La industria del biodiesel y bioetanol, que se mezclan con las naftas y el gasoil, está atravesando un complejo escenario. La razón principal es que los precios, regulados por la Ley 27.640 y autorizados por el gobierno nacional, se vienen actualizando muy por detrás de la inflación. La intención del Gobierno es que los biocombustibles no impacten en el precio final de la nafta y el gasoil. Los productores pymes de biodiesel, que se elabora a base a aceite de soja, estén previendo que en breve tengan que suspender la producción y al personal. Se estima que las plantas emplean a más de 12.000 trabajadores.
Juan Manuel Ritacco, CEO del Grupo Bahía Energía, que cuenta con plantas de biodiesel en la provincia de Buenos Aires, advirtió en una entrevista con El Destape que “en este momento la industria está sufriendo porque desde hace tres meses que el gobierno no cumple con la fórmula de actualización del precio y las plantas operan a pérdida, probablemente este octubre ya se comience con la suspensión de operación y personal, afectando no solo las fuentes de trabajo sino el abastecimiento de diésel”.
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El biodiesel se mezcla obligatoriamente con el gasoil para el consumo interno. En la actualidad el corte de mezcla es de 7,5% y los productores quieren aumentarlo a -por lo menos- 15%, algo que les permitiría ampliar el volumen de producción. El otro biocombustible es el etanol (12% de corte), que se elabora con caña de azúcar en Tucumán y el Noroeste del país y también con maíz, sobre todo en Córdoba.
Los productores de esta economía regional prácticamente no tienen diálogo con el gobierno. En la actualidad, está al margen de la agenda del Ministerio de Economía y de la Secretaría de Energía. “En este momento la industria del biodiesel está sufriendo”, alertó Ritacco.
Los biocombustibles tuvieron un fuerte desarrollo a partir de 2006 con la sanción de la Ley 26.093, impulsada por el entonces presidente Néstor Kirchner, que permitió que se realicen inversiones por US$ 3.000 millones. El sector cuenta con alrededor de 40 plantas de biodiesel y 20 refinadoras y destilerías de etanol. Incluyendo diciembre, el biodiesel tuvo aumentos de precios en febrero, mayo, junio, agosto y septiembre. Entre diciembre de 2023 y octubre de este año, la suba que autorizó el gobierno fue de 43,3% y la inflación acumulada desde que asumió la presidencia Javier Milei supera el 130% (incluyendo diciembre).
La política que lleva adelante el Gobierno para que el precio regulado de biocombustibles no impacte en la inflación está generando una fuerte crisis, aunque todavía silenciosa.
- ¿Cómo está el sector de biocombustibles en la actualidad?
- Se encuentra en un punto de inflexión en el que se deben tomar decisiones entre el sector público y el privado para que Argentina proyecte un liderazgo regional y una influencia sostenida a nivel global. Las condiciones de base están, tenemos alta productividad de los suelos, un sector agroindustrial muy competitivo, recursos humanos altamente capacitados y un complejo científico tecnológico que está a la vanguardia en biotecnología. Falta una política de Estado que ordene a todos los actores de la cadena en una misma dirección y con objetivos claros para biocombustibles, bioenergía y bioinsumos. En un mundo cada vez más demandante de energía limpia y de materiales con baja huella de carbono, los biocombustibles van a ganar mercado y podemos ser protagonistas, pero para esto se necesita estabilidad y previsibilidad.
- ¿Qué pensás de la política de precios regulados que lleva adelante el gobierno?
- Los precios fijados por la Secretaría de Energía, mediante la aplicación de una fórmula en la que se cargan los costos, permite establecer un precio justo para los consumidores y evitar que paguen de más y a la vez garantizar una rentabilidad mínima a las compañías pymes. A su vez funciona como un incentivo a la inversión e innovación de procesos. Más allá de precios regulados o precios libres, lo fundamental es una estrategia sostenible a largo plazo y el cumplimiento de las resoluciones y leyes más allá del funcionario de turno.
En este momento la industria está sufriendo porque después de seis meses donde el gobierno cumplió la ley y aplicó la fórmula, desde hace tres meses esto no sucede más y las plantas operan a pérdida, probablemente en octubre ya se comience con la suspensión de operación y personal, afectando no solo las fuentes de trabajo sino el abastecimiento de diésel.
- Como empresario industrial, ¿qué visión tenés del momento de la industria argentina en general?
- Expectativa y preocupación. Expectativa porque comienza a existir un consenso sobre la necesidad de que Argentina tenga orden macroeconómico, cuestión que hasta hace poco se ponía en duda por sectores importantes de la política. Preocupación porque con el orden macroeconómico solamente no alcanza, se necesita política industrial y política de ingresos, ya que el 75% de nuestro PBI es mercado interno y si la gente no tiene salario no hay consumo.
Es necesario que se fijen políticas de estado que trascienden la coyuntura. Para los que invierten y generan valor es muy complicado pensar el mediano plazo cuando no se puede prever ninguno de los elementos que se necesitan para planificar.
- ¿Qué año 2025 le espera al sector de biodiesel y bioetanol?
- Esperemos que se cumpla la Ley 27.640 y las resoluciones posteriores para garantizar que Argentina llegue a los porcentajes de corte. Cada tonelada menos que se produce es menos trabajo argentino y más diésel importado. Seguramente tengamos también un amplio debate sobre qué hacer con la ley, que vence en cinco años. Ese debate hay que darlo con tranquilidad, seriedad y con todos los sectores adentro.