Cuando se habla del proceso inflacionario se remarca la importancia de su impacto en los alimentos, las tarifas, la educación, la indumentaria y el transporte. De acuerdo al nivel socio económico, cada habitante accede en menor o mayor medida a los servicios esenciales. Sin embargo, hay otro accionar del que poco se habla, que también se repite mensualmente y del cual no se puede prescindir ni llevarlo “más o menos” a cabo: menstruar.
El gasto menstrual es otro factor de desigualdad que impacta en un colectivo ya previamente desventajoso. Las mujeres perciben ingresos, en promedio, un 25-27% inferiores a los de los varones, además de estar subrepresentadas en el mercado del trabajo remunerado y mayormente expuestas a mayores niveles de informalidad laboral. Si bien no es la primera vez que se visibiliza esta situación, hay indicadores como el gasto menstrual que no logran posicionarse en agenda.
El equipo de Economía Feminita realizó un relevamiento nacional para obtener un promedio de cuánto cuesta la provisión de elementos para garantizar la higiene durante la menstruación. Los resultados fueron los siguientes: el costo promedio por año para quien utilice toallitas es de $3233 lo que equivale, por ejemplo, a lo que se percibe por Ayuda Escolar Anual ($3.367) y $4172 para quien elija utilizar tampones. Estos valores corresponden a marzo y se obtuvieron a partir de un total de 103.911 observaciones con precios de toallitas y tampones de distintas marcas a lo largo del país. Se tiene en cuenta la cantidad de mujeres que menstrúan en cada provincia -edad estimada entre 13 y 49 años-, un promedio de 13 ciclos por año y la utilización de aproximadamente 22 productos por ciclo. Por unidad, en promedio cada toallita cuesta $11,31 y cada tampón $14,59.
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Al mismo tiempo, al ser un informe con periodicidad semestral, las estimaciones sirven para visibilizar lo que reconocen como “la inflación menstrual”, es decir, el resultado de calcular la variación de precios de los productos de gestión menstrual y contrastarlos con el Índice de Precios al Consumidor (IPC). De esta comparación surge que tanto las toallitas como los tampones aumentaron un 10% durante el último año.Estos costos no optativos se presentan en un contexto económico turbulento donde, en el primer trimestre de 2020, la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral cayó 10 puntos en el primer trimestre, una de cada diez mujeres tuvo que dejar el mercado laboral y la recuperación de esa pérdida aún no es total. “En Argentina estamos en una situación muy difícil. Las mujeres son mayoría entre las personas pobres, y la pandemia está profundizando problemas previos. Las mujeres entran a la pandemia ganando menos, tienen mayores niveles de desempleo”, expresó Mercedes D’Alessandro, directora Nacional de Economía, Igualdad y Género, en una charla virtual organizada en Misiones a principio de año y advirtió que “estamos en nivel de hace 20 años, retrocedimos 2 décadas.”
Los datos del INDEC acompañan las afirmaciones de la Directora. En Argentina, por cada $100 que gana en promedio un varón, una mujer gana $79. A su vez, el ingreso medio mensual de las mujeres es de $18.668 y en las mujeres de menores ingresos la tasa de desocupación es 15 veces mayor que la de quienes pertenecen a los sectores más altos.
Es por eso que desde Economía Feminita se propone la quita del IVA de los productos de gestión menstrual, por ser productos de primera necesidad, y la distribución gratuita de métodos de gestión menstrual en escuelas, cárceles, universidades, hospitales y otros espacios comunitarios. Es que la dificultad de adquirir los medios de higiene y limpieza es un factor de ausentismo escolar y laboral. Las personas en edad escolar que no pueden acceder a productos que les garanticen no mancharse en clase dejan de ir durante los días de sangrado o incurren en prácticas poco sanitarias que tienden a infecciones o incluso infertilidad.
A nivel nacional se presentaron diversas iniciativas alineadas a reducir este factor de desigualdad. En marzo del año pasado el Municipio de Morón aprobó una ordenanza municipal que asegura la provisión gratuita de productos de gestión menstrual, lo que sienta un antecedente único en la región.
El 28 de mayo, Día Mundial de la Higiene Menstrual, la ciudad de Santa Fe también aprobó una ordenanza para la provisión gratuita de elementos de limpieza necesarios durante el período, convirtiéndose en la primera capital provincial en contemplar este derecho. A su vez, la Municipalidad de San Rafael, Mendoza, se convirtió en el tercer distrito en aprobar un plan de gestión menstrual.
Por otro lado, en noviembre pasado los diputados del Frente de Todos, Nicolás Rodríguez Saa y Lucas Godoy presentaron un proyecto de "Ley integral de menstruación sostenible" impulsado por la asesora de la Jefatura de Gabinete, Carmela Moreau, el cual propone que se garantice la entrega gratuita por parte del sistema de salud, tanto público como privado, de los elementos necesarios para la gestión menstrual, con el objetivo de asegurar "un marco igualitario, protectorio y asistencial para el desarrollo y el cuidado de la salud" de toda la población.
Ya durante abril de 2021 en San Luis se presentó el Programa de Gestión Menstrual Sostenible “Yo Menstruo”. Está destinado a niñas, adolescentes y personas menstruantes de 11 a 15 años y busca capacitación, acompañamiento y entrega de “kits menstruales” a más de 40 mil personas. A mediados de ese mismo mes, en Río Gallegos, Santa Cruz, se presentó en el Concejo Deliberante un proyecto para otorgar de manera gratuita toallitas, tampones y demás productos de higiene necesarios durante los días de menstruación.
Hasta el momento se han presentado 16 proyectos de ley de alcance nacional, provincial y local que buscan que estos reclamos se conviertan efectivamente en políticas públicas, al tiempo que la campaña ha sido declarada de interés por el Senado de la Nación.
Los elevados gastos se suman a las cargas que dificultan la economía de los hogares en situación de pobreza (31,6%) e indigencia (7,8%) y con familias lideradas por trabajadores con salarios por debajo de la inflación o inmersos en la informalidad. Esa realidad se agrava por la pandemia de Covid-19 que hasta ahora no delínea un punto final. En el deterioro económico las mujeres perdieron por partida doble y requirieron mayor asistencia estatal, de hecho, en el tercer trimestre de 2020 -último dato del INDEC- 2 de cada 10 mujeres percibieron subsidios o ayudas sociales, el doble que en igual período de 2019, y el doble que los varones.
“Una apuesta por una mirada integral de la salud, más amplia que la de “ausencia de enfermedad”, se vuelve necesaria en contextos como el actual.”, concluyen desde Economía Feminita.