresa líder del rubro, Unilever. Y en Cuidado Personal las cuatro primeras empresas explican casi un 70% de la facturación total (Unilever, Procter & Gamble, Papelera del Plata y Kimberly-Clark)”.
Al confrontar la evolución del salario real de las y los trabajadores con la evolución de los precios mayoristas y los precios al consumidor, se distingue que “los salarios reales se redujeron 12,1% entre 2016 y 2022, mientras que los precios de las ramas industriales altamente concentradas aumentaron 21,3% por encima del índice de los precios al consumidor”, detalla el informe de Flacso y agrega que “si se examina la trayectoria de los precios mayoristas de aquellas ramas oligopólicas en la que predominan grupos económicos se advierte que sus precios se expandieron 34,9% por encima de los precios minoristas en ese período”. Es decir que, “se tiende a configurar una nueva estructura de precios relativos a favor del sector más concentrado del capital”.