Las tensiones financieras que generó la pandemia de COVID-19 volvió a poner en el centro del debate internacional la necesidad de profundizar el monitoreo de los intermediarios financieros no bancarios para la estabilidad global. Principalmente, la atención se posó en el rol de los fondos de inversión y en su responsabilidad en los períodos de inestabilidad, actuando como elementos pro cíclicos en fases de baja y alza de la actividad económica. Esta semana el equipo económico dio varias señales de que los próximos pasos se dirigirán hacia una mayor regulación de la cuenta capital, en un frágil equilibrio respecto de la presión del establishment financiero, encarnado en la figura de las calificadoras de riesgo y el Fondo Monetario, quienes suelen castigar cualquier intento de un ordenamiento interno en los países periféricos.
Con la deuda externa soberana reestructurada y un eventual acuerdo con el Fondo, la plaza financiera argentina comienza a recuperar atractivo para inversores especulativos, los que ahora son tentados a aprovechar las elevadas tasas de interés que ofrece el país cuando el mundo otorga rendimientos reales negativos.
El alza de tasas que promueve el Banco Central para estimular el ahorro en pesos derrama en un aliciente para el ingreso de fondos especulativos. Informes financieros dan cuenta de que se reestablecieron los flujos a las economías en desarrollo y alertan sobre los riesgos de una eventual burbuja financiera, donde los precios actuales de las acciones no reflejan el deterioro que provocó el coronavirus en la situación real de las empresas y cotizan ya a valores pre pandemia, y aun por encima en muchos casos.
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Regular para estabilizar
En la conferencia de banqueros centrales de Jackson Hall, en 2013, la economista francesa Helen Rey presentó un trabajo sobre el ciclo financiero global y la independencia de la política monetaria. En ese estudio, a cinco años de la caída de Lehman Brothers, se plantea que los movimientos de flujos de capital y los precios de los activos tienden a moverse al unísono (de forma procíclica). Esto implica que en una fase ascendente del ciclo económic se incrementan los flujos de capital transfronterizos y los precios de los activos financieros tienden a subir, y en una descendente ocurre lo inverso. "Estos movimientos estarían determinados, fundamentalmente, por la política monetaria del país hegemónico, Estados Unidos, y por la aversión al riesgo de los distintos actores", detalla Rey.
La conclusión a la que llega el estudio de la economista es que la única vía que tiene un país de aislarse de las consecuencias nocivas de los movimientos de capitales que provocan pequeños cambios en las economías centrales es mediante la instauración de regulaciones en la cuenta de capital que moderen tanto el ingreso como la salida de flujos especulativos.
Para contener el riesgo de inestabilidad que provocan estos ingresos especulativas de corto plazo, la economía argentina necesita de una regulación más eficaz. El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, en el cierre de las Jornadas Monetarias y Bancarias de este año hizo referencia a la especulación que evidencian los mercados actualmente. “Hasta dónde pueden seguir expandiendo sus hojas de balance, hasta dónde los países pueden seguir expandiendo su deuda sin que genere dudas a los inversores. El crecimiento del valor de los activos financieros no se ve convalidado con crecimientos sustanciales del producto. Esta situación de desbalance entre el crecimiento y el valor de los activos financieros indudablemente en algún momento deberá sincerarse”, expuso Pesce.
Rol de fondos de inversión
El funcionario le puso nombre a los destinatarios de ese control: los fondos de inversión. “Hay un actor que ha alcanzado preponderancia en el sistema financiero global que son los fondos de inversión. Del mismo modo que los bancos necesitaron regulaciones y se impusieron en el año 2008-2009, hay que prestar atención si estos actores, ahora, preponderantes en el escenario global, no necesitan mecanismos de regulación, especialmente por su impacto en las economías periféricas”, explicó. “Los flujos de ingreso y egreso de estos fondos por el volumen que tienen y por el tamaño de las economías pueden provocar distorsiones importantes, tanto en el valor de los activos, en los niveles de actividad como en la balanza de pagos, teniendo una conducta pro cíclica en estas economías y con respecto al ciclo global”.
En el mismo evento, aunque ya lo había hecho anteriormente, el ministro de Economía, Martín Guzmán, hizo referencia al tema. "La liquidez en las economías más avanzadas pone presión sobre los precios de los activos financieros y de esta manera se beneficiarán quienes tengan esas riquezas. En cambio, esa expresión de liquidez en nuestra economía se canaliza hacia la moneda extranjera", explicó el titular del Palacio de Hacienda, que la semana pasada relativizó el éxito de la administración vigente de la cuenta capital sobre la estabilidad cambiaria. "No existe un shock de confianza para estabilizar en el corto plazo. Estabilizar requiere cambiar las conductas de los participantes de la economía y no se logra de un día para el otro", explicó el ministro.
Luego del crack financiero de 2008, se impuso una serie de regulaciones sobre la actividad bancaria para evitar el excesivo apalancamiento de las entidades que había derivado en un desplome en dominó del sistema financiero global. Comenzó en Estados Unidos y rápidamente contagió a toda la banca global. Los controles en el sector bancario derivaron en los años subsiguientes en el fortalecimiento de un nuevo actor: los fondos de inversión (intermediarios financieros no bancarios), principales transmisores de la "prociclicidad" de los movimientos de capitales.
Los agentes no bancarios crecieron a un ritmo mayor que los bancarios, hasta representar 30% de los activos financieros globales. "El crecimiento fue liderado por los fondos de inversión, el tipo de actor que cuenta con mayor participación en el segmento (donde se incluyen también otros vinculados al mercado de capitales: broker-dealers, vehículos de securitización, contrapartes centrales, entre otros). A nivel global, la mayoría de los intermediarios no bancarios corresponden a inversores de economías desarrolladas (Europa y Estados Unidos totalizan 68% de los activos bajo administración)", señala un informe de política monetaria de BCRA.
Prevenir y evitar el castigo
El stock de deuda corporativa de “grado de inversión” se duplicó entre 2007 y 2020, con los bonos de calificación BBB representando ahora casi el 50% del total. Los fondos pasivos representan alrededor del 10% de ese mercado, y los fondos activos otro 10%. Eventuales bajas de calificación que hagan que empresas pierdan el “grado de inversión” llevaría a la liquidación de posiciones de fondos, que impactarían sobre el mercado de alto rendimiento. Simulaciones recientes indican que un aumento de 100 puntos básicos del rendimiento de deuda corporativa se amplificaría a más de 400 puntos básicos. en el mercado de alto rendimiento a través de las ventas de los fondos.
"A estas consideraciones se pueden agregar las posibles repercusiones sistémicas cuando estas conductas implican una salida súbita de los flujos de capitales y la reversión de la cuenta corriente, con el impacto sobre las posiciones financieras de empresas, gobiernos y familias, incluyendo los descalces de monedas", detalla el documento de la autoridad monetaria argentina.
El problema se complejiza aún más por el accionar de las calificadoras de deuda soberana, que representan los intereses de los fondos de inversión con sedes en las economías centrales. Es así que, en plena desregulación cambiaria y financiera durante el macrismo, la agencia de rating MSCI (anteriormente Morgan Stanley Capital Internacional) dejó en 2018 supeditada la promoción de Argentina a la categoría de país emergente a que no implemente controles de capitales.
Los mercados financieros tienen un comportamiento cíclico que puede ser exacerbado bajo ciertas circunstancias. Las agencias calificadoras de riesgo pueden acentuar las subas de precios en la fase expansiva del ciclo, y las bajas en la fase recesiva, reduciendo el acceso al crédito de las empresas y los gobiernos cuando este es más necesario. Es por este motivo que, en un contexto de mayor volatilidad a nivel internacional como el actual, es impostergable el debate sobre la necesidad de un mayor control al ingreso de capitales del exterior con fines especulativos.