La disparada de los precios de las materias primas por la guerra en Ucrania pone presión sobre la inflación mundial, al punto que países desarrollados registran niveles récord. Los países desarrollados ya tenían su economía tensionada por la recuperación de la pandemia, que elevó la demanda agregada a niveles por encima de los que la oferta estaba preparada. Eso, además de multiplicar por tres el índice de precios, generó desabastecimientos en varios sectores, lo que incluyó una crisis energética en el globo. Argentina no queda excluida del encarecimiento de los alimentos e hidrocarburos por estos factores exógenos.
Ucrania y Rusia combinadas explican el 29% de las exportaciones totales de trigo, por lo que el incremento de este cereal al punto de acercarse a su máximo se dio de forma automática a los pocos días de iniciado el ingreso físico de tropas. Lo mismo ocurrió con la soja y con el gas y el petróleo. La nación que preside Vladimir Putin es el principal proveedor de hidrocarburos del resto de Europa, que ante los temores de corte de suministro escaló las cotizaciones.
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La guerra disparó los precios
"El aumento de los precios de la energía y las interrupciones en el suministro han resultado en una inflación más alta y generalizada de lo previsto, especialmente en los Estados Unidos y muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo. La reducción en curso del sector inmobiliario de China y la recuperación más lenta de lo esperado del consumo privado también tienen perspectivas de crecimiento limitadas", señala el último informe del Fondo Monetario. El organismo espera que "la inflación elevada persista por más tiempo de lo previsto en el informe de octubre, con continuas interrupciones en la cadena de suministro y altos precios de la energía en 2022".
De acuerdo con las últimas estimaciones del organismo, los precios de los commodities subieron el año pasado 67,3%, pero se esperaba una desaceleración para este año (11,9%). Esto iba a llevar la inflación de las economías avanzadas a un nivel promedio de 3,9 por ciento y para las economías emergentes a 5,9%, los valores más altos de la última década. Estas estimaciones se hicieron con un barril de crudo a 77,31 dólares este año.
Sin embargo, la invasión de Rusia en Ucrania obligó a recalcular todas las variables y le metió presión a los precios. El barril se acercó en las últimas semanas a los 140 dólares, su máximo histórico, para luego estabilizarse por encima de los 100 dólares; mientras que los granos operan cerca de sus récords.
"La guerra ha agravado esas incertidumbres de maneras que repercutirán en todo el mundo, perjudicando a las personas más vulnerables en los lugares más frágiles. Es demasiado pronto para saber en qué grado el conflicto alterará las perspectivas económicas mundiales. Al igual que el nuevo coronavirus, la última crisis empezó de una forma muy inesperada. Pero ya está claro que los precios más altos de los alimentos y la energía, junto con la escasez de suministros, infligirán sufrimiento de manera inmediata a las economías de ingreso bajo y mediano", publicó esta semana el vicepresidente del Grupo de Prácticas Globales de Desarrollo Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial, Indermit Gill.
Pero las derivaciones de la guerra no terminan ahí. El efecto de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y otras naciones de la OTAN a Rusia también impacta en la economía global y el resultado ya se percibe en precios más altos. Las medidas implementadas incluyen el congelamiento de los activos del banco central ruso, la focalización en individuos rusos adinerados y algunos bancos estatales, la restricción parcial del acceso al sistema de pagos internacionales Swift y la suspensión de Alemania de su proyecto de gasoducto ruso.
Un análisis del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social británico estima que las sanciones sobre el comercio con Rusia es uno de los obstáculos que está perjudicando la economía global, así como el riesgo político y la incertidumbre que pueden aumentar los índices de ahorro y hacer que las empresas sean más reacias a invertir. "Estimamos que el crecimiento del PIB de la zona euro caerá entre un 0,9% y un 3,0% en 2022 y entre un 0,7% y un 1,8% en 2023, en comparación con nuestro pronóstico de febrero. También esperamos que la inflación suba a 5,5% en 2022 y 2,1% en 2023, frente a las previsiones que teníamos de 3,1% en 2022 y 1,3% en 2023 en el pronóstico de febrero", indicaron. "Si las sanciones se extendieran a las exportaciones de energía rusas o si Rusia redujera sus exportaciones de gas como herramienta de apalancamiento, los precios de la energía en Europa aumentarían vertiginosamente, aumentando las posibilidades de recesión junto con una inflación significativamente más fuerte", precisaron.
La inflación en Estados Unidos alcanzó la mayor marca en 40 años y se espera que continúe en alza. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró una tasa interanual del 7,9% en febrero, una cifra interanual cuatro décimas superiores a la del mes anterior y sin precedentes desde enero de 1982. El anuncio la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS según su sigla en inglés) dependiente del Departamento del Trabajo generó temor a una estanflación (alta inflación y estancamiento económico).
En la comparación mensual, el IPC de la nación norteamericana presentó un alza de 0,8% en febrero, frente al 0,6% registrado en enero. Las subas se concentraron en los valores de la nafta, los alimentos y el alojamiento. También subieron los precios de los muebles de hogar, recreación, seguros para automotores, cuidado personal y pasajes de avión. En el caso de los alimentos, la comparación anual indicó un alza del 7,9% anual, la más fuerte desde julio de 1981.
En el mismo período, los precios mayoristas pagados por los productores estadounidenses subieron 10% interanual en febrero. Se trató del cuarto mes consecutivo donde la cifra anual supera el 9%. La comparación intermensual muestra un alza del índice de Precios al Productor (IPP) del 0,8%. Como referencia, hace tan sólo un año atrás, la inflación mayorista en los Estados Unidos sólo totalizaba 3% anual y 0,7% mensual.
En China, el índice de precios al consumidor (IPC) aumentó 0,9% interanual en febrero, mientras que mostró un avance del 8,8% el índice de precios a la producción (IPP), que mide la mayorista. Ambos indicadores de la Oficina Nacional de Estadística (ONE). En el global de 2021, los precios al consumidor se habían incrementado en un 0,9% y los mayoristas, en un 8,1%.
España también registró en febrero la inflación interanual más elevada, pero respecto a 1986. El Índice de Precios de Consumo (IPC) allí subió 0,8% en febrero en relación con la etapa anterior y 7,6% en comparación con igual mes de 2021, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con el dato de febrero, el IPC español interanual encadenó 15 tasas positivas consecutivas y suma tres meses seguidos en niveles superiores al 6%, algo que no se veían en nada menos que tres décadas. La disparada se debió a los precios de la electricidad, el encarecimiento del gas, los combustibles, los automóviles y de algunos alimentos como legumbres, hortalizas, leche, queso, huevos, pan y cereales.
En el último año, en España la calefacción, el alumbrado y la distribución de agua se encarecieron en un 51,7%; los aceites y grasas elevaron sus precios en un 28,1% y el transporte personal es 13,3% más caro por el mayor costo de los combustibles.
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El golpe en los países subdesarrollados
El estrés financiero podría verse agravado por la respuesta de los bancos centrales al aumento de la inflación. En muchas economías en desarrollo, ya alcanza el nivel más alto en una década. "Un mayor incremento de los precios de la energía podría conducir a una espiral inflacionaria a medida que se afianzan las expectativas de una mayor inflación a largo plazo. Eso, a su vez, podría llevar a los bancos centrales a endurecer las políticas monetarias más rápidamente de lo que se esperaba hasta ahora", agregó Gill en la publicación en el blog del BM.
Algunas economías en desarrollo dependen en gran medida de Rusia y Ucrania para obtener alimentos. Estos dos países suministran más del 75% del trigo importado por un grupo de economías de Europa y Asia central, Medio Oriente y África. Rusia también es una fuerza importante en el mercado de la energía y los metales: representa una cuarta parte del mercado de gas natural, el 18% del mercado de carbón, el 14% del mercado de platino y el 11% del mercado de petróleo crudo. Una fuerte caída en el suministro de estos productos básicos obstaculizaría la construcción, la industria petroquímica y el transporte.
"Las interrupciones en los mercados de energía, alimentos y materias primas han hecho subir los precios. Los altos precios de la energía y la escasez de combustible están limitando la fabricación de materiales clave y bienes intermedios. Los cuellos de botella en las cadenas productivas se están extendiendo a una escasez más generalizada de bienes", alerta un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Las renovadas presiones inflacionarias corren el riesgo de durar más de lo esperado hace unos meses. El aumento de los precios de los alimentos y la energía está afectando en particular a los hogares de bajos ingresos.
Impacto del petróleo
Argentina incrementó en 9,5% el precio para la nafta super y 11,5% para los premium. Según informó Global Petrol Prices, que elabora un ranking con los precios del litro de nafta en todo el mundo, hasta el 7 de marzo ocupaba el puesto 45 en la lista de los países más baratos, mientras que Estados Unidos, por ejemplo, se encontraba en el puesto 72.
La semana pasada, el precio internacional del petróleo cerró con una suba del 3%. En ese relevamiento, Estados Unidos, alcanzó el precio promedio del galón de nafta (que es de 3,71 litros) en 4,33 dólares (472,81 pesos a cambio oficial). Sin embargo, en California llegó a valer 5,74 dólares (626,77 pesos). En Brasil, Petrobras aplicó una suba del 24,9% en los precios del gasoil, el utilizado por el transporte de carga y pasajeros.
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El mundo ya venía golpeado por la pandemia
La recuperación de la crisis del COVID en 2021, apuntalada con estímulos a la demanda por varios gobiernos, permitió crecimientos impensados posterior a la recesión pandémica de 2020. Pero, justamente, al no poder coordinarse esta alza con la oferta, llevó a que el consumo empuje los precios muy por encima de los registros de las últimas décadas.
A nivel global y en las economías avanzadas, la inflación alcanzó las tasas más altas desde 2008, indica la base de datos del Banco Mundial. El presidente del organismo multilateral, David Malpass, había alertado que "la economía mundial se enfrenta simultáneamente a la COVID‑19, la inflación y la incertidumbre respecto de las políticas". Por esto había planteado que "el aumento de la desigualdad y los problemas de seguridad son particularmente perjudiciales".
Luego de más de diez años en los que los precios se situaron con un promedio de suba del 2% anual, la inflación en los Estados Unidos comenzó su repunte a principios del año pasado. Esto se dio a raíz de la liberación de las restricciones impuestas por la pandemia. La demanda se vio estimulada con beneficios y estímulos otorgados por el Gobierno que impulsaron al consumo y al mayor ritmo de crecimiento en la economía en 37 años. En tanto, la oferta se enfrentó con múltiples problemas en las cadenas de suministro globales, un mayor costo del transporte.
La tasa de inflación anual en la Eurozona cerró 2021 en el 5% tras meses de continua escalada impulsada, en particular, por el alza de los precios de la energía. De hecho, en Alemania la tasa anual en diciembre se situó en el 5,7%, mientras que en Francia se mantuvo estable en el 3,4%. Los mayores porcentajes de inflación entre los países de la eurozona se registraron en Estonia (12%), Lituania (10,7%) y Letonia (7,7 %). En España, el indicador llegó en diciembre al 6,7%.