Durante la pandemia la estabilidad laboral nunca fue tan inestable. El tambaleo de los puestos de trabajo y los salarios, la cantidad de horas ocupadas y la preocupación por llenar la heladera se hicieron presentes de manera excepcional. En ese contexto, muchos trabajadores sortearon su suerte y les fue "bien". Ya sea por el aporte del programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP) o el acuerdo tripartito entre el Estado, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Unión Industrial Argentina (UIA) para mantener a los trabajadores de riesgo suspendidos y no quitarles los puestos de trabajo -a cambio de mantener el 75% del sueldo, medida notablemente debatible pero que, al fin y al cabo, evitó despidos- muchos trabajadores lograron asegurarse el puesto desde su casa o bien condiciones propicias para seguir trabajando. En cambio, hay quienes no tuvieron la misma suerte y sufrieron alguna irregularidad o deposición dentro de su sector. Durante agosto y octubre, el 40,3% de los hogares en GBA contó con al menos un miembro con problemas laborales (despido, suspensión o disminución de ingresos), según INDEC. Aunque los últimos datos del organismo marquen una reinserción laboral paulatina e incipiente -4 p.p más de tasa de empleo con respecto al trimestre pasado- a muchxs les quedó la marca del destrato por parte de grandes empresas que poseen la envergadura económica para afrontar la crisis. Por más que el covid-19 pase, las historias quedan. Historias de pandemia.
Celeste Alegre trabaja como operadora de juegos en un gran establecimiento de atracciones de entretenimiento. Se encarga, además, de limpiarlos y atender a los visitantes. Comparte espacio con 500 trabajadores del sector de la limpieza, gastronomía, boletería, resguardo y el personal administrativo. Su lugar de trabajo pertenece al sector cultural, -53,8% abajo con respecto al tercer trimestre 2019, claramente uno de los más afectados hasta la actualidad. Asimismo, asegura que allí recibe muchos menos que un salario mínimo: “A mí, la empresa no me paga el salario. Recibo solo de ATP $5.000. La empresa no se hace cargo de nada, incluso ni siquiera de los aportes. El aguinaldo también lo recortaron, con la excusa de que por falta de trabajo no trabajamos no lo merecemos. Han suspendido a trabajadores por mensaje de texto y dejado de realizar los mantenimientos necesarios para que el lugar reabra en condiciones.” Como otrxs, ya sufría irregularidades previas a la pandemia. Por ejemplo, explica la trabajadora que cumple tareas de más de ocho horas y, al estar registrada como empleada “part time”, asegura no tener momento para almorzar. “En este momento, muchos de nosotros estamos haciendo changas, algunas están empleadas como domésticas, o hay repartidores, camareros, entre otros”, cuenta.
“Desde que comenzó la pandemia, los trabajadores del sector dejamos de ir a trabajar. Pero, debido al incumplimiento del total de los salarios, muchos de nosotros tuvimos que salir, incluso en el pico de los contagios, a trabajar en alguna changa. En la TV te muestran hasta el día de hoy cómo se van perdiendo los puestos laborales y crece la pobreza. Por eso, un trabajo con derechos laborales para muchos empezó a ser un privilegio para algunos.” reflexiona Alegre en diálogo con El Destape.
Consultada sobre si estas irregularidades fueron manifestadas ante los empleadores, Alegre asegura que hace más de un mes que tanto el Sindicato Único de Trabajadores de Espectáculo Público como el Sindicato de Trabajadores Pasteleros están en audiencia pública, pero la empresa “responde con compromisos que nunca cumlpe o ignora las demandas planteadas” Actualmente mantienen medidas de fuerza, motorizadas más por los trabajadores que por los sindicatos, asegura Alegre, pero “todo sigue igual”
”En enero se acaba el ATP y no sabemos con qué nos vamos a encontrar”, lamenta.
Ariel Sanchez, secretario del área socioeducativa de la Comisión directiva de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), tampoco se queda atrás. También el sector de la educación tuvo -y contando- graves inconvenientes durante este período. “El trabajo que realizamos los trabajadores de la educación en pandemia estuvo signado por la ausencia del Estado con respecto a dos cuestiones que venimos reclamando: la falta de dispositivos y conectividad. Eso dificultó mucho toda la tarea remota que realizamos todo el año. Las clases se garantizaron pero tuvimos un montón de pibes y pibas de los sectores más vulnerables y muchos docentes sin dispositivos”, manifiesta Sanchez a este diario. De igual gravedad, denunció a un organismo estatal clave dentro del sector educativo porteño: “En el arranque de la pandemia presionaron para que los trabajadores cumplan tareas en modo presencial en dispositivos que nada tenían que ver con el sistema educativo, como trabajar en hoteles, call centers, y hacer colas en diferentes tipos de negocios, como bancos y farmacias, bajo amenaza de que, si no cumplian esas funciones, les iban a bajar el contrato. Esto fue una constante durante todo el año con los trabajadores más precarizados.” “Hemos acompañado las demandas con presentaciones ante la Justicia y pedido de reuniones con el organismo, pero muy pocas tuvieron respuestas.” De cara al funcionamiento de la Escuela de Verano, denuncian desde el sindicato que “pretenden disponer a pagar menos de la mitad de lo que se paga durante el ciclo lectivo”, donde un Docente a cargo por 8
hs trabajaría por $33034, un Auxiliar por $22023 y un Docente integrador por $33935.
Por último, queda el testimonio de trabajadores que piden poder cumplir tareas en una multinacional de bebidas, con planta en Monte Grande, que los echó y la Justicia los reincorporó, pero la empresa no los reconoce o no les reasigna tareas. “Los trabajadores podemos pelear por nuestros puestos de trabajo, somos nosotros los que ponemos a andar las máquinas y queremos luchar para cuidar el sustento de nuestros hogares.Fuimos despedidos de manera discriminatoria en el marco de esta crisis. Nos organizamos pura y exclusivamente para no pagar la crisis nosotros”. La semana pasada realizaron una manifestación junto a Trabajadores de la aerolínea LATAM y los grupos de servicios de seguridad Securitas y GPS justamente para defender los puestos de trabajo. Además, a principios de mes denunciaron un “ataque por parte de una cobarde patota que mandó la patronal, la cual llevó a la fábrica a la quiebra, y dejó a familias en la calle” Por otro lado, un empleado dentro de la multinacional aseguró que los delegados sindicales “hostigan a los trabajadores” por subirse al ala burocrática, en vez de pensar soluciones conjuntas. “No estoy buscando trabajo porque ya tengo y cobro un sueldo, solo quiero recuperar el puesto allí dentro”, afirma.
Según el informe “Trabajadores formales e informales en tiempos de pandemia” del Centro de Estudios Latinoamericanos (CEM), lo sucedido a raíz del covid-19 “tuvo un impacto significativo en el empleo y en los ingresos, con mayor magnitud entre los trabajadores informales.” Asimismo, destaca los obstáculos de base preexistentes a la pandemia, en donde “se presentaban agudas desigualdades en materia sociolaboral, atravesadas en particular y con mayor nitidez en los años 2018 y 2019” como consecuencia del colapso económico de la gestión del gobierno anterior. Durante el periodo, dentro del mercado de empleo, se visibiliza un aumento de los trabajadores no asalariados, mientras que entre los trabajadores asalariados se observa una disminución. Para 2016, según explica el CEM, los trabajadores no asalariados (cuenta propia, patrón y trabajador familiar sin remuneración) representaban el 24,6% sobre el total de los ocupados, mientras que para 2019 este valor se incrementa en un 2,9%, representando un 27,5%. Entre la población ocupada asalariada, para 2016 alcanzaba un registro del 75,4%, mientras que para 2019 se exhibe un 72,6%, significando así un retroceso de -2,8%.
Dato no mata relato, sino lo acompaña
Ya adentradas las medidas sanitarias dispuestas por el gobierno nacional, gran parte de la población que no encajó en las actividades esenciales se vio dificultada para generar ingresos. “Esto dificultó el normal desenvolvimiento en los sectores que realizan sus
labores de forma independiente o que desarrollan su actividad de manera autónoma,
especialmente entre aquellos que sostienen ocupaciones vinculadas al cuentapropismo” advierte el estudio y destaca que el universo de la economía informal es heterogéneo en su composición. Por fuera de la legalidad están los cuentapropistas, que generalmente no son profesionales, sus tareas están vinculadas a trabajos de oficio y la generación de ingresos queda a cargo de su propia fuerza de trabajo. “Podemos localizarlos mayormente en actividades como albañilería, vendedores ambulantes, electricistas, plomería, verduleros, pintores, carpinteros y remiseros” sumado al servicio doméstico. Al mismo
tiempo, coexisten en esta clasificación un gran número de trabajadores informales en relación de dependencia, tanto en unidad productivas formales como también informales.
Por otro lado, la situación de los asalariados registrados del sector privado tampoco pasaron una buena etapa desde abril 2018, al contrario, “viene sufriendo un gran deterioro”, dice el CEM. La organización lo adjudica a la megadevaluación del tipo de cambio que provocó altos niveles de inflación y elevó los costos de producción de empresas y la licuación del poder adquisitivo de los salarios, lo que por supuesto tuvo”negativos impactos en los niveles de consumo y empleo”. Entre abril y diciembre de 2018, se registró una pérdida de empleo registrado del sector privado que afectó a 130 mil trabajadores, significando una contracción de -2,1% en sólo ocho meses. Entre abril de 2018 y diciembre de 2019, alcanzó a 285 mil empleos (-4,8%). “Esta situación refleja que la situación del empleo asalariado del sector privado ya evidenciaba una contracción significativa con anterioridad a la pandemia y al confinamiento dictado por el gobierno nacional”, concluye el relevamiento.