La Reserva Federal estadounidense (FED) continuará con sus aumentos de tasas de interés en 2023 y no comenzará con la reducción de las mismas en el año entrante, según estiman economistas.
Con el objetivo de combatir una inflación que alcanzó máximos en 40 años, la entidad estadounidense viró de una política ultra acomodaticia con el fin de impulsar y sostener la economía durante la pandemia de coronavirus- a una restrictiva, hasta tal punto que se teme que podría desencadenar una recesión inducida.
En lo que va del año la FED dispuso seis subas de tasas: una de 25 puntos porcentuales en marzo, una de 50 pp. en mayo, y cuatro consecutivas de 75 pp. en junio, julio, septiembre y noviembre.
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Esto llevó las tasas de un rango de 0,25% a 0,50%; a uno de 3,75% a 4%.
Aún queda una reunión monetaria este año que se desarrollará el próximo martes y miércoles: en la misma, el mercado descuenta una nueva suba de las tasas, aunque más moderada, de medio punto porcentual.
De cara al 2023, un grupo de economistas consultados por la agencia Bloomberg y proyecciones del Comité Federal de Mercado Abierto de la FED (FOMC) ratifican que la entidad aumentará la tasa en medio punto porcentual, y estiman otras dos subas de 25 puntos en las reuniones de fines de enero y marzo.
La FOMC ahora prevé que la tasa llegará a un pico promedio de 4,9% en 2023, un rango superior al 4,6% que el propio comité esperaba en septiembre pasado, y pese a la expectativa del mercado de que la FED comience a recortar las tasas el año próximo, ahora se espera que recién para junio de 2024 el organismo las reducirá a un 4%, y, para fines de ese año, a un 3,5%.
De esta forma, la FED asume una postura más combativa a la inflación, sin temor a que esto genere una desaceleración en la economía al reducir el circulante.
De hecho, menos de la mitad de los economistas consultados por Bloomberg, esperan recortes en las tasas, y los que si las esperan consideran que sólo ocurrirá si el país cae en una recesión o la tasa de desempleo repunte del actual 3,7% a un rango del 5%.
El esfuerzo de la FED de llevar la inflación a su meta del 2% parece rendir sus frutos aunque, aún, a un ritmo lento dado que la política monetaria suele tener un retardo en llegar a la economía real: tras alcanzar un pico de 9,1% anual en junio último, la inflación comenzó a descender llegando al 7,7% en el último índice de octubre.
La expectativa de la entidad es que la misma promedie el 2,9% el año próximo.
La postura de la FED es que la causa de la inflación se debe a una economía recalentada, donde hay más demanda que oferta tanto en el mercado de bienes y servicios como en el laboral.
Pero tanto el consumo como el mercado laboral se mantienen sólidos, con este último aún mostrando cifras de desempleo históricamente bajas.
La resiliencia del gasto de los consumidores y el mercado laboral colocan una mayor presión a la inflación y es por ello que existen riesgos al alza a nuestro pronóstico de un rango de tasas de entre el 5% al 5,25% para el año próximo, analizó Kathy Bostjancic, economista jefe de Nationwide Life Insurance.
El presidente de la FED, Jerome Powell, argumentó en reiteradas oportunidades que las tasas altas serán necesarias por más tiempo de lo previsto con el objetivo de enfrentar las presiones de los precios.
Un ejemplo citado por Powell es el de Paul Vocker, presidente de la FED entre 1979 y 1987, quién pese a ser acreditado como el responsable de terminar con años de alta inflación en Estados Unidos, falló en el primer intento a principios de los ochenta al bajar las tasas demasiado pronto, lo cual obligó a la entidad a generar una recesión mucho más profunda posteriormente.
Los economistas temen que efectivamente la FED termine exagerando con sus medidas: el 81% creen posible una recesión y el resto proyecta que habrá un estancamiento, en tanto un 76% también piensa que habrá una recesión global.
Con información de Télam