La sequía anticipa altas chances de una tormenta económica perfecta

El impacto de la sequía sería una mayor inflación doméstica, la cual, según estimaciones privadas, podría situarse este año nuevamente en niveles cercanos al 50 por ciento.

17 de enero, 2022 | 00.05

La sequía que se vive en los principales nodos agropecuarios le sumará este año mayores tensiones a la economía en medio de las negociaciones con el Fondo Monetario por el programa de ajuste fiscal de los próximos años y en un contexto de restricción externa y alta inflación. La falta de precipitaciones redujo las estimaciones de cosecha de la actual campaña de trigo y soja, lo que repercutirá en un menor ingreso de dólares al país, baja de recaudación por derechos de exportación y tensiones en los precios internos, en particular, de los alimentos. Esto último sería resultado, de no mediar canales de desacople, de un probable aumento en los precios internacionales de los granos ante un menor volumen de oferta mundial. Habrá que ver qué sucede con los otros países productores de cereales y oleaginosos, principalmente Brasil. 

El impacto de la sequía sería entonces una mayor inflación doméstica, la cual, según estimaciones privadas, podría situarse este año nuevamente en niveles cercanos al 50 por ciento. También habrá tensiones provenientes de cómo financiar el déficit primario de este año, cuyo guarismo todavía resta discutirse, si los mercados comienzan a tensarse ante una posible suba de tasas de interés en los Estados Unidos y el Gobierno tiene que recurrir a mayor emisión de pesos. Los acuerdos de precios tuvieron escaso impacto en el nivel general de precios y se registró una fuerte transferencia de recursos hacia los sectores concentrados de la economía

El año pasado el equipo económico buscó atacar desde distintos ángulos el problema de la inflación, sin éxito. Se utilizó al dólar como ancla inflacionaria, dejando que subiera durante todo el 2020 apenas un 22 por ciento, menos de la mitad de la inflación del año, que alcanzó al 50,9 por ciento. Esa brecha buscará ser corregida, según anticiparon formalmente el Ministerio de Economía y el Banco Central, durante este año para evitar que el dólar se "atrase" y repercuta en la competitividad de las exportaciones. Ese mayor ritmo de devaluación tendrá impacto en los precios.

La emisión y los precios

La emisión de pesos, en valores nominales de casi dos billones de pesos, representó casi 4,5 puntos del Producto del 2021, aunque buena parte de esa liquidez fue absorbida por la emisión de letras del Tesoro. Esa emisión permitió financiar el aumento del gasto para contener los efectos económicos y sociales que aún genera el COVID-19. Si bien respecto del 2020, el año del arribo de la pandemia, la emisión se contrajo casi 3 puntos del Producto, la liquidez aportada por el Central al Tesoro fue elevada y mantuvo también la presión sobre los precios de los dólares financieros y las expectativas de inflación.

Este año tampoco será sencillo para las empresas lograr financiamiento en el exterior ni renovar vencimiento, una alternativa impulsada por el Central en 2020 que le quitó presión sobre la demanda de dólares durante al año pasado. En el equipo económico esperan que el incipiente desarrollo del mercado financiero local y un mayor ahorro de la población en pesos -para ello se subió la semana pasada el rendimiento con impacto en los plazos fijos- permita absorber la liquidez y obtener financiamiento fresco para evitar la emisión y fondeo para el sector privado.

Básicamente, la idea es financiar el déficit mitad con emisión y mitad con colocación de deuda en moneda doméstica. Es un mix que será difícil de llevar a cabo si las condiciones de los mercados internacionales se endurecen, afectando también a la Bolsa local. Con una inflación récord en décadas, Estados Unidos podría iniciar en marzo un nuevo ciclo de suba de tasas de interés respecto del actual piso cercano a cero que mantiene. Si bien serán subas moderadas, dado que la economía no galopa en medio de la crisis, puede esperarse un flujo de fondos hacia la economía estadounidense.

Esto podría contrabalancear la suba en los commodities, dado que el ingreso de fondos a Estados Unidos apreciaría el valor del dólar. La actual debilidad de la moneda estadounidense explica, junto con una mayor consumo global y cuestiones geopolíticas específicas (como el caso del petróleo), la escalada en los precios de las materias primas. Sin embargo, generará condiciones menos favorables para que las economías emergentes se financien. 

"Es posible que las autoridades tengan que activar múltiples instrumentos de política, dependiendo de las medidas que adopte la Reserva Federal y la situación en sus propios países", advirtió el Fondo a los emergentes sobre el impacto de la suba de tasas por la inflación y la variante Ómicron. La nueva cepa, por su alto nivel de contagiosidad, está amenazando también la actividad económica por los altos niveles de ausentismo y pueden generarse cuellos de botella en la oferta.

De todos modos, Argentina tiene problemas de financiamiento externo propios, con un riesgo país en torno a los 1900 puntos básicos, y los idas y vueltas en la negociación con el FMI por la brutal deuda de 44.500 millones de dólares que pactó el macrismo, donde el organismo pretende un mayor ajuste fiscal en la economía local, obstaculizando la recuperación económica, para acceder a un fondos que le permitan repagar esos compromiso. 

La restricción externa y la inflación

La apuesta se concentró en un mayor ingreso genuinos de dólares, vía exportaciones. Una menor restricción externa impactaría en precios internos a la baja en una economía muy dependiente de insumos importados. Pero las estimaciones de la actual campaña de granos se redujo considerablemente y con ellas las proyecciones de ingreso de divisas. "La sequía recorta 8 millones de toneladas en maíz y limitaría a la soja a 40 millones", alerta un informe especial realizado por la Bolsa de Cereales de Rosario (BCR). Esas estimaciones a los precios actuales anticipan un merma promedio de 1900 millones de dólares por exportaciones de maíz (precio a 235 dólares la tonelada), lo que equivale a unos 230 millones menos en ingresos para el Estado.

También caen las estimaciones productivas de la soja: de 45 millones de toneladas que se anticipaban al comienzo de la campaña ahora se proyectan 40 millones, lo que equivale a una caída en divisas por exportaciones de 2500 millones de dólares (cotización de 515 dólares la tonelada), equivalente a unos 750 millones en retenciones.

El año pasado la liquidación del sector cerealero y oleaginoso cerró con varios récords mensuales y acumuló un ingreso de de 32.807 millones de dólares, máximo absoluto desde comienzos de este siglo. Aún así, la demanda del sector privado no financiero evitó una acumulación significativa de las reservas para el Banco Central, las cuales terminaron en casi los mismos valores que en inicio de 2021. Pasaron de 39.501 a 39.662 millones de dólares en el año, sin descontar los 4400 millones en derechos especiales de giro que recibió del Fondo Monetario.  

Con la sequía se verá también reducido el nivel de liquidación, a lo que se suma que el sector requerirá algún tipo de ayuda estatal para amortiguar el impacto económico en productores de las actuales condiciones climáticas. El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, aseguró este fin de semana que se estudian propuestas concretas. El objetivo es "la actualización del fondo de emergencia, una necesidad y pedido histórico de los productores". "La decisión del Presidente y de los gobernadores es acompañar a los productores en este momento de incertidumbre consecuencia de la sequía", sostuvo Domínguez. 

La concentración económica

La otra pata de la discusión de la inflación se sigue enfocando en los acuerdos de precios, mientras se definen mecanismos alternativos de desacople respecto de las cotizaciones internacionales, como el caso del maíz, trigo, carne, pollo y leche. Esta semana se puso en marcha la nueva etapa de Precios Cuidados, que contempla una canasta de 1321 productos de consumo masivo con precios acordados con más de un centenar de empresas, con el objetivo de asegurar una canasta esencial a los hogares con menor ajuste en sus valores. 

No obstante, la suba en precios no regulados y los ajustes en las tarifas que aplique este año el Gobierno mantienen elevadas las expectativas de inflación para este año. El ministro de Economía, Martín Guzmán, consideró "importante atacar el tema de las expectativas en una sociedad que se acostumbró a vivir con inflación", para lo cual es necesario "tener políticas de precios-ingresos que garanticen que el salario real pueda ir aumentando al mismo tiempo que se tranquilizan las expectativas inflacionarias”. 

En esta ecuación, el problema es el alto nivel de informalidad del sector, con 40 por ciento de trabajadores y trabajadoras no registrados a los que los aumentos paritarios no alcanza. Además, no todos los gremios lograron acuerdos salariales por encima del 50 por ciento. En resumen, la mano de obra se sigue abaratando, con sueldos por debajo de la línea de pobreza, y las empresas abultan sus ganancias.

Los acuerdos de precios no están logrando ir a la médula del problema y los empresarios parecen haberle tomado el pulso a la negociación con el Gobierno, donde las discusiones se alargan meses y los precios se llegan a disparar hasta un 15 por ciento en un mes, como fue el caso del asado en diciembre último, según el INDEC. 

En las últimas semanas, las empresas que cotizan en Bolsa enviaron sus balances a las autoridades reguladoras. Entre las empresas de primera línea, las alimenticias, las energéticas y hasta en el segmento de comunicación fueron las que informaron ganancias extraordinarias, con resultados que no se condicen con la situación de acceso a los bienes esenciales de buena parte de la población.